Tenemos con qué enfrentar la incertidumbre

No sabemos cómo serán los tiempos venideros, pero los mendocinos sabemos cómo fueron los tiempos pasados: de planificación, creatividad, esfuerzo y paciencia. Y con esos valores tenemos la fibra cultural suficiente para sortear todos los obstáculos.

Tenemos con qué enfrentar la incertidumbre
La matriz productiva de Mendoza es una de las certezas de Mendoza dentro de un futuro incierto. Foto: Los Andes

El politólogo estadounidense Kenneth Waltz decía que “la incertidumbre es un hecho de la vida, pero otorga un beneficio a la previsión”. Los desafíos que enfrenta Mendoza son tan grandes como inciertos, pero podemos poner una ficha en que estamos haciendo las tareas preventivas necesarias para que nos sorprendan lo menos posible.

Si queremos hablar de “la Mendoza del futuro”, lo primero que debemos reconocer es que no sabemos cómo será ese futuro. Hace treinta años, no teníamos hoteles cinco estrellas en nuestra provincia, y leer un diario a través de un teléfono parecía una ficción; hace poco más de veinte, ninguno imaginaba algo parecido a una red social (Facebook nació en 2004); hace solo cuatro o cinco, casi nadie hablaba de Inteligencia Artificial. Mientras más ejemplos encontremos de cómo hemos cambiado, más clara estará la dificultad de predecir cómo serán las próximas décadas.

Una mala noticia es que no todo el futuro está en nuestras manos. Porque somos parte de la República Argentina, y nuestro destino está atado a la evolución del país, sumergido en estos meses en un mar de reformas electrizantes.

Pero también tenemos una buena noticia, y es que contamos con elementos que permiten sostener cierto grado de optimismo.

Uno es valorar cómo nos adaptamos en las últimas décadas a la competencia vitivinícola internacional, mientras desarrollamos una gastronomía y un enoturismo que hubieran sido inimaginables para nuestros abuelos.

Otro es que, en los últimos tres períodos de gobierno, retomamos el buen sentido en el manejo de nuestras cuentas fiscales, la administración del Estado en general, y la idea de que una educación pública exigente es un instrumento básico para el ascenso social.

Y el último es que, lenta y dificultosamente, pero con un trabajo sólido y gradual, parece afianzarse la idea de que la minería es una oportunidad a mano para que Mendoza ensanche grandemente su potencial económico.

No sabemos cómo serán los tiempos venideros, pero los mendocinos sabemos cómo fueron los tiempos pasados: de planificación, creatividad, esfuerzo y paciencia. Y con esos valores, con nuestra experiencia para adaptarnos a circunstancias cambiantes, y también con nuestra capacidad de disfrute de la vida, tenemos la fibra cultural suficiente para sortear todos los obstáculos. No será sencillo ni se dará todo a la vez, pero por suerte, contaremos con unos Malbec estupendos para celebrar cada logro de los tiempos por venir.

*El autor es periodista

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