Trabajadores “quemados”, el síndrome que potenciaron el aislamiento y las exigencias laborales

El llamado “burnout” se presenta con un agotamiento extremo y reducción del desempeño, asociado a estrés crónico.

Trabajadores “quemados”, el síndrome que potenciaron el aislamiento y las exigencias laborales
Imagen ilustrativa / Web

Quemados. Así dejó a muchos la cuarentena. Ayer se cumplieron tres meses desde la implementación de la fase 1 del aislamiento obligatorio y no ha sido gratuito, en particular para la psiquis de los trabajadores que siguieron con sus actividades adaptados a las nuevas circunstancias. Por ello, se habla de un incremento de casos de “burnout” o síndrome del trabajador quemado: literalmente agotados y ya sin energía. El impacto redunda en una disminución del rendimiento laboral y la calidad de vida.

Mariela (31) tiene dos hijos y un trabajo que le está exigiendo más que nunca; está extenuada y así no rinde. Está sola con ellos y uno tiene 3 años. Eso hace difícil trabajar, a lo que se suma todo aquello de lo que debe ocuparse en su casa.

Contó que por las noches siente falta de aire y duerme mal. “Por primera vez he sentido miedo a la muerte”, confiesa. En la empresa les piden que vayan a trabajar a toda costa, que si se contagian de Sars Cov-2 es parte. “A veces siento mucho dolor de pecho, como si tuviera un elefante encima. Sensación de que me ahorcan, dolor en la garganta, me duelen las costillas y me transpiran las manos”, describe.

Demasiada presión

Tras la declaración del aislamiento el 20 de marzo, adaptarse a las nuevas condiciones de vida y sobre todo de trabajo demandó energía y recursos extra. El teletrabajo desdibujó límites, no sólo los horarios de dedicación sino aquellos que separan lo laboral de lo doméstico.

Se sumó una nueva forma de trabajar en la que muchos jefes incrementaron las demandas y pesó de más la hiperconectividad, casi full time. Es parte de las causas de que haya muchas consultas por el síndrome del trabajador quemado, que ocurre cuando se está expuesto a un estrés continuo.

Fernanda Benitez es médica del Trabajo y pertenece a la Dirección de Salud Ocupacional de OSEP. “Se ha visto un desgaste emocional muy grande -explicó- que ha afectado tres ejes: trastornos del sueño, -la mayoría con insomnio-, la alimentación y el estado de ánimo, esto prolongado en el tiempo lleva a un burnout”.

Características

La Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales española enumera los síntomas:

-Agotamiento emocional: las personas sienten que ya no pueden dar más de sí mismos a nivel afectivo.

-Despersonalización: desarrollo de sentimientos negativos, de actitudes y conductas de cinismo; endurecimiento afectivo y conductas que son vistas como deshumanizadas.

-Baja realización personal en el trabajo: los trabajadores se sienten descontentos consigo mismos e insatisfechos con sus resultados laborales.

El impacto es tal que el año pasado la Organización Mundial de la Salud incluyó el “burnout” en su lista de enfermedades asociadas al empleo.

“Es más que la respuesta del ser humano frente a un estrés laboral crónico. La persona pierde la capacidad de hacer frente a esta tensión laboral. Por ello, se siente siempre cansado, desmotivado y su productividad se elimina casi por completo”, explica la consultora Adecco Argentina en un informe.

La organización advierte que se presenta un agotamiento intenso, con una sensación enorme de falta de energía. También desapego por el trabajo y todo lo relacionado con el mismo, baja o nula autoeficacia y sensación de ausencia de realización personal.

“Todo esto se asocia frecuentemente con ansiedad, hostilidad, ira, depresión o tristeza. Además, se produce una alteración del comportamiento, abriendo paso a hábitos tóxicos”, detallan.

Aumento de casos

El Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo XXI en una investigación concluyó un aumento de 5% del agotamiento por “burnout” o síndrome de estrés laboral crónico. El 48% de los consultados indicó que “siempre o casi siempre” le resulta difícil relajarse luego de una jornada laboral. Al 36% cada vez le cuesta más comenzar a trabajar y el 38% se encuentra tan cansado que no puede dedicarse a otras cosas después de finalizar su jornada.

Tan sólo 30 días después de iniciado el aislamiento ya se advertían en Mendoza personas con características asociadas a esta situación. Pudo constatarlo el servicio de Salud Mental del hospital Lagomaggiore en un abordaje. Detectaron que 81,3% había presentado cambios en su estado de ánimo, entre ellos incertidumbre (42,7%), ansiedad (32,9%), angustia (24,4%) e irritabilidad (14,2%).

Además tiene consecuencias en la calidad de vida ya que estaban asociados a síntomas somáticos tales como: desgano (48,1%), cefalea (28%), cansancio excesivo (20,3%), dificultad para respirar (5,1%), opresión en el pecho (8,6%) y sudoración en las manos (1,1%).

Flor Angelini, psicóloga de ese servicio, comentó que se han cambiado dos parámetros muy básicos en la cotidianidad: el tiempo y el espacio. Dijo que estar conectado todo el tiempo favorece el “burnout” y hoy hay jornadas laborales extensas, sin horarios definidos ni pautas saludables.

Además, “las casas se han convertido en espacios donde simultáneamente se desempeñan varios roles. A las madres les toca la casa, el trabajo y los hijos, si tienen una teleconferencia deben buscar un lugar tranquilo en la casa y a alguien para dejar a los chicos”, señaló.

Hay más exigencias laborales, la sensación de peligro frente a la pandemia, la inquietud de lo económico, “es muy probable que los niveles de agotamiento se vean afectados”, subrayó.

Dijo que a diferencia de otras circunstancias en que los pacientes pueden identificar una causa ahora es más general y no pueden identificar lo que hace más difícil resolverlo.

En tanto, Benítez mencionó que han sido situaciones estresantes para quienes trabajan en su hogar como para quienes han tenido que salir por los cuidados y temores que tiene este último grupo.

Los más afectados

“Diversos estudios confirman que este fenómeno afecta más a las mujeres que a los hombres. También son más susceptibles de padecerlo personas sin pareja o con poco apoyo familiar. Además, suele aparecer en los primeros años del desarrollo profesional de los trabajadores. Por ello, las estadísticas revelan que el porcentaje de empleados jóvenes con síndrome del trabajador quemado es mucho más elevado que en los mayores de 35 años”, resalta el informe de Adecco.

La universidad Siglo XXI concluyó que las personas más afectadas son mujeres en el rango etario comprendido entre 41 y 51 años. En contraparte, los menos perjudicados fueron quienes pudieron continuar con su actividad laboral en un horario flexible.

Factores que influyen en el burnout

La consultora Adecco enumeró qué factores influyen y sus señales:

-Carga de trabajo excesiva: uno de los síntomas más relevantes es el agotamiento. Está directamente relacionado con la sobrecarga de trabajo o por realizar las funciones incorrectas. Sensación de no poseer las habilidades necesarias para desarrollarse profesionalmente.

-Pérdida de control: Sensación de falta de satisfacción personal. Suele asociarse a la problemática de intentar controlar todo el trabajo que debe realizarse o de asumir mayores responsabilidades de las que se deberían

-Falta de reconocimiento: los estudios globales reflejan que, de los trabajadores que renuncian a sus empleos, casi el 80% lo hacen por la falta de reconocimiento. De hecho, el 60% refleja que se siente más motivado por el reconocimiento que por la retribución económica.

-La importancia de las comunidades: influye si la persona prospera en la comunidad o es solitaria. En comunidad se comparten los elogios, el consuelo, la felicidad y el humor. Sin embargo, el trabajador independiente suele sentirse solo y es más propenso a los conflictos.

-Tipo de trato: si el trabajador siente que es tratado injustamente, las probabilidades de padecer el síndrome del trabajador quemado aumentan. El trato injusto incluye prejuicios, el favoritismo e, incluso, el maltrato directo por parte de algún compañero. La no confianza en los colegas, el gerente o el líder genera una disociación psicológica con ellos y sensación de sinsentido.

-Coincidencia de valores: siempre que los valores empresariales no coincidan con los personales, existirá un problema de coexistencia y más chances de burnout.

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