Blandine Heitzmann (25), Juliette Baldes (23) y Candice Legras (26) nacieron en distintas ciudades de Francia y llegaron a la Argentina -puntualmente a Gualtallary, Tupungato- a realizar una experiencia de trabajo en una bodega orgánica.
Sin embargo, aseguran, descubrieron en la Argentina un mundo nuevo, no solo en materia de vinos, sino en costumbres, cultura y hábitos de vida.
Las tres realizan una pasantía en Domaine Bousquet y aseguran, con un castellano algo atravesado, que la vivencia laboral y personal superó las expectativas y que, sin dudas, el temperamento argentino, sin dudas, las “fascinó”.
“Esto es muy importante para nosotras y, sobre todo, muy enriquecedor. Amo a la gente de este país, tan simpática y hospitalaria. Tenemos mucho trabajo y durante la pasantía vivimos en la misma bodega, aunque los fines de semana aprovechamos para los asados, las juntadas y las degustaciones de estos vinos orgánicos que son maravillosos”, apuntó Blandine a Los Andes.
Oriunda de una isla de Francia cercana a Madagascar, dijo que su lugar es tan pequeño como Tupungato. Estudió Agronomía y Enología y en la Tierra del Sol y del Buen Vino está trabajando con otras técnicas muy diferentes a las que estaba habituada.
“Elaborar vino en esta zona es muy interesante y también distinto por el clima, la altura y la gran amplitud términa, clave para la elaboración de vinos orgánicos. En Francia no es tan sencillo”, sostuvo.
La tecnología de avanzada, dijo, permite un trabajo adecuado, más allá del respeto al medio ambiente y a la tarea con proveedores que siguen esa línea. “Es fundamental en estos tiempos”, indicó Blandine.
Candice, que siempre deseaba realizar una experiencia en un país extranjero, también dijo que esta pasantía le sumó muchísimo a su carrera. “Espero pronto aplicar en mi país todo lo aprendido”, manifestó, para valorar el gran recibimiento a nivel laboral y personal. “Acá las personas son muy abiertas, gentiles, acogedoras. Posiblemente más sanguíneos que nosotros y eso hace que nuestra estadía sea llevadera y feliz”, sostuvo.
Juliette, por su parte, regresó a esta bodega tras haber hecho un impás en Italia y Francia, donde también trabaja en su bodega familiar. “¿Qué hago acá? Un poco de todo, aunque me dedico al tema de las temperaturas y las densidades, algo apasionante”, grafica.
Juliette dijo que la Vendimia se vive diferente en Italia. El clima, particularmente, es muy diferente sobre el Mar Adriático, donde no existe la amplitud que tantos beneficios genera en la uva mendocina. “Por otro lado creo que acá formamos un gran equipo de trabajo que beneficia al producto. No hay margen de error y existe un gran profesionalismo en todo el personal”, reflexionó.
Más allá de que la experiencia mendocina le apasiona, Juliette debe regresar a Francia. “Nuestra bodega es muy pequeña, la manejamos entre la familia y soy la única de tres hermanos que se dedica al vino. Alguien tiene que seguirlo y me encanta”, confesó. El grupo de extranjeros que se desempeñó en Domaine Bousquet se completó con Constance Rocca y Pierre Maillard, ambos de Francia, además de Enea Corti, de Suiza. Todos jóvenes que sumaron experiencia en la región más importante del país y del mundo en materia de vinos.