En lo que va de 2023, el sistema sanitario de Mendoza ha oficializado llamados para cubrir 43 cargos que se han generado para la especialidad de Pediatría. No obstante, solamente se presentaron 11 profesionales residentes en el más reciente llamado. La cuenta rápida evidencia entonces que, del total de puestos a cubrir, la oferta a duras penas llega a la cuarta parte.
El detalle es que no se trata de una realidad reciente, sino que es una tendencia que se viene incrementando desde hace ya varios años. Tampoco es un fenómeno exclusivo de Mendoza, sino que es algo que se da a nivel mundial en Pediatría y en otras especializaciones médicas.
De acuerdo a los datos reportados por la Asociación mendocina de profesionales de la Salud (Ampros), y basados en las estadísticas del sitio InfoSalud con foco en Mendoza, la brecha entre los cargos a ocupar en Pediatría y los profesionales disponibles que se presentan a los llamados se ha incrementado considerablemente entre 2015 y 2022. Y siempre inclinándose para el lado de la falta de profesionales.
Mientras que en 2015 se ofrecieron 50 plazas en Mendoza y quedaron sólo 15 vacantes, el año pasado se ofrecieron 51 plazas y quedaron vacantes 30. Este dato se complementa con los 11 que se presentaron este año de los 43 profesionales que se buscaban para 2023.
“Desde la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) estamos preocupados por las cuestiones referidas al ejercicio profesional de los pediatras. Estamos en un escenario muy difícil y las causas son diversas”, destaca a Los Andes la médica pediatra mendocina Marcela Pereyra, quien se desempeña en el hospital Humberto Notti y es parte de la comisión directiva de la SAP filial Mendoza.
La pediatra, especializada en crecimiento y desarrollo y en errores innatos del metabolismo, enumeró las principales causas que llevan a esta situación. Entre ellas, incluyó a la alta carga laboral, la inestabilidad de los empleos, la falta de estímulos para el crecimiento profesional, la baja remuneración, la necesidad de pluriempleo, la falta de oportunidades para actualizarse en la profesión y las situaciones de violencia.
“Todas estas situaciones llevan a una tarea laboral muy desgastante, tanto en el sector de asistencia de la salud pública como en la medicina privada, que repercute en una disminución de recurso humano”, apunta la profesional.
Y suma: “Llegar a ser un pediatra formado requiere dedicación y vocación. En ese sentido, estudiar y formarse lleva entre 10 y 12 años en todo lo que es facultad, residencia y capacitaciones posteriores”.
Multicausal
Los pocos pediatras disponibles en Mendoza optan entonces, por emigrar a otros lugares con mejores condiciones laborales, mientras que –dentro de la carrera de Medicina-, los futuros profesionales se inclinan por otras especializaciones más “rentables”, tanto en lo económico como en lo que hace a demanda de tiempo y disponibilidad. Estas suelen ser la oftalmología, la parte quirúrgica estética y la otorrinolaringología, solo por mencionar algunas.
“Si en la facultad de Medicina se le pregunta hoy a los futuros egresados cuántos van a hacer una formación de posgrado, 50% seguro dice que no va a hacerla. Creo que es una cuestión generacional de una camada que ha perdido el entusiasmo por embarcarse en un proceso de formación posgrado. Y en esto tiene que ver con que es mucho el sacrificio que hay que hacer, y muy poca remuneración para tantos años de formación”, resume a su turno el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Mendoza, Francisco Cutroni, quien además es miembro del Consejo Deontológico de Mendoza.
“En la actualidad la carrera de Medicina dura 7 años y luego, a esos, hay que agregarle 4 años más de formación de postgrado (residencia). Estamos hablando de entre 11 y 12 años invertidos solo para formarse”, sigue el decano, quien insiste en que la mitad de los egresados de la actualidad optaría por quedarse solamente con el título habilitante que les da la carrera sin especializaciones (médico de atención primaria o generalista).
Un fenómeno mundial y marcado desde hace años
Si bien en la actualidad la problemática se ha evidenciado en Mendoza con lo que tiene que ver concretamente con la especialidad en pediatría, el déficit de especialistas en distintas ramas de la medicina es algo que ya tiene su arrastre. Y no es algo que se observe solo en Mendoza.
“Antes no quedaban muchas vacantes, porque entraban 50 profesionales, pero había más residentes. La explicación al déficit en pediatría es multicausal y pasa en todo el mundo. En las nuevas generaciones, los jóvenes no eligen la carrera de Medicina, por una cuestión de todo lo que implica esta carrera -poner el cuerpo, la cabeza, los fines de semana, dejar a su familia-”, destaca la secretaria gremial de Ampros, Claudia Iturbe.
“Los jóvenes no quieren eso; quieren salir, viajar y no hacer guardias todo un domingo. Por eso hace tiempo venimos insistiendo en el pedido de que se acorten las residencias y que se cree la figura del capacitador en residencias, no pueden ser que estudien 12 años para ser Neumonólogo, por ejemplo. Antes los médicos se peleaban por estar en el Notti, y hoy tenés un profesional para 1.000 pacientes”, agrega Iturbe.
En ese sentido, la secretaria gremial de Ampros detalla que no es un déficit que se ve solo en pediatría, sino que está golpeando –además- a la enfermería, la neonatología, la psiquiatría, la neurología, la neurocirugía infantil, los terapistas intensivos y otras especialidades relacionadas a las urgencias y tener que hacer guardias.
Para graficar que no se trata de un problema específico de pediatría, el informe de Ampros basado en los datos de InfoSalud en Mendoza, se detiene en la evolución de las especializaciones en general entre 2015 y 2022.
En tal sentido, y para todas las especializaciones, en 2015 había 277 cargos ofrecidos para 364 plazas disponibles, por lo que quedaban 87 lugares vacantes (equivalente a 24% de las que se ofrecían).
No obstante, el año pasado los cargos ofrecidos para la totalidad de las residencias de la provincia ascendían a 560, mientras que se asignaron 281 lugares en base a los especialistas que se presentaron (prácticamente la mitad). Y las plazas libres pasaron de las 87 detalladas en 2015 a 279 en 2022.
Para el pediatra y coordinador académico del Hospital Universitario, Gonzalo Nalda, es clave revisar las políticas que llevan a este déficit. Agrega, además, que las obras sociales tampoco se muestran muy interesadas en mejorar los pagos y, en coincidencia con los otros profesionales consultados, habla de una multifactoriedad del problema.
“Las condiciones salariales son el eje de este déficit, pero no la única causa. Terminar la carrera de Medicina toma entre 7 y 7,5 años, a los que hay que agregarle 4 años de residencia y otros 2 de especializaciones –si se quiere-. Todo ello para una oferta laboral que, después de residencia, es escasa y con montos salariales no muy tentadores. Inclinarse por una vida de consultorio no es fácil. Y allí entran los problemas con los honorarios y, por ejemplo, el tiempo de demora de pago de las obras sociales”, insiste Nalda, quien –agrega- una de las urgencias es revisar la existencia de guardias de 24 horas.
Para la integrante de la comisión directiva de la SAP Mendoza, Marcela Pereyra, es “fundamental que los pediatras nos cuidemos, y también que las autoridades del Gobierno tengan políticas institucionales que contemplen estos aspectos”.
El lado B del déficit: las especialidades en alza
En contrapartida al creciente déficit de pediatras, terapistas y de especializaciones vinculadas a urgencias, hay otras especialidades que –de a poco- van sumando más residentes e interesados.
“Los estudiantes migran hacia otras especialidades sin tantas complicaciones, sin lo trabajoso que es estar de guardia”, resume el pediatra y coordinador académico del Hospital Universitario, Gonzalo Nalda.
Por su parte, Iturbe –de Ampros- enumera cuáles son aquellas especializaciones que han incrementado su cantidad de aspirantes en los últimos años. Estas son oftalmología, dermatología y otras especialidades “no quemantes”, de acuerdo a la definición de la referente de Ampros.
“También se ve en la Otorrinolaringología, por ejemplo. Son especializaciones en las que no se hacen guardias, suelen estar mejor remuneradas y no implican tanto desgaste”, cierra Iturbe.