Las manos de Susana Romero parecen cuero curtido. Nació y se crio en medio de la tierra y el campo, por eso hoy, Día de la Agricultura Nacional, le cuesta entender que el mundo sufra hambre.
Susana, que nació en la localidad salteña de Güemes; se crio en Bolivia y luego Mendoza le abrió las puertas para continuar progresando, señala el horizonte de un paisaje único y marcado por surcos de ajo, cebolla, zapallo y tomate, con la montaña de fondo, y reflexiona.
“Aquí en Mendoza, y en Las Heras donde la tierra es tan noble, hay trabajo; nadie debería morir de hambre. Todo se puede si uno le pone ganas y amor”, señala desde la tierra que hoy es protagonista y que la mantiene ocupada, en El Pastal, Las Heras.
Junto a su marido Moisés, conforman un matrimonio feliz, que vuelca todo su amor en la chacra de tierra fértil que no hace más que brindarle satisfacciones.
Junto a los vecinos constituyen una verdadera familia. Claro, no todo es color de rosa y en varias ocasiones han sufrido robos. Pero Susana, que tiene 52 años, vuelve a la carga con su reflexión sana: “Cuando han robado pienso que la tierra nos puede dar más. Capaz una chancha que dio cuatro o cinco lechones, después nos da 10. Alcanza para todos”.
Con su sonrisa dibujada y poco adepta a las cámaras, cuenta que la familia vive de la producción y que la tierra brinda productos de excelente calidad, frescos, sanos.
Por eso no demora en dejar su consejo “Compren las verduras en el campo o en la feria, nosotros llevamos nuestra producción a la feria y ahora uno de mis hijos abrió una verdulería; pero tienen que ver bien adónde compran porque si no se consumen fertilizantes”.
La jornada laboral de los Martínez-Romero, sobre todo en verano, comienza a las 5 de la madrugada y termina entrada la noche. Eso sí, el descanso del mediodía con una siesta breve “es sagrada”, admiten.
“Las plantas son como un niño, si le sentás buenas bases, las cuidás, mantenés bien y curás, da resultado y satisfacciones”, sostiene.
Susana y Moisés fundaron con sus manos un oasis en Mendoza. Moisés, boliviano pero con 35 años en el país, dice ser consciente de lo mucho que recibe de la tierra.
“Las Heras es una tierra linda, acogedora, la gente es buena, colaboradora. Nos ha dado todo lo que tenemos, familia y trabajo ¿Qué más puedo pedir?”, manifiesta el agricultor que forjó su carrera en el campo sobre las bases del respeto al trabajo, la honestidad y perseverancia.
Susana y Moisés concluyen: “Si nuestro destino es la tierra, que sea acá. Amamos este lugar y acá deseamos morir”.