La búsqueda de la felicidad es una aspiración que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad. Tal es así la importancia de ella que ha sido consagrada en documentos significativos como la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, o la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
A pesar de su importancia, la felicidad a veces se nos hace difícil de conseguir: según el científico social estadounidense Arthur C. Brooks, tal vez la clave sea en ver la felicidad como un camino continuo en lugar de un destino fijo. Antes que perseguir un estado transitorio e inevitablemente efímero, deberíamos esforzarnos por vivir vidas más plenas y satisfactorias.
El concepto de felicidad, como explican Brooks y la presentadora Oprah Winfrey en su libro “Build the life you want” se parece más a un estado que surge de la interacción de diversos factores y se caracteriza por la predominancia de emociones placenteras como la satisfacción y el bienestar.
Estas emociones están mediadas por procesos químicos en el cerebro, influenciados por estímulos externos, y por tanto, son cambiantes y no pueden mantenerse todo el tiempo de la misma forma.
Para Brooks, la clave reside en desarrollar y seguir un plan de acción que abarque todos los aspectos de la vida diaria, lo cual nos conducirá a una mayor felicidad en el día a día. Sin embargo, advierte sobre el peligro de obsesionarse con alcanzar metas específicas, ya que la satisfacción que proporcionan esas metas es cambiante y no dura mucho.
La búsqueda insistente de logros puede llevar a sentimientos de frustración, contrarrestando el propósito original de ser más felices. En cambio, el objetivo debería ser experimentar placer en las situaciones y estímulos cotidianos.
Brooks sugiere que para mejorar nuestra vivencia personal, debemos prestar atención a áreas cruciales como el trabajo, la familia, las amistades y nuestras convicciones personales. Aunque factores externos están fuera de nuestro control, podemos hacer que el viaje hacia la felicidad sea más emocionante y menos frustrante, sin obsesionarnos con alcanzar objetivos concretos.
La felicidad no debe ser vista como un estado estático o un resultado final, sino como un proceso continuo y dinámico que involucra la gestión consciente de nuestras experiencias y emociones diarias.