Sexo: las ventajas para una mujer madura de estar con un hombre joven

Lo dicen varios estudios: los vínculos en los que la mujer es mayor son más perdurables, hay mejor coincidencia de la plenitud sexual y favorece el desarrollo personal de ambos.

Sexo: las ventajas para una mujer madura de estar con un hombre joven
Anne Bancroft y Dustin Hoffman en una escena de "El graduado", película que narra la relación entre una mujer madura y un joven.

Que levante la mano la mujer que ha tenido un encuentro sexual con un hombre más joven. Seguramente son muchas, pero si se lo pedimos a mujeres que hayan mantenido una relación amorosa durante un tiempo prolongado, es probable que sean menos manos en alto. Y muchas menos si además preguntamos por las que hicieron pública esa relación.

La presión social, aunque no sea explícita, castiga a la mujer que elige a un hombre menor que ella, sin embargo distintos estudios aseguran que este tipo de vínculos tiene muchas más posibilidades de mantenerse en el tiempo que aquellas relaciones en las que el hombre es mayor. Vamos por partes.

¿Existe la presión social?

Aunque muchos conceptos de hace diez años hoy sean arcaicos y la mujer vaya superando obstáculos de sumisión y represión familiar, segregación laboral y otras cuestiones por el estilo, sigue habiendo un dejo despectivo hacia la mujer que decide establecer un noviazgo con un hombre más joven. “Es muy raro que el sistema familiar, sobre todo los hijos, apoyen a esa mamá, como sí lo pueden hacer con el papá”, asegura el médico y sexólogo Miguel Palmieri.

Con esto, que no es poco, la mujer agrega un peso más a la ya dificultosa realidad que se presenta en este sentido con un hombre más joven.

“El impacto de la presión familiar es muy importante y en muchos casos termina intoxicando la relación”, sostiene el médico.

Esto evidencia una situación que aún persiste y que tiende a mantener, puertas adentro, el statu quo de una crianza patriarcal, más permisiva con las acciones del hombre que de la mujer.

El don de la experiencia

Una colega y compañera de trabajo, me dijo una vez: “Tenés que buscarlos menores de 30. Los de 40 para arriba están quemados”. Recuerdo que el apotegma, merecedor del bronce eterno, resultó ser la brújula que orientó mis primeros diez años post divorcio.

Si bien no es cierto que los mayores de 40 no sean aptos, las mujeres que entran en una relación con un hombre menor encuentran en él una gran cantidad de virtudes, como el compañerismo, el sentido del humor, la incansable disposición sexual y, en general, una forma más light de tomarse la vida. Ya sea por inexperiencia o por haber recibido menos golpes, el hombre joven goza de una perspectiva bastante inocente del mundo, con lo cual ayuda a la mujer mayor a transitar momentos duros como la partida de los hijos, la menopausia, la sobrecarga laboral (o por el contrario, la proximidad de la edad jubilatoria) con una mirada más positiva.

Además la plenitud sexual del hombre es a los 30 años, mientras que la mujer lo hace a los 50, con lo cual se combina plenitud y experiencia. La mujer conoce muy bien su cuerpo y sabe cómo sacarle provecho, además de que su situación personal y profesional está asentada, por lo cual enfrenta con mucha más confianza su sexualidad. Él, a su vez, cuenta con todo el apoyo de sus hormonas, que se encuentran en el mejor momento, hasta poco después de los 30, en que empiezan a decaer.

Cuando todo suma

En general, las mujeres que entran en una relación estable con hombres jóvenes “están un poco de vuelta, saben lo que va a pasar y están fortalecidas”, explica el sexólogo, y agrega: “Lo hace más como una aventura que como una pareja a largo plazo. Una vez que terminó su primera relación (pareja de años o matrimonio) e inicia una relación con alguien menor, disfruta lo que ese hombre le puede dar”.

En este sentido, si la relación es pasajera, los beneficios a corto plazo son varios: el cuidado de la apariencia física mediante el ejercicio y la nutrición saludable para tener la sensación de ser más atractiva a los ojos de él, la elevación de la autoestima al sentirse deseada y el intercambio de experiencias con alguien de otra generación cuyos gustos y forma de pensar son distintos a los de ella, enriquecen su vida, le ayudan a ampliar la visión y a pensar fuera de la caja. Hasta acá es todo ganancia.

El lado oscuro

El tema de la seguridad ligada al aspecto físico tiene un peso importante en relaciones más prolongadas. “La percepción que tiene la mujer del deterioro físico, es una lucha por la belleza con las ‘competidoras’ del mismo sexo” explica Palmieri.

Esto ocurre cuando la mujer siente que otras mujeres más jóvenes (compañeras de la hija, o colegas de él) pueden estar brindando atenciones a su pareja. “En muchos casos el vínculo empieza a intoxicarse por los celos de ella. Es un bombardeo que termina explotando en la cama”, asegura el especialista.

Otro aspecto tiene que ver con la incapacidad del hombre para adaptarse y crecer. “Hay ciertos hombres a los que les cuesta madurar bastante, sobre todo cuando están en este tipo de relación”. El hombre que es menor, siempre le pide a la mujer -de una forma o de otra- que sea ella la que se adapte a sus gustos, sus salidas, sus amigos. “Ella se siente muy forzada porque siempre tiene que estar a más. En cambio los hombres no, somos niños caprichosos y creemos que es una mamá”, dice Palmieri y continúa “esta falta de adaptación de los hombres no se debe a una cultura machista, sino a la incapacidad natural de adaptarse”.

En este sentido el médico reconoce que el género femenino tiene una predisposición y adaptabilidad especial, ya que si la pareja es menor encuentra la forma de disfrutar de los gustos de él y acompañarlo, mientras que en los casos en los que ella es menor, logra ponerse a la altura del hombre tanto a nivel de madurez emocional como de sexualidad.

“La mujer tiene una fortaleza especial, ya que muchas que no son subordinadas en su pensamiento, que están empoderadas, deciden adaptarse por una cuestión de madurez y amor, no andan sufriendo” concluye.

Qué dice la psicología

Una investigación de la APA (American Psychological Association) determinó que en Estados Unidos sólo en 1,3% de matrimonios la mujer es 10 o más años mayor que el marido. Tras realizarse una encuesta a mujeres que tienen este tipo de relaciones, resultó que estaban más satisfechas y se comprometían más con su pareja.

La encuesta se realizó a unas 200 mujeres que mantenían relaciones heterosexuales, entre las que estaban las que eran significativamente mayores que sus parejas masculinas (22 años en promedio), aquellas que eran significativamente más jóvenes que sus parejas masculinas (17 años en promedio) y aquellas que tenían una edad cercana a sus parejas (3 años de diferencia en promedio). El primer tipo de pareja era el más feliz.

Si bien los investigadores no lograron abordar los motivos por los cuales obtuvieron esos resultados, especulaciones más ligadas a lo sociológico dan a entender que quizá el secreto resida en que entre ambos hay mayor igualdad socioeconómica. También muchos hombres prefieren someterse a una mujer dominante, y una pareja mayor cumple mejor ese rol, lo que a su vez permite más fácilmente a la mujer empoderarse en la relación, lo que resulta en un mayor grado de satisfacción: obtienen más de lo que desean, tanto a nivel sexual como a nivel afectivo.

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