Gisel nació el 30 de marzo de 1989, en la casa de la partera Delia Rosa Mascareño de Gómez, en calle Pellegrini 945 de Godoy cruz, Mendoza. Su madre biológica era o es pelirroja y tenía alrededor de 30 años, llegó en taxi a dar a luz a Gisel Martorell. A la hora la dieron en adopción. Hoy, Gisel busca a esa madre biológica y pide ayuda para quien pueda aportar algún dato para llegar a su identidad.
“Te busco mamá/papá, y pongo toda mi fe en encontrarte. Sin prejuicios, solo quisiera conocerte, saber tu historia, ver si nuestros ojos tienen el mismo brillo, saber si tengo hermanos o sobrinos, hay una pieza de mi rompecabezas que me falta, la primera, la de mi identidad”, puso Gisel en su cuenta de Instagram.
Tiene 33 años, en el 2016 sus padres le contaron que era adoptada, que ellos habían querido tener hijos y no podían. Antes de eso, ella nunca había sospechado nada. Recuerda que unos años atrás se había enterado que su hermano sí era adoptado, porque el padre “metió la pata”, pero que se creyó la historia de que ella no.
Volvió a tener dudas al escuchar una propaganda de Las Abuelas de Plaza de Mayo, en donde decían que si te hacía ruido algo o no veías fotos de tu mamá embarazada podías ser hija de hija de desaparecido. Ahí se dio cuenta de que no había fotos de su madre embarazada, pero podía pasar por lo que en esa época no era tan común sacar tantas fotos. Por lo que sus inquietudes habían desaparecido.
La verdad sobre su nacimiento
Finalmente, sus padres le contaron que habían ido a anotarse para una adopción legal pero jamás los contactaron. “Lo que mis papás me contaron era que a mi hermano lo esperaron. Le pasaron el contacto de esa doctora y fueron hablar y les dijo que ‘a mediados de junio hay una mujer que va a venir a dar a luz y quiere dar a su hijo” contó Gisel a Los Andes.
Nueve años después, su hermano pidió una hermanita, y volvieron a hablar con la misma partera quien les dijo que ya no era tan fácil como en esa época. Sin embargo, el 30 de marzo de 1989 los padres recibieron la llamada de la partera, les dijo que tenía una niña que si la querían la fueran a buscar. Y fueron y llevaron a Gisel a un hogar lleno de amor.
Tanto ella como su hermano nacieron en una clínica ilegal, en la casa de una partera que trabajaba en una clínica en Rivadavia, en Tunuyán y en la Clínica Pellegrina. Tuvieron la suerte de que los padres que los adoptaron les dieron todo el amor del mundo y nunca les faltó nada, “Estoy muy agradecida con mis padres porque sin ellos yo no estaría acá” reflexionó emocionada.
Al enterarse de la verdad, al principio tuvo sentimientos encontrados, de rechazo, de abandono “pensé cómo mi mama no me va a querer, cómo me va abandonar. En un primer momento fueron un montón de sentimientos horribles. Después, con psicóloga, terapia, meditación, reiki y un montón de cosas, me han hecho cambiar esa forma de pensar, y la verdad que ya no la juzgo” contó Martorell.
Añadió “yo no sé cuál era el contexto, ni la situación por la que estaba pasando ella. Ya no lo veo como un acto de rechazo, lo veo como un acto de amor realmente. Porque si no me podía maternar, por el momento que estaba pasando, me dejó en un lugar donde sabía que me iban a cuidar. Y la verdad que soy una bendecida por los padres que me tocaron, ellos son lo más.”
La primera pista
Cuando Gisel decidió que quería conocer a su mamá biológica y buscarla, luego de pensar: “no me quiero quedar con que nunca lo intenté. Con probar no pierdo nada”, habló con sus padres adoptivos y estuvieron de acuerdo. Así fue que la ayudaron y empezaron con la primera pista: la partera que la trajo al mundo.
Llegaron a la calle Pellegrini 945 de Godoy Cruz y golpearon la puerta. La partera ya era grande, tenía unos 87 años, por lo que los atendió la hija. Gisel le contó que había nacido el 30 de marzo de 1989 y la reacción sorprendió a todos: “Yo te traje al mundo” le respondió la hija de la partera, y le contó que se acordaba patente del caso porque ella era el único bebé que había traído al mundo, ya que ella era maestra, no partera. Hasta le dio el dato de que su madre no le había traído ropita y ella le puso ropa de su hijo de un año y medio.
“No me olvido más de la cara de tu mama, era bien blanca y pelirroja. Tu mamá llegó en un taxi”, le contó la hija de la partera a Gisel. Lo cual, asegura, le hizo ruido porque ella es morocha, pero puede ser que sea parecida a su padre. Al preguntar sobre la edad le contó que debió haber tenido unos 28 o 30 años.
Sin embargo, no sabía el nombre ni el apellido. Solo pudo confirmar que su hermano, quien también es adoptado, no es hijo de la misma madre.
Gisel se hizo también un ADN en ADN FAMILY TREE, es una base de datos mundial que si hay coincidencias con alguien te notifican. También te dice los orígenes de tu sangre, los antepasados, etc. Ella cuenta “ahí tuve coincidencias con primos de 3° y 4° grados, lo cual no sirvió de muchos. Pero ahí terminamos de confirmar que no somos parientes biológicos con mi hermano”.
Buscar a su madre biológica y su identidad, para ella ha sido muy movilizante. Fue tomando pasos, exteriorizando lo que sentía, lo que pensaba, “me costó mucho hablarlo porque siento que lastimo mucho a mis papás. No está en juego nuestro amor, ni ellos van a dejar de ser mis papas, pero siento que por ahí los lastimo un poco por querer saber.” Contó Gisel.
Por momentos siente angustia, por momentos esperanza. Ve casos de gente que encuentra a su familia, como así también ha hablado con otros que hace 32 años buscan su identidad y no la han encontrado. Ella no pierde sus sueños: “quiero ser optimista, quiero tomarlo con buena onda y la mejor energía pero bueno, soy realista, sé que a lo mejor nunca encuentre respuestas o encuentre cosas que no me gusten. Trato de tomarlo con paciencia y que no me gane la ansiedad”.