Con los informados ayer, Mendoza superó los 300 casos detectados de Covid-19 desde que la pandemia de Sars CoV-2 pisó suelo provincial. Concretamente ya son 303 los detectados.
La calma sabatina del 21 de marzo se rompió con el anuncio del gobernador, Rodolfo Suárez, en Twitter.
“Les informo a los mendocinos que hace instantes me confirman el primer caso en la provincia. Mujer de 62 años llegada de Italia. Está internada aislada y sus contactos en cuarentena. Ahora a cuidarnos más que nunca. El Ministerio de Salud ampliará información”, resumió el mandatario.
Y con eso Mendoza dejaba de ser mera espectadora para empezar a ser parte de la nueva forma de vida impuesta por el virus.
Tensa calma
Ya estábamos aislados y en alerta. Desde el día anterior regía el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio en todos el país, que el presidente Alberto Fernández había anunciado la noche del jueves ante la estupefacta mirada de los argentinos.
Teníamos la ventaja de recibir al “ilustre desconocido” un poco más tarde que el resto del mundo y por ello, con algo más de herramientas.
El sistema sanitario ya venía preparándose antes de entonces, buscando dejar camas disponibles, entornos aislados para posibles pacientes infectados y aceitando protocolos.
Mendoza llevó la situación tranquila durante meses, con casos esporádicos y mesetas de varios días sin novedades. Además, salvo algunas excepciones se trató de casos con nexo epidemiológico, es decir que pudo identificarse el foco de infección y controlarse a los contactos estrechos.
Casos fatales
El primero fallecimiento se produjo el 27 de marzo y fue anunciado por la ministra de Salud, Desarrollo Social y Deportes, Ana María Nadal, en conferencia de prensa. Se trató de un hombre de 81 años, que había estado en un crucero por el Caribe.
El segundo fue otro hombre, en este caso de 73 años quien perdió la vida el 1 de abril y había estado en Mar del Plata. Se trató de un caso emblemático ya que confrontó a los mendocinos por primera vez con uno de los aspectos que ha desatado la pandemia: el miedo, la discriminación y la violencia. La familia, que vive en el barrio Municipal de Las Heras, sufrió amenazas y “escraches” y los grupos de Whatsapp de los vecinos ardían.
Luego siguieron otras pérdidas hasta que Mendoza sumó 10 fallecidos, aunque no han ocurrido recientemente. La mayoría de los infectados han sido personas jóvenes y de mediana edad que han transitado la enfermedad con cuadros leves o asintomáticos.
Incógnitas
Algunos de los casos dejaron incógnitas ya que no pudo determinarse cómo se infectaron.
Uno de ellos es el residente de 78 años del hogar Santa Inés de Ciudad que además puso los pelos de punta a más de uno porque los geriátricos estaban señalados como territorio de alto riesgo.
El hombre fue internado y recibió el alta pero pese a haberse realizado testeos a otros residentes y trabajadores del lugar nunca se encontró otro positivo en torno suyo.
Tampoco se supo el origen del contagio de los dos infectados de Tunuyán: el chofer de colectivo y el albañil. En torno a ellos se tejieron conjeturas sin certezas y hubo rumores entre vecinos de la zona. Sin embargo, pese a los testeos, no se dio con ningún portador del virus.
El curioso caso del hombre de Jaime Prats, en San Rafael es otro que dejó de investigarse. Tenía cáncer de pulmón y falleció pero en torno suyo no pudo encontrarse nadie con el virus y de hecho, no ha habido otros detectados en el departamento.
Se complica
El 12 de junio marcó un antes y un después en las instancias de la pandemia en Mendoza. Ese día se informó sobre el famoso caso 98, que además de asociarse a una cadena de contagios tuvo ribetes policíacos con una causa penal incluida. De hecho, cuando se recuperó, el hombre fue detenido.
Es oriundo de Luzuriaga y se le atribuyó haber organizado una fiesta con más de 20 personas cuando esto aún no estaba permitido, motivo de otra sanción.
Al avanzar la investigación se descubren más infectados pero lo complejo del caso es que no hubo certezas de poder llegar a todos y las autoridades sanitarias temieron dejar cabos sueltos.
Fue el primer contagio por conglomerado y así cambió el escenario local. Pero además empujó al gobierno a cambiar la estrategia y salir a hacer testeos aleatorios entre vecinos para saber si había circulación comunitaria. No se encontraron muchos que dieran positivo.
Allí se dio con una mujer con una tienda de ropa que tenía el virus. Una allegada que había dado positivo fue a una consulta con el ginecólogo del hospital Español y así se generó otra cadena: el médico resultó infectado y el virus siguió su recorrido. Llegó así hasta otra de sus pacientes que se transformó en la primera mujer embarazada de la provincia con Covid-19.
En San Martín se generó otro foco por conglomerado. Primero llegó un transportista positivo, luego otro. Se contagió un hombre que trabaja como personal de limpieza en el lugar, luego familiares y personal sanitario. Todos quedaron internados en el hospital Perrupato de ese departamento.
No puede dejarse fuera entre los emblemáticos el caso de Las Heras asociado a un cumpleaños que se hizo cuando no está permitido. Una mujer, su pareja y su hijo resultaron positivos en el Barrio Espejo. Tras enterarse del festejo las autoridades durante la investigación epidemiológica debió desplegarse una estrategia sanitaria de búsqueda en el lugar. En el mismo departamento resultó infectado un profesor de Educación Física y su novia, asociados al padre de la chica, que viaja frecuentemente a Chile y dio positivo.
Hubo otros focos en Guaymallén , asociados al trabajador de un Rapipago. Otro en una empresa de servicios informáticos y en la feria de Godoy Cruz, además de enfermeras del hospital Notti.
Pero quizás lo segundo más complejo, luego del caso 98, es la serie de infecciones que se detectaron en personal sanitario del hospital Lagomaggiore que además implicó escudar a sus compañeros. Esto implicó afectar la disponibilidad de profesionales en los servicios además de poner de manifiesto otra de las caras crudas de la pandemia: el riesgo al que se exponen quienes están en primera línea poniéndole el cuerpo a la batalla.