Tratamientos antiage en Mendoza: cuánto cuesta “detener” el tiempo

El costo mínimo promedio que invierte una persona en métodos estéticos, sin bisturí, puede superar los mil dólares al año, según la clínica y el paciente. Cómo es el nuevo auge de la renovación celular y del envejecimiento saludable.

Tratamientos antiage en Mendoza: cuánto cuesta “detener” el tiempo
Cada vez más mendocinas invierten en tratamientos antiage no invasivos. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

¿Cuánto cuesta en Mendoza intentar “detener” el tiempo con tratamientos antiage, de esos mínimamente invasivos, que no requieren pasar por un quirófano?

Cuando se abre el abanico de propuestas para estar “más lindos”, “más jóvenes” y “más saludables” las opciones son muchas y variadas en medicina estética no invasiva, pero casi todas apuntan a lo mismo: encontrar la mejor versión de nosotros mismos. Algunos, borrando casi de un “plumazo” las arrugas. Otros, estimulando las células y envejeciendo más amigados con la propia imagen.

Llegar a cualquiera de esas metas, sin embargo, no es mágico y, sobre todo, no es barato. Se trata de técnicas y de aparatología que requieren de un mantenimiento regular, ya que ningún método de estimulación y regeneración celular a través de láser, micro inyecciones o frecuencias radioactivas, se hace de una sola vez y para siempre.

Es decir, “la medicina estética sin cirugía es un viaje de ida”, coinciden los expertos consultados por Los Andes y, por ende, tiene un costo fijo de mantenimiento cada año.

El mínimo promedio que una persona destina para “que no se caiga lo que subió” ronda entre los 120 dólares y los 1000 dólares al año, según la clínica y, por supuesto, los deseos y el bolsillo de cada paciente.

Solo la aplicación de toxina botulínica (bótox) en frente, entrecejos y “patitas de gallo”, cuesta entre 120 y 200 dólares. Así como paraliza los músculos y “plancha” las arrugas, éstas vuelven a aparecer entre los cuatro y seis meses. Es decir, al menos dos veces al año hay que pensar en desembolsar plata para mantener el mismo efecto.

En todos los casos, la primera opción o el gran complemento del bótox son los llamados “bioestimuladores”, indispensables a la hora de pensar en tratamientos estéticos con mínima o mediana invasión.

El universo de variantes es cada vez más amplio, pero se basa, principalmente, en diferentes peelings, plasma rico en plaquetas y radiofrecuencia en sus diversas variantes. Todos estimulan el colágeno y la elastina propia de la piel, en mayor o menor medida. Y en ese universo no hay una referencia, ya que los costos pueden arrancar en los 80 y terminar en los 600 dólares anuales.

“Una paciente que se aplicó toxina y se estimula la piel con radiofrecuencia gasta al año unos 400 mil pesos. Es lo mínimo. Es solo para mantenerse”, asegura Johana Di Giuseppe, médica esteticista (Mat: 10868) y dueña de una popular clínica de Estética en la Ciudad.

Adrián Gaspar es médico ginecólogo (M.N: 129542), especializado en medicina estética y del antienvejecimiento. Aseguró a Los Andes que las mujeres pueden llegar a destinar, al año, entre 800 y 1000 dólares en su espacio integral de belleza y salud. “Eso destinan las pacientes solo en mantener lo que ya hicieron rostro y cuello. Si agregamos cremas, limpieza facial o tratamientos corporales la cifra aumenta”, afirma.

El bótox, agrega, es una de las prácticas que más se solicitan en su clínica porque es prácticamente indolora y no posee efectos adversos. Con dos aplicaciones al año en la parte superior del rostro, una paciente debe destinar 300 dólares.

A eso, las mujeres suelen sumarle una limpieza facial de 10 a 20 dólares por mes. Y, si quiere seguir desafiando al tiempo (y ya compró los fideos del mes), una mujer puede optar por la última novedad en láser antiage en rostro y cuello. El costo de tres sesiones al año oscila entre los 400 y 600 dólares.

Mujeres independientes

Las principales consumidoras de estos servicios todo el año son mujeres que oscilan entre los 40 y 50 años y casi todas tienen independencia económica. Eso sí, ya no son solo señoras de clase alta o mujeres que trabajan de su imagen. Ahora la gama de pacientes es mucho más ecléctica, aseguran los expertos consultados.

“Acá viene todo tipo de mujer: está la que ahorra unos meses para un tratamiento y está la que no se fija en cuánto gasta. Pero todas quieren verse mejor en el lugar que estén. Yo creo que quieren hacerse un mimo, tener ese rato para ellas y sentirse lindas”, reflexiona María Belén Puig, licenciada en Kinesiología (Mat: 2748) y dueña de un centro de tratamientos estéticos y depilación definitiva en Godoy Cruz.

La mayoría de las clientas llegan al consultorio para hacerse “lo mínimo e indispensable” que las rejuvenezca, pero que el cambio “no se note tanto” ante la mirada del otro. Luego, van probando otros tratamientos y otros costos. “Muchas veces empiezan con una limpieza facial o sesiones de radiofrecuencia y luego se van animando a más, cuando ven los resultados”, agrega Di Giuseppe.

Bioestimuladores, esa “ayudita” para las células

Los llamados bioestimuladores están en auge debido a su función de regeneran las células mediante la producción de colágeno y elastina en la propia piel. Se trata de un concepto de la medicina estética “más preventiva” que llegó para quedarse, según afirman los médicos consultados.

Di Giuseppe asegura que, si bien éstos son caros porque la mayoría son importados, es lo que más se realiza en su clínica. Puede ser a través de radiofrecuencia, algún peeling o la limpieza facial, en invierno, que copan la demanda.

Dentro ese universo está el “peeling tecnológico”, algo más novedoso, porque renueva las células sin que haya descamación. En inyectables, lo nuevo es el poliláctico, un relleno dérmico que se coloca a través de agujas para disminuir arrugas. En esa línea está el HIFU, una radiofrecuencia multipolar, con ultrasonido focalizado de alta densidad.

Los tratamientos de belleza no invasivos ganan terreno en Mendoza. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Los tratamientos de belleza no invasivos ganan terreno en Mendoza. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

También dentro de los tratamientos más populares con agujas más invasivos (porque a veces requieren de una anestesia tópica), son el plasma rico en plaquetas facial y la hidroxiapatita de calcio, que también regenera el ácido hialurónico.

Daniela es una de esas pacientes jóvenes que ya acuden cada mes y religiosamente para realizarse tratamientos antiage no invasivos. Hace casi dos años, con 32 años, acudió por primera vez para realizarse un peeling y así borrar los granitos y un trauma que la acompañó toda la vida. Los resultados fueron óptimos, dice, y comenzó a probar otros métodos no invasivos.

“Lo tomo como un mimo, un espacio para mí. Voy una vez al mes, hago limpieza facial, peeling, ahora me hago micro needling, perfilado de cejas…de todo. Al principio fui por mis granitos. Ahora busco envejecer feliz, con amor propio”, confiesa, risueña, esta mamá de dos hijos que gasta más de 200 dólares al año en belleza.

Longevidad saludable y calidad de vida

Gaspar se enfoca desde hace varios años en la Medicina del antienvejecimiento. Se reparte entre su clínica en Mendoza, en Buenos Aires y en Miami, donde reside la mayor parte del año. En diálogo con Los Andes aseguró que su trabajo es ayudar a envejecer saludablemente.

“La vejez es indefectible. El tema es cómo llegamos. No es lo mismo envejecer sintiéndonos sanos y vitales a que no. Ahí radica la diferencia”, plantea el especialista.

El trabajo de Gaspar es más holístico y busca detectar el malestar de la persona, sus emociones, sus hábitos, más allá de las arrugas y la flaccidez. Es decir, visualiza cuál es el “escenario” que pone vulnerable a una persona con el paso del tiempo y busca corregirlo, ya sea con barridos energéticos, détox hepáticos o la medición de la inflamación celular. Este último concepto, aclara, es crucial en la generación de enfermedades.

“Yo hago medicina para una longevidad saludable, con calidad de vida. Hay que prevenir, corregir escenarios vulnerables. Además de aparatología y profesionales excelentes, se necesita intuición y trayectoria para revertir en algunas personas muchos años de desequilibrio. Somos un todo. No somos un fragmento”, explica el mendocino.

Di Giuseppe, por su parte, coincide en que la estética está lejos de ser algo superficial. “Me dedico a esto porque me encanta ver a las personas felices con el cambio. Estudié para mejorar la autoestima y la calidad de vida de las personas”, afirma la médica, quien recuerda el caso de una mujer mayor que llegó a su consultorio para pedirle “más labios” porque con la edad ya no tenía piel para pintarse.

“Quería volver a pintarse los labios, así que le pusimos un poquito de ácido hialurónico; es decir, un poco de relleno para que pudiese volver a verse con sus labios pintados. Esa abuelita estaba feliz. Esas cosas –completa la doctora– dan mucha satisfacción”.

Los hombres cada vez se animan más

Los varones también están siendo parte de una clientela cada vez más grande en Mendoza. Los primeros, hace ya varios años, se animaron con buscar métodos contra la calvicie y con la depilación definitiva. En los últimos años, está llegando otro tipo de varón, aseguran los profesionales de la estética.

Muchos llegan con ganas de borrar su acné, disminuir arrugas y líneas de expresión, incluso piden rellenos con ácido hialurónico para rejuvenecer su rostro. Un ejemplo es Bryan, quien llegó a una de las clínicas consultadas muy triste. Lo avergonzaba poner su foto en Facebook o en su perfil de Whatsapp por la cantidad de acné que exhibía en su rostro.

Inició un tratamiento, con un método láser, y cuando logró disminuir los pocitos, como secuelas del acné, se animó, al fin, a mostrarse en sus redes. “Cada año vuelve para mantenerse. Le cambió la vida”, cuenta Johana Di Giuseppe, la médica esteticista a cargo del importante cambio en la autoestima de Bryan.

En el de caso de Mario Carrasco, de 68 años, la transformación fue aún más profunda, ya que fue en búsqueda de un equilibrio hormonal en el consultorio de Adrián Gaspar. “Hice mi primera consulta después de los 60 porque me sentía cansado. Luego de varios estudios y tratamientos (sueros de vitamina C, limpieza en la sangre de metales pesados, suplemento de Omega3, testosterona, renovación de sangre, etcétera) me siento con la misma vitalidad física y mental de un hombre de 35″, jura este profesor de Educación Física y empresario.

“Todos vamos a morir, pero podemos morir sanos y no enfermos, mientras disfrutamos más de nuestra vida, nuestros hijos, nuestros nietos y el trabajo”, concluye Carrasco.

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