Su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar la ayuda que les faltó

Cecilia Giménez vio cómo su hija, María de los Ángeles, moría en sus brazos. Fue en 2013 y había nacido con una parálisis cerebral. Durante los 13 años que vivió, Ceci y “Maruca” peregrinaron por todos lados pidiendo ayuda, que no siempre encontraron.

Su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar la ayuda que les faltó
Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez

El 4 de julio de 2013, la muerte María de los Ángeles fue confirmada en una guardia de Luján de Cuyo. Fue su madre, Cecilia Giménez y quien la había llevado de urgencia al lugar, la primera en recibir la dolorosa noticia. Minutos antes, la niña de 13 años se había descompensado en los brazos de su mamá. De hecho, su madre jamás se había separado de su lado en esos 13 años.

“Le dio un infarto estando en casa. Nunca me voy a olvidar de ese martes a la mañana. Yo la había tenido alzada toda la mañana, ella se empezó a quejar y le hice caricias. Yo creí que era porque estaba molesta después de 15 días internada”, rememora la mujer.

Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez
Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez

“A eso de las 11 le empezaron a caer lágrimas, los ojitos se le pusieron muy brillosos, vomitó y se le fue la cabeza para atrás”, agrega Cecilia, a más de 11 años de este trágico momento. Con la ayuda de algunos vecinos -quienes la escucharon pedir auxilio a gritos- la pudieron trasladar a la sala de salud, aunque allí simplemente confirmaron el fallecimiento de la niña.

María de los Ángeles -”Maruca”, como la llamaba su mamá- había visto la luz en el 2000. Tenía parálisis cerebral de nacimiento, por lo que no podía moverse ni comunicarse por sus medios. Y toda la vida de Maruca, siempre con su madre al lado, fue un interminable peregrinar de un lado a otro, en búsqueda de ayuda, de alguien que les tendiera una mano a Ceci y a la niña para que el día a día de ambas fuera más llevadero.

Esta efímera -y sufrida- vida de Maruca fue lo que marcó e inspiró a su madre para crear, en 2014, un comedor y merendero en Luján de Cuyo. Lo instaló en su casa del barrio Juan Martín Giménez -en Perdriel, cerca de la refinería-, y lo bautizó “Maruca”, en honor a su hija. Allí, dos veces por semana -y a veces más- asisten con un plato de comida a más de 70 niños de la zona, y sus familias.

“Cuando mi hija nació, necesitábamos mucha ayuda. Y a donde iba a pedirla, casi siempre me encontraba con respuestas de que no podían ayudarme. Fue realmente muy difícil, había mucho rechazo. Y también vi a muchas mujeres que, como yo, pedían ayuda y no la conseguían”, rememora Cecilia.

“Cuando María de los Ángeles falleció, le prometí que iba a hacer todo lo que pudiese para ayudar a mujeres, chicos y chicas que necesitaran ayuda, para que no pasaran por lo que habíamos pasado nosotras. Siempre le pido a ella que me ayude, que nunca me deje bajar los brazos. ¡Y acá estamos, firmes!”, reflexiona Ceci, con la voz entrecortada, casi ahogada.

Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez
Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez

TRANSFORMAR EL DOLOR

María de los Ángeles, “Maruca”, tendría hoy 24 años. Viviría junto a su mamá, su papá, sus tres hermanas y su hermano en el barrio Juan Martín Giménez, ubicado en Perdriel y en un entorno por demás vulnerable.

En la casa de la familia funciona el comedor y merendero “Maruca” donde, además de ir a comer, los chicos de la zona van a clases de apoyo los sábados a la mañana. Algunas maestras de la zona dedican justamente ese momento de sus rutinas (por fuera de su horario laboral) para ayudar a los niños y niñas con rendimientos débiles en su cursado.

“A mí me dolió mucho no encontrar ayuda cuando la necesitaba, y eso es lo que no quiero que le pase a muchas madres que hoy vienen al comedor. No puedo evitar verme en ellas, verlas a ellas con sus hijos y sentir que soy yo con mi hija”, sigue Ceci, quien es ama de casa.

Para sumar un ingreso económico -que no se trataría de un lujo, sino más bien de una urgencia-, Cecilia está completando los cursos virtuales obligatorios para poder ingresar a trabajar a una de las tantas empresas de la zona de la refinería y destilería.

Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez
Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez

“Son trabajos temporales de llevar herramientas, limpiar y cosas así. Pero exigen completar esos cursos. ¡Ojalá se dé!”, desea, en voz alta, la lujanina solidaria.

Entre 2000 y 2013, la vida de Cecilia Giménez fue por y para su hija. A raíz de la parálisis cerebral, la niña prácticamente no hablaba ni podía caminar. Entonces iban juntas a todos lados. Y en más de una oportunidad, presa de la desesperación, Ceci necesitó de la ayuda de los demás para salir adelante.

Pero esa ayuda pocas veces estuvo al alcance de su mano. “Me encontré con muchas trabas. Y tuve que salir a pedir. Allí vi a muchas mujeres que, como yo, pedían con sus hijos. Y al ver esa necesidad y lo difícil que se vuelve conseguir ayuda, me di cuenta de que tenía que hacer algo”, rememora la mujer.

De hecho, afirma que cada vez que ve llegar necesitados de ayuda y un plato de comida a los niños y sus madres, de inmediato se ve reflejada a sí misma en ellos y cuando era ella quien pedía ayuda.

Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez
Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez

“Es muy duro ver desamparadas a esas personas, y saber que muchas veces se van a encontrar con un ‘no’ cuando pidan una mano”, sigue Ceci.

Hace casi 10 años que “Maruca” vive, para su madre, en el comedor. En 2013 la niña falleció, y en 2014, Cecilia abrió el espacio comunitario que ostenta el nombre de la adolescente.

A los más de 70 niños y niñas que llegan a diario al lugar en búsqueda de alimento, se suman otros 25 chicos que van a las clases de apoyo que se dictan los sábados en el mismo lugar. Por lo que, de forma permanente, necesitan colaboración con alimentos o lo que sea que sume para brindarles algo de comer.

Hace menos de una semana lograron cerrar el salón donde van los niños, niñas y maestras los sábados para las clases de apoyo, algo que enorgullece y pone muy contenta a Ceci.

Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez
Dar es dar: su hija murió hace 11 años y abrió un comedor con su nombre para brindar toda la ayuda que a ellas les faltó. Foto: Gentileza Cecilia Giménez

“No voy a negar que me dolió mucho que me negaran tantas cosas a mí y a mi hija cuando las necesitamos, y yo no quiero que pase eso ahora. Quiero ayudar a los niños cada vez que pueda. Y sé que cada vez que los chicos vienen a merendar, mi hija está ahí. Y también sé que ella me trae más niños, y yo me siento feliz”, concluye.

CÓMO AYUDAR

Quienes puedan y quieran ayudar a Cecilia Giménez y al Comedor Maruca (Barrio Giménez, Perdriel, Luján de Cuyo) pueden comunicarse con Ceci al 2612770086 (su teléfono celular).

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