Tras casi seis años de actividad ininterrumpida cerró Grita Silencio, el famoso boliche de Chacras de Coria. Pese a los esfuerzos de los dueños, el emblemático local se sumó a la lista de negocios que cayeron por las restricciones de la cuarentena.
El lugar, ubicado en la Panamericana, se destacaba por sus enormes instalaciones en las cuales supo recibir entre 1000 y 1500 personas por noche.
“Fue la crisis. Es un negocio que está teniendo cero rentabilidad y tiene costos fijos de estructura muy altos. Por estos días los dueños empezaron a vender parte del mobiliario”, expresaron desde la empresa.
Crónica de una muerte anunciada
El 14 de marzo pasado, ante el avance de la pandemia que estaba estremeciendo a Europa, los dueños del local cerraron sus puertas de manera preventiva.
Seis días después, el 20 de marzo, el Presidente decretó el aislamiento social obligatorio en todo el país y millones de empresas debieron suspender su actividad en la que será recordada como la cuarentena más larga del mundo.
No obstante, la situación fue mejorando en algunas zonas del país y el 13 de mayo, en la etapa de distanciamiento social, el Gobierno provincial habilitó la apertura de algunos rubros entre ellos bares y restaurantes.
Ante esta posibilidad, muchos negocios prepararon los protocolos correspondientes y volvieron a la actividad aunque de manera parcial. En el caso de Grita Silencio, los dueños se reinventaron y lo abrieron como bar.
Con las medidas sanitarias el local quedó habilitado para atender a 86 personas. Menos del 10% de una noche normal.
“Hubo momentos de esperanza cuando se abrió el bar más la ayuda del Gobierno se pensó que se podía mantener abierto y así sostenerlo con algunos gastos fijos hasta que se volviera a la normalidad”, explicó la encargada de la comunicación, Ana Saldaña, a Los Andes.
“Los dueños conocían muy bien el rubro y gracias a su experiencia pudieron mantenerlo vigente durante tantos años. Había pasado otras crisis y siempre había encontrado la forma de ajustarse y seguir adelante. Ha habido muchas crisis pero jamás una pandemia”, agregó.
Sin embargo, la opción de funcionar como bar no dio los réditos suficientes para mantener al “monstruo” de Chacras por el que la mayoría de los jóvenes mendocinos han pasado.
El golpe de gracia
A mediados de julio se supo que un grupo de personas que habían estado festejando un cumpleaños en el bar habían dado positivo a coronavirus. El encuentro había ocurrido el 11 de ese mes.
Inmediatamente se activaron los protocolos correspondientes y dieron seguimiento a los ocho casos. Aparentemente, una chica que asistió había sido contagiada por su papá y fue ella la que generó el resto de los contagios en la reunión.
“En ese caso quedó demostrado que los protocolos funcionaron porque fuera del grupo nadie se contagio. De los empleados del lugar no ha habido ningún contagiado”, recordó.
Sin embargo, el hecho le jugó en contra al bar y en los siguientes días hubo menos clientes que los que ya tenían. “Probablemente ese fue el golpe que aceleró el desenlace”, manifestó.
Las experiencias en el resto del mundo han demostrado que la vuelta de los boliches o eventos masivos parece un futuro bastante lejano.
“Hemos estado viendo lo que sucede en los países europeos, más concretamente España, y cada vez vemos más lejana la posibilidad. Hasta que no haya una vacuna es muy difícil que se pueda lograr”, reflexionó.
Así, con todos los factores en contra el emblemático boliche cerró sus puertas para siempre. El 31 de agosto habría cumplido seis años.