Todos creemos que sabemos de sexo, hasta que nos damos cuenta que no. O al menos, que no sabemos algunas cosas, lo cual invariablemente nos lleva a pensar que tampoco sabemos cuánto no sabemos. Más allá del juego de palabras, empezamos a cuestionarnos desde lo más básico –si realmente sabemos besar- hasta preguntas existenciales tales como si nuestra performance es tan buena como suponíamos.
Pero antes de ir más allá y adentrarnos en las acrobacias sexuales que todos imaginamos, empecemos por las cosas simples, los detalles que a veces se nos escapan y terminan generando malestar en la pareja.
Por supuesto que todo es relativo pero, tanto hombres como mujeres, saben que hay ciertas cosas que pueden caer mal en el momento de la intimidad, sin embargo hay otras que tal vez no son tenidas en cuenta y que pueden evitarse para asegurar el bienestar de la relación de pareja o –si es un encuentro casual-, lograr una segunda vez.
Si bien la nota está planteada para parejas heterosexuales (que es donde se produce el mayor índice de desconocimiento acerca de lo que le molesta al sexo opuesto) puede adaptarse a todo tipo de preferencias individuales.
Los errores de ellas en el sexo
En general, las quejas de los hombres en cuanto a ciertas actitudes de las mujeres rondan en torno a la timidez o la pasividad.
En algunos casos, ellos pueden estar con una mujer que tiene algunos complejos con su cuerpo, o que no se siente del todo cómoda con algunas zonas y elige taparlas o, en el peor de los casos, tener sexo con la luz apagada. Error. Los hombres son muy visuales y no tienen la misma percepción crítica acerca de nuestro cuerpo.
En la película Comer, rezar, amar, Elizabeth Gilbert (Julia Roberts) tiene un diálogo con su amiga, mientras le muestra un rollito de la panza: “Déjame preguntarte algo, en todos los años que te has desvestido enfrente de hombres... ¿alguno te ha pedido que te vayas? ¿Se ha ido? Es porque no le importa. Está con una chica desnuda… se ganó la lotería”. Las mujeres deberían recordar esto cada vez que se sientan inseguras y tengan el impulso de taparse.
Otro motivo de queja masculina es la falta de tacto con los genitales de ellos. Es cierto que los hombres pueden tener una forma de sensibilidad distinta en esa zona, pero esto no quiere decir que no la tengan. Si bien ellos prefieren los juegos manuales un poco más fuertes, apretar demasiado o generar fricción excesiva puede causarles dolor y la inmediata caída de la excitación.
Por otro lado tampoco les gusta la suavidad permanente. Algunos hombres pueden preferir mujeres “delicadas”, sin embargo un poco de fuerza y emoción por parte de ella los lleva a escalar hasta las nubes. Del mismo modo, tomar la iniciativa de cuándo y dónde tener sexo (sobre todo si es sorpresivo) como proponer fantasías, novedades, juguetes y más, a ellos les encanta.
Finalmente hay tres cosas que las mujeres deberían evitar a toda costa: plantear problemas de pareja durante el sexo, suponer que por ser hombre sabe hacer todo, y compararlo de manera directa o indirecta con otros hombres.
Los problemas de celos, reproches o comentarios que no tienen nada que ver con la situación del tipo “amor, el lunes hay reunión de padres en el colegio”, pueden aniquilar de plano la motivación masculina.
Por otra parte, es probable que en los primeros encuentros él pase gran parte del tiempo investigando qué le gusta a su pareja. En ese derrotero puede cometer algún error. No pasa nada. Basta con indicarle suavemente, con algún gesto de la mano qué cosas sí y cuáles no le gustan a ella. Y si no entiende con señas, hablarlo luego del coito de manera positiva pero directa. Recuerden que algunos hombres no entienden metáforas, pero siempre estarán dispuestos a aprender de la mujer, aquello que las excita.
Del mismo modo, sugerir o dar a entender que el caballero en cuestión no tiene el mismo rendimiento, tamaño o habilidades que una pareja anterior es, simplemente, motivo de bloqueo en redes sociales. Ya lo saben.
En qué se equivocan ellos
Nunca jamás deben olvidar que el punto G de la mujer no está en los genitales sino en el oído. Por lo tanto, una conversación relajada en una ambiente agradable puede ser sumamente estimulante. Es muy importante que en el trato personal la mujer se sienta valorada. Todo el tiempo que inviertan en hablar, hacerla sentir especial, mantener contacto con la mano y la mirada a los ojos, suma mil. Tal vez más que un cuerpo escultural cincelado a fuerza de horas de gimnasio.
Las mujeres aman ver al hombre bien cuidado. Ocuparse de recortar la barba, tener ropa interior atractiva –sí, las mujeres se fijan en la ropa interior del hombre y toman nota-, usar buenos perfumes e invertir en ropa, es parte del manual básico que todo hombre debería seguir. A veces –depende del gusto de ella- no importan los kilitos de más si los detalles del aspecto general están bien cuidados. Señores, no se dejen estar.
Un error masculino muy frecuente es la velocidad. Los hombres tienen habitualmente un alto impulso sexual que en muchas ocasiones es como una olla a presión y las mujeres necesitan una estimulación un poco más prolongada. Si el hombre siente que está a punto de explotar, antes de hacerlo debe estar seguro de que la primera parte (el Punto G) fue completada con éxito.
No se debe pensar en la mujer como si fuera un hombre, porque a la hora de excitarse y disfrutar del sexo, los hombres son más visuales y genitales, en cambio las mujeres tienden a ser más sensuales, y priorizan el sentido del tacto, el olfato y el oído en vez de lo visual.
Por último, hay dos actitudes masculinas imperdonables: dar por terminado el acto sexual ni bien eyaculan, y creer que son actores de una película porno.
Por empezar, deben tener claro que ambos llegaron al orgasmo antes de decidir que es hora de dormir. Aunque parezca increíble a estar alturas del siglo, algunos hombres creen que si ellos terminaron, todo ha terminado. Además, si justo al terminar se comete el error de ir al baño, vestirse, dormir u otras conductas parecidas, rompen el ambiente íntimo de complicidad y disfrute que ha generado el sexo.
En cuanto al porno, no se debe esperar que las relaciones sean como aparecen en las películas, donde abundan los estereotipos y la deformación conceptual del sexo. Esto provoca que, en vez de centrarse en conocer el cuerpo y los gustos del otro, a veces se intente reproducir las escenas sexuales observadas, convirtiendo el encuentro en algo mecánico y superficial.