Alicia Botti está emocionada. Sus palabras lo reflejan. Y no es para menos: tiene 73 años y, además de ser la abanderada de la escuela Ernesto Guevara, este sábado fue una de los 249 estudiantes que recibieron una bicicleta como reconocimiento a su esfuerzo por parte de la Municipalidad de Godoy Cruz. Fue, sin lugar a dudas, la más aplaudida de todos.
“Tenía algo pendiente en la vida: era hacer la secundaria y este reconocimiento al esfuerzo es algo hermoso; estoy súper agradecida”, contó con emoción la mujer. “Lo hago con muchas ganas. Cuando empecé tenía un poco de miedo pero me mimaron y ayudaron mucho en la escuela; es lo mejor que pude haber hecho. Tengo todo 10 y soy muy autoexigente”, agregó entre risas en una charla con Los Andes.
Alicia está lejos de pretender ser un ejemplo. Sin embargo, lo es. Por eso el aplauso sostenido de quienes fueron a ver la entrega del premio. Y por eso las palabras de aliento de sus familiares.
Salir adelante
Esta madre de cinco hijos y abuela de 11 nietos reconoce que hubo un quiebre en su vida que dirigió sus pasos hacia la secundaria, para poder terminarla. “Yo no anduve muy bien durante algún tiempo. Tuve una pérdida grande. Pero le prometí a mi hija que iba a seguir acompañándolos y seguir viviendo. Las penas las llevás pero las demás personas no tienen la culpa de lo que pasa y, aunque cuesta, hay que continuar”, dice Alicia, quien vive en el barrio Foecyt.
Así fue como retomó su objetivo de terminar con los estudios. Antes fue a un centro de jubilados para trabajar con una psicopedagoga, con una psicóloga y con una profesora de Literatura. Pero ella sintió que todavía faltaba algo.
Por eso encontró su lugar en un CENS del barrio La Estanzuela, lugar del que hoy es abanderada. “Me casé joven y en aquel entonces si dejabas la escuela no importaba. Nadie te lo exigía. Luego me anoté tres o cuatro veces pero, como pagaba una facultad privada a uno de mis hijos, no tenía tiempo para estudiar porque tenía que trabajar”, cuenta. Así es como fue postergando la decisión y su objetivo de terminar.
Cuando empezó en la escuela Ernesto Guevara se reencontró con los libros, con materias que le gustaban mucho y a las cuales siempre llevó al día y con las más altas calificaciones. Y aunque admite que se asustó con un profe de Lengua que la enfrentó con las dificultades propias de retomar los estudios, finalmente se terminó adaptando.
“Me asustaba un poco el ritmo, pero después no tuve problemas. El nivel de profesores en ese CENS es para sacarse el sombrero. Desde el director hasta el personal de ordenanza”, dijo Alicia, quien vende productos de estética y cuidado personal.
Le fue tan bien a la estudiante de 72 años – en esa época- que como en segundo año no había estudiantes con buenas calificaciones, Alicia fue elegida para hacerlo, aún cuando todavía no terminaba primer año. “Y el año pasado que fue todo virtual me fue muy bien. Soy muy exigente conmigo. Me manejé mucho con el celular y la verdad es que no tuve problemas”, reconoce.
Deuda saldada
Alicia está a un paso de cumplir con un objetivo largamente postergado (aun no termina el ciclo lectivo). Dice que es algo que se debía y ahora ya se permite pensar, advirtiendo que la salud debe acompañarla y no pegarse “el bicho” (Covid-19), en continuar con sus estudios en “algo relacionado con la literatura”.
“Los profes te miman tanto que te cambia la vida. Conmigo lo hicieron. Mis nietos que están en España dicen que soy su orgullo y muestran mis fotos de estudiante a sus compañeros. Ahora quiero seguir, si Dios me da la salud para terminar. Me gusta mucho todo lo que tiene que ver con lo narrativo, con los cuentos y la novelas”, detalla.
Para terminar, y sin dejar de recordar que las horas en el CENS le ayudaron a sobrepasar sus problemas personales y el contexto de pandemia, dijo que la jornada de reconocimiento vivida el pasado sábado fue muy especial. “Me corrían las lágrimas de felicidad. Te sentís tan especial por cómo te tratan que pareciera otro mundo y no en el que vivimos”, terminó.