Se fue del país para conseguir un futuro mejor y volvió a Mendoza sólo para cumplirle los sueños a sus padres

Martín tiene 30 años y partió hace dos años a Nueva Zelanda para buscar trabajo. Pero también con la premisa de reunir dinero para llevar a su mamá a las Catataras del Iguazú y a su papá a la cancha de River. El objetivo lo cumplió con creces. La historia.

Se fue del país para conseguir un futuro mejor y volvió a Mendoza sólo para cumplirle los sueños a sus padres
Carmen, mamá de Martín Méndez, el mendocino de familia humilde que le cumplió un viejo anhelo a sus padres.

Recién ahora, Martín Méndez, de 30 años, mendocino de Colonia Las Rosas (Tunuyán) asegura que puede sentirse feliz y tranquilo. No es para menos. Aunque todo el mundo lo felicita porque acaba de cumplirle el sueño a Santiago y Carmen, sus padres, explica que en realidad fue al revés, que fue él quien cristalizó, a través de ellos, su propio anhelo.

Por un lado, el anhelo de su madre, a quien le dicen “Peti”, que era conocer las Cataratas del Iguazú, algo que nunca había podido concretar en sus 62 años de vida. Y el de su papá, fanático de River Plate, que esperó toda su vida para pisar el Monumental.

Santiago es agricultor, aunque está jubilado por una incapacidad en la cadera, y “Peti” se dedica a elaborar pastas, tortitas caseras y pasteles para vender.

Ambos la lucharon siempre para sacar adelante a su numerosa familia y lo lograron, porque todos trabajan o estudian. Tienen siete hijos: Cristian (37); Gustavo (35); Mariana (33); Juan Pablo (28); Jesús (25) y Ángel (23), además del protagonista de la historia, Martín, que hace dos años se mudó a Nueva Zelanda en busca de un futuro mejor.

“Me daba cuenta de que la Argentina no daba para más y, lamentablemente, hoy, de visitante, veo que es más de lo mismo. Me fui con la idea de trabajar pero también de reunir el dinero necesario para que mis padres puedan cumplir algo tan simple y valioso”, relata, en diálogo con Los Andes.

Martín reconoce sufre el desarraigo y extraña muchísimo su pueblo al pie de la cordillera, aunque enseguida consiguió trabajo en una empresa de apicultura que elabora miel muy exclusiva y de alta calidad. En ese lejano país de Oceanía también se puso de novio con Amy, que viajó con él a Mendoza.

“Tiempo atrás, a la hora de planear las vacaciones le dije a Amy que me gustaría cumplirles el sueño. Enseguida empezamos a planearlo”, recuerda, todavía desde Buenos Aires, donde en la noche del miércoles “sufrieron” todos con el amargo empate entre River y Vélez, que dejó fuera de competencia al equipo de sus amores.

Martín (de lentes) junto a su hermano Juan Pablo y a su padre, a quien le cumplió el sueño de conocer la cancha de River.
Martín (de lentes) junto a su hermano Juan Pablo y a su padre, a quien le cumplió el sueño de conocer la cancha de River.

Martín captó con su cámara momentos inolvidables que luego subió a las redes y se viralizaron. “Siento que con muy poco hice muchísimo”, vuelve a reflexionar.

Tiene en la retina a su mamá llorando a mares en el tren del Parque Nacional Iguazú, que conduce a la Garganta del Diablo, y a su papá “hipnotizado” en la cancha, aunque el resultado no haya sido el esperado.

“Siento una satisfacción que nadie me la podrá quitar en mi vida. Ellos se lo merecen por todo lo que han hecho por nosotros. Es una manera de devolverles apenas algo del sacrificio que hicieron”, agrega, para confesar que aún no se despidió y ya empezó a extrañar.

“Me voy el 27 de este mes. El desarraigo es difícil, pero creo que este sueño no lo hubiese podido cumplir si me quedaba en la Argentina. Me fui cuando se iniciaba la pandemia y ahora veo que todo se agravó”, señala.

El “orgullo” de Santiago y “Peti”

“Peti” no sabe por qué, tal vez por ver las imágenes en revistas o en la televisión, pero lo cierto es que viajar a las Cataratas fue desde muy niña algo pendiente en su vida.

Me las imaginaba siempre. Eso sí, conocerlas fue mucho más impactante. Me sentí tan pequeña en esa inmensidad”, rememora.

Por eso no aguanté el llanto. Fue más que conocer las Cataratas, sentí que estaba cosechando el fruto de lo que hemos sembrado en la familia”, cuenta la mujer, que vive en el barrio Benegas de la pequeña localidad situada en el Valle de Uco. “Imponentes, majestuosas. Tan bello lugar como jamás me imaginé”, define a ese punto turístico de trascendencia mundial.

Estoy sorprendida, además, porque me imaginé un paseo sencillo, con poca gente. Y estaba repleto, me quedé impactada con la cantidad de turistas”, agrega.

La gran idea de Martín no se limitó solo a Misiones. De regreso en dos autos –ya que también viajó Juan Pablo– pasaron por Buenos Aires. Por entonces ya tenían las entradas en mano para compartir en familia el esperado contejo de la Copa Libertadores.

“Para mi marido fue el sueño cumplido más grande de su vida. Cómo habrá sido que el resultado pasó a un segundo plano…”, evoca.

Nacida en una humilde familia numerosa, Peti fue la mayor de 11 hermanos. Desde muy niña trabajó duro cuidándolos y luego la vida la premió con siete hijos maravillosos.

“Creo que la receta es el amor, la dedicación, llevarlos por el camino del bien y enseñarles con el ejemplo”, sintetiza.

La familia siempre sobrevivió con lo justo y el matrimonio no tiene vivienda propia, “pero nunca faltó lo esencial”, asegura “Peti”. “Nunca trabajé fuera de casa, siempre me dediqué a los niños e hice comida casera para vender. Aún hoy soy famosa por mis pastelitos. Mi esposo trabajó siempre en la agricultura, hoy está jubilado”, cuenta.

Remata, orgullosa: “Creo que más allá del amor, la base para criar a los hijos es la humildad. Siempre la humildad”. Y Martín reafirma esa enseñanza: “Siento que no hice nada si lo comparo con todo lo que ellos me dieron”.

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