Sebastián, Naiquén y el ansiado reencuentro en el aula

B° la favorita. En el CAE N° 259, Municentro “Solcito”, un docente y una alumna relataron cómo fue el emocionante primer día de clases presencial tras el cierre de las escuelas debido a la pandemia.

Sebastián, Naiquén y el ansiado reencuentro en el aula
Alumna y maestro. Ayer dejaron las clases por celular y repasaron los temas del cuadernillo sobre el banco: comprensión de textos, historia d e San Martín y fracciones. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes.

Sebastián Giménez tiene 42 años y es docente de alma.  Trabaja en el CAE 259, Municentro “Solcito”, en La Favorita, y después de un año atípico en materia educativa, se reencontró -por fin- en forma presencial con Naiquén, una de sus alumnas que acompañó desde junio en forma virtual.

Naiquén Barrera tiene 13 años, cursa séptimo grado en la Escuela Cerro de la Gloria y desde junio necesitó el apoyo del Municentro Solcito. La conectividad en su casa fue un problema: hay un solo teléfono para cuatro hijos en edad escolar.

Si bien ambos se conocían de manera virtual y realizaron un excelente trabajo juntos, Sebastián y Naiquén se vieron por primera vez las caras este lunes y también ayer.  Por fin, otra vez el aroma a escuela, el poder tocar las hojas y los lápices, el abrir el cuadernillo y poder verse los gestos...

Naiquén se mostró feliz al regresar, de a poco, a la normalidad.

“Estaba ansiosa por este regreso. El apoyo que me brindaron desde el CAE fue de muchísima utilidad, una forma muy diferente que tuve que aprender. Me costó bastante la escuela a través del teléfono”, se sinceró la pequeña, que es hija de una ama de casa y de un trabajador del estacionamiento medido en el centro mendocino.

“Fue emocionante”, define el maestro Sebastián al contacto “verdadero” que comenzaron a tener.

El lunes, con un grupo de tres alumnos, los primeros minutos fueron para “investigarse”. Y agregó: “se terminó con el estigma y por fin pudimos charlar de la situación particular de cada uno; de cómo iban con los trabajos y de qué tareas adeudaban”.

Ayer, en tanto, retomaron la tarea de los cuadernillos. Comprensión de textos, fracciones y algo de la historia del General San Martín.

“No creo que la educación virtual haya roto los vínculos. Eso depende de cada docente. Nosotros hicimos un trabajo excelente que ahora continuaremos de modo presencial”, diferenció.

Naiquén forma parte de la franja denominada de trayectorias débiles, es decir, con algunas dificultares durante el período de aislamiento.

Así, desde la Dirección General de Escuelas se estableció un convenio con los municipios para apoyar a estos chicos que sufrieron no solo falta de conectividad, sino vínculos con los docentes. En este caso, acordó con la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza.

Marisa, mamá de Naiquén, dijo que su teléfono se reparte para las actividades de sus cuatro hijos: Thiago (10); Santino (7) y Alma (5), además de la nena mayor.

“Se levantó temprano todos estos meses y durante horas fue contenida y apoyada por Agostina y Sebastián, del Municentro, a quienes les agradecemos enormemente. Ahora con estas clases presenciales está feliz y ansiosa”, relató.

Sebastián lleva la docencia en la sangre. Nació en Gualeguaychú y se recibió en 2005. Luego ingresó a una librería, desde donde más tarde lo trasladaron a Mendoza. Aquí siguió capacitándose y buscando nuevas herramientas para ser cada vez mejor docente.

“La pandemia modificó todo, es cierto, y cada docente debe buscar la manera de construir vínculos de la manera más conveniente. Pero nada más lindo que poder vernos en persona, percibir el momento, disfrutar de tocar el lápiz y la hoja”, reflexionó.

“Todo esto -concluyó- nos obligó a desnaturalizar conceptos, prácticas e ideas. Es un desafío y a la vez algo maravilloso”.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA