Sexualidad femenina: deseos y libertades limitados por el “deber ser”

Los estereotipos sobre lo aceptable en una mujer atraviesan las conductas de manera invisible. Las más jóvenes logran sacudirse moldes.

Sexualidad femenina: deseos y libertades limitados por el “deber ser”
Las conductas de las mujeres frente a su propia sexualidad han estado atravesadas por condicionamientos sociales.

Las conductas están atravesadas por diversas concepciones y mandatos sociales, asumidos como válidos en una determinada cultura y que por naturalizarse, su marca se vuelve invisible. En este contexto, orientan las decisiones y acciones, lo que se acepta como “bueno” o “malo” y coartan libertades, mucho de lo cual tiene que ver con el temor al juicio del otro.

Si hay algo que ha sufrido una profunda y silenciosa coacción es la sexualidad femenina. La expresión del deseo, las prácticas e incluso la libertad para manifestar el no deseo se han amoldado a estos parámetros. Durante años, las mujeres en el marco del matrimonio, apelaron a excusas como el “famoso dolor de cabeza” para evitar una relación sexual no deseada en vez de decirlo abiertamente.

Tampoco ha estado bien visto que una mujer mantuviera relaciones sexuales con diferentes parejas como sí ha sido avalado y valorado en el varón. Así las mujeres han evitado manifestar sus gustos en las prácticas sexuales e incluso el mismo deseo de mantenerlas. “Esto ha generado una tremenda discriminación en cuanto a las posibilidades de expresión de la mujer que debe ser pasiva y estar siempre disponible”, subrayó la licenciada Susana Ferreira, psicóloga y educadora en Sexualidad.

El deseo mal visto

La profesional explicó que en esta cultura androcéntrica el tema está empezando a visibilizarse. “Las mujeres vamos aprendiendo a identificar estas pequeñas manifestaciones sobre la expectativa social del ser varón o mujer y digo mujeres porque hemos sido las más perjudicadas, a lo largo de la historia, con estos mandatos sociales, la imagen de una mujer que debe ser dulce, tierna, hacerse cargo de la crianza y la educación informal de los hijos ha generado mucha discriminación y el hecho de que se empiece a visibilizar es muy limitado. Recién empezamos a cuestionar estas actitudes”, explicó.

Se trata de algo profundamente arraigado en el inconsciente que se transmite a través de la familia, la escuela, los medios y los pares. De algún modo, esto puede impedir una sexualidad plena en tanto hay una adecuación y limitación. “Durante mucho tiempo el deseo en la mujer no estaba bien visto y era contrario a lo que se esperaba de una buena mujer”, afirmó la psicóloga Rocío Alaniz. Parte de esto es lo poco que se conoce sobre el tema. Dijo que recién hace 30 años se supo la forma completa del clítoris y en los ’70 empezaron los primeros estudios de la sexualidad femenina que abordaron la falta de disfrute de la mujer. “Tener relaciones libremente y disfrútalas era mal visto, era la buscona, las mujeres pensaban en otras como la competencia, “esa robamaridos”, pero ha habido un gran cambio tendiente a una gran liberación”, consideró.

Estereotipos

El comportamiento sexual de hombres y mujeres está determinado, en gran medida, por estereotipos dicotómicos que permean en nuestra sociedad, expresa en un informe el Centro de Información Biotecnológica de Estados Unidos que realizó consultas a varones y mujeres. “Por ejemplo, los hombres, por lo general, son percibidos como personas hipersexuales y más agresivos sexualmente, mientras que a las mujeres se les caracteriza como sexualmente pasivas y se les asigna el rol de complacer y serle fiel a su pareja”, detalla.

Entre sus conclusiones refiere que a las mujeres se les exige el rol de complacer a sus parejas sometiéndose a las decisiones sexuales de éstas lo cual también las hace más vulnerables. Por otra parte, apreciaron en los varones actitudes levemente más estereotipadas, es decir, más conservadoras con respecto a la sexualidad femenina que las mujeres. “Los hombres legitiman más la creencia de que las mujeres siempre deben estar dispuestas a satisfacerlos sexualmente, y creen más que la penetración es necesaria para las mujeres”, advierten.

Limitante

“Somos una unidad y la vivencia de la sexualidad está atravesada totalmente por la idea de lo que estoy haciendo, con quién y si será registrado como yo lo estoy registrando por el otro (...) es absolutamente limitante”, señaló Ferreira.

Por otra parte remarcó qué tan lejos puede llegarse: “el negarse a las relaciones sexuales genera en el varón una reacción contraria y hasta violencia, relacionada con esta idea de que la mujer tiene que ser pasiva”.

Explicó que la mujer puede manifestarse deseante pero el asunto es cuál es el registro que hace el otro sobre esta actitud: “Siempre se ve como algo que transgrede los límites del deber ser y empieza la estigmatización”.

Consideró que las mujeres mayores están absolutamente atrapadas por esa concepción y que se va viendo un cambio que es inestable y que depende mucho de la formación, del nivel cultural, del acceso a una educación superior. Para Ferreira también tiene que ver con cierta autoestima y seguridad personal alcanzada y que puede estar sostenida y acompañada por el grupo de pares. En tanto, para la socióloga Silvina Anfuso, “las posibilidades de expresar nuestros deseos y libertades están sujetas a las dinámicas de la sociedad”.

Sacudirse los marcos

Con los años, la temática ha comenzado a hablarse más abiertamente de la mano de la conquista de otros derechos alienados a las mujeres, hay más información accesible y de a poco deja de ser tabú. Por ello, en mujeres jóvenes las cargas en este sentido son menores, aunque las especialistas no creen que sean nulas.

Gabriela (40) cree que ahora hay menos vergüenza y se habla más. “Tengo muchas amigas solas y por lo que charlamos, el sexo se entiende como una necesidad fisiológica y una satisfacción personal y para lo cual entienden que ya no necesitan una relación estable ni un varón para el placer”, relató. Y continuó: “el sexo ya no es sí o sí con el otro sino que podes tenerlo con vos misma y eso es mucho para las que son de nuestra generación que venimos con el mandato social de enamorarse de un hombre, ahora entendemos que te enamorás de una persona e incluso de vos misma”.

Para Alaniz, los y las jóvenes están más libres de estos moldes, son más conscientes de vivir la sexualidad más en relación al deseo y no como una obligación. “Lo primero es aceptar a la mujer como sujeto deseante, no disponible para satisfacer un deseo”, subrayó la profesional.

“Después de estar casada muchos años, me separé y también por la mayor madurez, empecé a vivir una sexualidad plena después de los 40 años”, contó Sandra (47). “Antes había cosas que me daban vergüenza o era siempre lo mismo, ahora me siento más segura para iniciar una situación y generar lo que quiero”, agregó.

La franja de mediana edad, en la que hay muchas personas separadas, está experimentando estos cambios y descubren una nueva sexualidad con otras parejas.

Libertades: lograr cambios en toda la sociedad

Romper con estas estructuras no es un desafío de las mujeres en soledad. “No les podemos pedir que solas se liberen, lo que necesitamos es cambiar la sociedad en su conjunto”, subrayó la socióloga Silvina Anfuso.

“Por más que las mujeres vayamos tomando conciencia de nuestro derecho a vivir en libertad, de gozar de nuestra autonomía, de nuestros cuerpos, de expresar nuestros deseos, estamos en una sociedad que todavía sigue siendo violenta contra las mujeres, que las cosifica”, expresó.

Ante esto, a veces deben apelar a estrategias de adaptación, “porque los datos indican que las mujeres seguimos siendo sobrevivientes en una sociedad machista y patriarcal”.

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