Tecnología adaptada: las redes sociales y la necesidad de los puesteros

El análisis de la percepción ambiental de los actores locales y sus redes sociales, permite plantear acciones estratégicas y concretas que atiendan a las necesidades reales de los pobladores.

 Tecnología adaptada: las redes sociales y la  necesidad de los puesteros
Antigua. Pasarela construida por pobladores para cruzar cuando pasaba agua por el río Tunuyán Inferior.

El caso analizado es el proyecto realizado en la comunidad Francisco Talquenca, donde se desarrollaron tecnologías adoptadas para satisfacer necesidades vinculadas a la producción y cocción de alimentos de puesteros localizados en la costa sur del río Tunuyán Inferior.

A través del análisis de la percepción ambiental de los actores locales y la configuración de las redes sociales, es posible advertir problemas concretos y, desde allí, realizar acciones estratégicas que atiendan a las necesidades reales de los pobladores. Esto resulta aún más importante en territorios tan vulnerables como los de tierras secas no irrigadas donde el factor limitante es la falta y el acceso diferencial al recurso hídrico.

Laboreo. Huerta familiar lograda a través del trabajo conjunto de la comunidad Francisco Talquenca y
técnicos especialistas.
Laboreo. Huerta familiar lograda a través del trabajo conjunto de la comunidad Francisco Talquenca y técnicos especialistas.

Investigaciones recientes del equipo del Laboratorio de Desertificación y Ordenamiento Territorial, dependiente del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (Iadiza-CCT Conicet Mendoza) indican que las políticas públicas, proyectos y programas deben comprender y considerar la percepción de los pobladores, reajustando sus lineamientos para atender de manera más equitativa las necesidades de las poblaciones locales. Esta afirmación fue recuperada en el proyecto financiado por la Fundación Banco Credicoop (programa “Crecer Cooperando”), llevado a cabo en 2019-2020, a través de la Fundación Cricyt. El grupo de trabajo interdisciplinario fue coordinado por Romina Sales (Iadiza) y participaron Daniela Pessolano (Incihusa), Alfredo Esteves y Carlos Abraham (Inahe), Javier Orbiscay y Gualberto Zalazar todos/as integrantes del CCT-Conicet con colaboración de Sebastián Ávila, Valeria Settepani, Yamile Brain del INTA, Agencia de Extensión Rural Santa Rosa y Arjan Miguel.

El proyecto se realizó en el departamento de Santa Rosa, distrito de La Dormida, en un área no irrigada sobre la costa sur del río Tunuyán Inferior. Allí se localizan numerosos puestos habitados aproximadamente por 60 personas dedicadas principalmente a la ganadería caprina. Habitan la zona desde hace generaciones y conforman una organización de pueblos originarios huarpe denominada Francisco Talquenca. La zona no cuenta con acceso a agua potable ni gas natural siendo éstas una de las mayores dificultades para sostener la producción y la vida en la zona. Para superar estas dificultades, en la mayoría de los puestos se accede al agua a través de pozos de extracción subterránea. Para la cocción y la calefacción se utiliza leña del lugar o gas envasado.

Los relatos de las puesteras afirman que hace 15 años aproximadamente dejó de transitar agua por el río Tunuyán Inferior, hecho que marcó un antes y un después en la producción de hortalizas para autoconsumo. En algunas ocasiones las plantas comenzaban a crecer, pero no alcanzaban su completo desarrollo y se secaban. Desde entonces no han podido producir sus alimentos, hecho que resulta muy preocupante principalmente para las puesteras que son las encargadas de elaborar los alimentos para el consumo familiar. Las mismas indican que las familias deben trasladarse a La Dormida –centro urbano más cercano- para comprar verduras, con los costos y las dificultades de acceso que esto conlleva.

Agua y suelo

Asimismo, el consumo de leña o en algunos casos, los altos costos de acceder a gas envasado para la cocción de alimentos, resulta otra de las problemáticas identificadas por las puesteras. En este escenario, el proyecto se orientó a favorecer la producción de alimentos a través de la mejora de la calidad del agua y del suelo, y la incorporación de energía solar para la cocción. Para ello, se elaboraron colectivamente huertas familiares (infraestructura, preparación de almácigos, suelos, compostaje, sistema de riego, intercambio de semillas), cajas térmicas y hornos solares para la cocción eficiente y económica de alimentos. Una de las principales fortalezas del proyecto consistió en la adaptación de las tecnologías a laa circunstancias particulares de cada familia, evitando aplicar dispositivos estándar. En todos los casos, se trabajó mediante la autoconstrucción en talleres grupales, lo que permitió fortalecer la red organizacional existente, a la vez que alentar la adopción final de la tecnología.

La atención permanente a las percepciones de los pobladores permitió ajustar el proyecto tanto en el inicio como durante la ejecución. Para ello, consideramos en primer lugar, que los problemas identificados por los puesteros en la producción de hortalizas, tenían que ver con la mala calidad del agua, pero también con otros elementos fundamentales –necesidad de protección contra granizo, salinidad del suelo y del agua, altas temperaturas e ingreso de animales como cabras, gallinas y catas a las huertas, posibles de ser abordados con algunas tecnologías de manejo disponibles para la zona.

Producir sus propios alimentos

Ante estas problemáticas identificadas se diseñaron huertas acordes a las singularidades de cada familia, se mejoraron las condiciones de suelo a través de canteros elevados e incorporación de material orgánico. A su vez, la construcción de hornos solares se llevó a cabo por su impacto beneficioso al facilitar y abaratar las condiciones en las que se transforman los alimentos, pues permiten un importante ahorro de tiempo y energía.

Entre los resultados más destacados podemos mencionar la producción exitosa de hortalizas y el uso permanente de la caja térmica y del horno solar, hecho que influye tanto en la mejora de la alimentación de las familias como en sus economías. Sumado a ello, los/as pobladores/as manifiestan su conformidad al producir sus propios alimentos pese a las dificultades antes mencionadas. Asimismo, se ha logrado fortalecer las redes sociales existentes y generar un impulso para que la comunidad presente nuevos proyectos.

Con todo esto, es posible afirmar que incorporar la percepción de los/as pobladores/as desde el diseño hasta la implementación de las acciones concretas, permite identificar los problemas que afectan a la comunidad en su contexto y, con esta base, diseñar estrategias concretas que promuevan el bienestar de la población, especialmente en tierras secas no irrigadas.

* Doctora en Arquitectura y Urbanismo - Becaria posdoctoral del Conicet

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