Además de ser secretaria de la parroquia San Cayetano de Godoy Cruz y una mujer comprometida con la iglesia, Elizabeth Sosa, de 48 años, casada y mamá de dos hijos, es ministra extraordinaria de la eucaristía y devota del patrono del Pan y del Trabajo.
Por eso hoy es, para ella, una fiesta. Una jornada que espera casi con ansiedad durante todo el año y, además, un día diferente, donde el trabajo se combina con la fe y la gratitud. “Por eso las horas no pasan”, advierte, en diálogo con Los Andes, para relatar que a las 5.30 estaba firme en Anatole France 630 y que allí, entre la multitud, continuará hasta pasada la medianoche.
“Es tanta la alegría que no me doy cuenta de pasan las horas. Incluso traigo mi vianda, pero todo pasa a un segundo plano. Es muy emocionante y reconfortante observar a los fieles mendocinos ingresar a la parroquia con lágrimas en los ojos, muchos pidiendo trabajo, por supuesto, pero otros tantos agradeciendo”, reflexiona.
La parroquia que lleva el nombre del santo que se celebra en esta ocasión no se queda solo con los rezos y las plegarias: ayuda con ropa, alimentos y brinda talleres gratuitos para que las personas desempleadas se puedan insertar al mercado laboral.
Elizabeth vive muy cerca de la iglesia, en el barrio Bancario, precisamente en el centro neurálgico donde se realiza la clásica procesión. Hoy, el movimiento fue incesante desde las 6.30 de la mañana cuando ella misma abrió las puertas del templo.
“La primera misa se realizó a las 7 y la última se hará a las 22.30. Creo que llegaré a casa pasada la 1 de la mañana, agradecida y feliz”, anticipa la mujer, que es mamá de Tomás y Paula. “Mi hija está hoy acá tocando la guitarra en los oficios religiosos”, cuenta.
La misa central, aclara, está programada para las 17, a cargo del sacerdote Marcelo Mazzitelli.
Su devoción por este santo que otorgó tantos milagros surgió naturalmente, aunque en gran parte, dice ella, por vivir en la propia comunidad de la iglesia. Sus hijos tomaron la Primera Comunión aquí y, de allí en más, nunca se alejó. Hoy, su esposo Pedro se está formando para el diaconado.
“San Cayetano jamás me ha hecho faltar el trabajo, tampoco a mi esposo, y eso es algo que agradezco y valoro todos los días. Entiendo que estamos en una época de crisis económica y de desempleo, por eso mucha gente se acerca a pedir trabajo, pero también una gran cantidad de fieles simplemente agradecen”, diferencia.
Y no solo muestran su gratitud por tener un trabajo, sino un techo, alimentos y salud. Así, a lo largo de los muchos años que lleva en este lugar, Elizabeth fue testigo de numerosas historias de vida, muchas felices y también de las otras.
“Me llama mucho la atención, a la hora de dar la eucaristía, las manos agrietadas de muchas personas. Es sinónimo de trabajo, de lucha. Es muy emocionante observar a la gente profundamente conmovida”, insiste.
El frío y la lluvia no opacaron la afluencia, que suele ser más notoria en horas de la tarde. “Tratamos de que haya misas a toda hora para que aquel que está ocupado pueda acercarse cuando le quede mejor”, explica.
Los fieles se acercan todo el año a la parroquia, aunque especialmente los 7 de cada mes. “Siempre tenemos visitas de peregrinos”, asegura, mientras que la ayuda a los que menos tienen se canaliza a través de Cáritas Parroquial los martes y jueves de 15 a 17.
“Llevamos un registro para que todos reciban ayuda. Además, Cáritas brinda capacitaciones para que aquellas personas que lo deseen se formen y aprendan un oficio. En este momento se está dictando un taller de calzados a cargo de una profesora que afronta la iglesia y también los insumos. Es una manera de que exista una salida laboral”, explica.
Elizabeth opinó, además, del gran desafío al que se están enfrentando hoy numerosos puestos de empleo en relación a la Inteligencia Artificial. “Creo que la inteligencia artificial no conspira contra la fe ni contra el trabajo. El avance de la ciencia no se contrapone en ningún aspecto con Dios ni con la religión”, advierte y acota: “Pienso que más bien tiene que ver con el uso que hacemos las personas de la Inteligencia Artificial. En sí misma no es ni buena ni mala”.
Agradecida por el pan
Liliana Ponce tiene 74 años y hace exactamente 30 que colabora cada 7 de agosto en esta parroquia que, a esta altura, es parte de su vida.
Católica apostólica romana -como se define- y jubilada, asegura que cree fervientemente en todos los santos, a quienes jamás se olvida de agradecer. “No solo por el trabajo que dignifica, sino por la salud y los alimentos”, agrega, mientras junto a un grupo de voluntarias separa las velas de las espigas que se ofrecen a la venta en las puertas de la iglesia.
Liliana fue toda la vida ama de casa y asegura que en su hogar, también del barrio Bancarios de Godoy Cruz, jamás faltó el trabajo. “Soy una persona agradecida y ni el frío ni la lluvia me hacen mella hoy”, aclara.
Dice, finalmente, que la mejor hora del día para los fieles es luego de la peregrinación, de la que también tomará parte. “Mucha gente prefiere venir cuando sale del trabajo y eso sucede a la tardecita”, concluye.