Seis meses de cuarentena: seis mendocinos hacen el balance y cuentan cómo se reinventaron

Hoy se cumplen 180 días desde que se decretó el aislamiento que obligó a afrontar desafíos jamás pensados

Seis meses de cuarentena: seis mendocinos hacen el balance y cuentan cómo se reinventaron
Librera. Patricia Villareal dice que trabaja menos de la mitad que en épocas normales y ahora apunta a artículos artísticos. Mariana Villa / Los Andes

Más trabajo para algunos; menos, para otros; modificar hábitos, costumbres y horarios; despedir empleados; sumar esfuerzos y herramientas tecnológicas. ¿Quién puede negar, a esta altura de la cuarentena, que la pandemia no cambió por completo la vida de las personas en todo el mundo?

A seis meses del decreto que establece aislamiento obligatorio (que luefo fue mutando, en Mendoza, a voluntario por temporadas), seis mendocinos contaron su experiencia en rubros diferentes: comercio, salud, educación, seguridad y deliverys.

Patricia Villareal, comerciante: “La librería casi no trabaja”

En el tiempo que lleva como comerciante del rubro librería, Patricia Villareal jamás había padecido la crisis sin precedentes que llegó con la pandemia.

El cierre total de su comercio durante todo un mes -Librería Woodart, en el centro comercial Lomas- fue insignificante comparado con las secuelas propias del cierre de las escuelas. El resultado: trabaja menos de la mitad que en épocas normales, sin dejar de hacer frente a un incremento en el ya elevado costo del alquiler del local.

“Si pude sobrellevar esto fue a partir de otros recursos. Hoy el negocio no se sostiene por sí solo. Prácticamente no hay rotación en artículos como hojas de carpeta, lápices, biblioratos, cuadernos…”, enumera.

El escaso movimiento comercial de hoy se da a partir de la venta de juegos didácticos y mercadería relacionada con el arte, porque, dijo, muchos se inclinaron a pintar y crear en tiempos de cuarentena.

Nunca imaginó la gravedad que el Covid-19 traería aparejada. De hecho, en un principio creyó que el aislamiento sólo se limitaría a unos días. “Hoy agradezco la fidelidad de los clientes y a los proveedores, que me aguantan”, reflexionó.

Camilo Uvilla, policía: “Muy exigidos, pero con excelentes resultados”

Policías. Camilo Uvilla (tercero desde la izquierda) junto a parte de sus efectivos. Todos sumaron nuevas responsabilidades.  Mariana Villa / Los Andes
Policías. Camilo Uvilla (tercero desde la izquierda) junto a parte de sus efectivos. Todos sumaron nuevas responsabilidades. Mariana Villa / Los Andes

Un cambio radical en las funciones, a partir de las nuevas responsabilidades, debe atravesar la Unidad de Acción Preventiva (UAP) a cargo del comisario inspector Camilo Uvilla.

Al control del delito, entonces, se debió sumar una serie de actividades para las cuales hubo que reinventarse sobre la marcha, relacionadas con los controles. “Fue una verdadera organización interna para dar una respuesta eficaz y eso implicó exigir al máximo a nuestro personal. A la faz preventiva se le sumó el nuevo escenario de la pandemia, y en este sentido valoro la actitud de los subalternos que están en la primera línea de fuego”, recordó.

Uvilla dijo sentirse orgulloso por el recurso humano que dirige. “Se ha puesto a la altura de las circunstancias cumpliendo objetivos y modificando el accionar cuando fue necesario. Como si fuera poco, tratando de evitar contagiarse”, reflexiona.

En la primera fase, dijo, el delito bajó un 70 por ciento, cifra que si bien se incrementó cuando la actividad se flexibilizó, nunca al nivel del año pasado en esta época. Finalizó: “La labor se fue complejizando, pero insisto, los resultados fueron excelentes”.

Pamela Chirino, maestra: “Nos reinventamos y salimos fortalecidos”

Maestra jardinera. Pamela Chirino se tuvo que adecuar a lo impensado: enseñar lo básico a los más chicos, de manera virtual.
Maestra jardinera. Pamela Chirino se tuvo que adecuar a lo impensado: enseñar lo básico a los más chicos, de manera virtual.

A seis meses del aislamiento obligatorio, Pamela Chirino, maestra del Jardín Infantes Exclusivo 058 Pequeños Granaderos de San Martín (Godoy Cruz), debió rediseñar su forma de enseñar y habituarse al uso de la tecnología.

“Llevábamos apenas 14 días de adaptación en sala de 4 y de repente, lo inesperado” recuerda.

El viernes anterior al decreto se había armado un proyecto relacionado con el coronavirus, la higiene y los nuevos hábitos. “Y el lunes siguiente ya nos empezamos a ver a través de las cámaras, algo raro, de a ratos angustiante y con un sentimiento de incertidumbre”, rememora.

Las maestras jardineras también debieron hacer un viraje total para reemplazar la presencia física y lograr la atención a través de la tecnología a través del juego. “Todo un desafío que, afortunadamente, y gracias a un gran equipo directivo, docente y de padres hemos sorteado con buenos resultados”, reflexiona Pame, que comparte la computadora con sus dos hijos.

A veces el esfuerzo extra la deja agotada, porque en forma permanente ella y sus compañeras deben desarrollar estrategias impensadas.

Eso sí: está convencida de que saldrá fortalecida de esta experiencia inédita.

Vanina Sinigalia, médica: “La adaptación en el hospital fue perfecta”

Médica. Vanina Sinigalia, en el frente más sensible de la pandemia.
Médica. Vanina Sinigalia, en el frente más sensible de la pandemia.

Si un aspecto quedó en evidencia con esta pandemia en el Hospital Ramón Carrillo fue el gran poder de adaptación de todo el personal.

Al menos esa es la opinión de la doctora Vanina Sinigalia, médica de guardia general de adultos y jefa del servicio.

“El equipo humano que conforma el hospital puso lo mejor de sí y la adaptación fue perfecta. Los especialistas han realizado tareas diferentes a las que venía desarrollando, a fin de seguir brindando un servicio de calidad”, señala.

La reorganización del sanatorio se realizó desde un primer momento modificando y optimizando espacios físicos, y separando a niños, embarazadas y adultos para una atención ordenada y menos riesgosa.

Vanina es madre, esposa e hija. “Todos los días tengo miedo de ser transmisora del virus y eso genera angustia e incertidumbre” amplía. “Por eso la clave es cuidarnos entre todos. Me apena que no todos tomen real con-ciencia de la enfermedad”, concluye.

Finalmente, resaltó la calidez humana de todo el personal del sanatorio, que forman un engranaje perfecto para que todo funcione.

“Soy apenas un pedacito del engranaje, pero todos los servicios están dando el ejemplo en todo sentido: unión, solidaridad, higiene y profesionalismo”.

Cristian Rodríguez, cadete: “Más particulares, menos empresas”

Cadete. El auge de los delivery no alivia otros problemas, dice Cristian.
Cadete. El auge de los delivery no alivia otros problemas, dice Cristian.

Si bien es cierto que en buena parte de los casos los servicios de cadetería, mensajería y delivery incrementaron su actividad, Cristian Rodríguez, con 15 años en el rubro, está lejos de atravesar un buen momento laboral.

“Es cierto que hay más clientes particulares, pero no compensan a la pérdida que sufrimos de numerosas empresas, producto del cierre de muchas de ellas o de su trabajo a medias. Nosotros estamos pagando esas consecuencias”, reflexiona.

Así, su emprendimiento trabaja la mitad y con menos empleados. De todos modos, agradece, al menos, poder seguir en carrera.

“Tenía otras actividades anexas relacionadas con la gastronomía y me vi obligado a cerrar por no poder afrontar gastos fijos. Hoy –diferencia—vivo exclusivamente de la cadetería y sin ayuda del gobierno”.

Silvana Braconi, mamá: “Me falta pedagogía”

Mamá. Silvana (con ayuda de su marido) debió convertirse en maestra.
Mamá. Silvana (con ayuda de su marido) debió convertirse en maestra.

Desde que comenzó el aislamiento, la rutina en el hogar de Silvana Braconi, mamá de dos nenas de 7 y 5 años, cambió por completo.

Ahora su oficina –trabaja en Telecom- está en su casa y, en el medio de su actividad laboral, no hay tiempo que perder: prepara el almuerzo y ayuda a las chicas con las tareas.

Pese a todos los cambios que generó este nuevo escenario, dice que le resulta llevadero. Dos veces a la semana su esposo, que trabaja en el Correo Argentino, colabora con los deberes de la escuela… y así “la van llevando”.

Emma y Lara son alumnas del colegio Isep en Godoy Cruz. “Realmente no tenemos rutina estricta, pero tratamos de hacer la tarea cuando se levantan. Me cuesta un poco porque no estoy acostumbrada a explicar, me falta pedagogía”, advierte.

Una vez resuelto el trabajo y las obligaciones escolares, la familia, que vive en Luján de Cuyo, se toma un tiempo para las actividades al aire libre, bicicleta o caminatas.

“Dentro de todo -concluye Silvana-vamos al día y sobrellevamos esta etapa lo mejor que podemos”.

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