Tan intenso era el deseo de convertirse en padres, que los mendocinos Damián Murcia y Facundo Retamales comenzaron a indagar sobre alternativas para cumplir el sueño. Fue en 2020 cuando apareció la opción de subrogar un vientre: investigaron los requisitos en una página de Facebook, leyeron, se interiorizaron y hasta pasaron a integrar un grupo denominado “Subrogación Argentina”.
La gestación subrogada es la práctica por la que, previo acuerdo con otra persona o pareja, una persona queda embarazada, lleva la gestación a término y da a luz a un bebé para que esa otra persona o pareja se conviertan en progenitoras. La práctica solo está regulada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“Buscábamos cumplir un profundo anhelo, aunque la subrogación no era algo sencillo. Como en Mendoza no está regulada, empecé a hablar con personas de CABA. Nos comunicamos con varias mujeres y nadie nos convencía. La mayoría tenía pretensiones económicas, algo en definitiva comprensible, pero finalmente decidimos no responder más mensajes”, recuerda Damián, veterinario, de 47 años.
Luego de 10 días, recibió un mensaje de whatsapp de una mujer de Buenos Aires madre de seis hijos llamada Mónica. Se presentó y se propuso como gestante. “Noté interés verdadero, me gustó, pero no me animaba a contarle a Facundo, no quería crear falsas expectativas”, evoca.
En una charla profunda, Mónica, que es peluquera, relató su vida a Damián. Nunca había sido gestante por subrogación. Ni ella ni él sabían cómo seguir.
“Empezamos a soñar despiertos, enviamos correo a una clínica para que nos cuenten detalles del procedimiento, pasos a seguir y requisitos. En el medio, como si fuera poco, la pandemia”, agrega.
No conocer a Mónica personalmente representaba un obstáculo. El aislamiento tampoco ayudaba. “Le pedimos a una amiga porteña que fuera a visitarla, que dialogara con ella, viera sus condiciones de vida y nos contara qué le parecía…”, relata.
Aquel encuentro resultó un éxito. “Era una buena mujer, nos quedamos tranquilos. Y ellas se hicieron amigas”, relata.
Mónica pasó los exámenes médicos y psicológicos realizados por el equipo de fertilización de la clínica. Poco después, ambos viajaron a Buenos Aires para someterse a estudios genéticos. En Ezeiza, la futura gestante y su marido los esperaban.
“Fue raro, la vimos a través de las vallas y no sabíamos qué hablar. Me acuerdo como si fuera hoy, fue el 5 de noviembre de 2020 y hacía mucho calor. Más tarde logramos romper el hielo y hasta fuimos a cenar a su casa, donde conocimos a su familia. Todo resultó muy natural”, rememora.
En abril de 2021 se hizo la primera transferencia de dos embriones. Ninguno prendió. “Fue frustrante por la carga emotiva y, además, teníamos temor de que se arrepintiera”, confesó.
Poco después, en octubre de 2021, se produjo el deseado embarazo con la segunda transferencia del embrión restante. Mónica llamó por teléfono con una alegría inexplicable con el test de embarazo en sus manos.
“Fue un momento mágico”, relató Damián. Cuatro meses después, el 12 de febrero de este año, Damián y Facundo se casaron en Mendoza. Mónica viajó con su familia y fue la invitada de honor. Allí, con una bengala celeste, dieron la noticia de que el bebé sería varón y se llamaría Gaspar.
Lo esperan con una felicidad indescriptible. Mónica, quien pasó a ser parte de la familia, expresa sus sensaciones día a día a través del Facebook. Días atrás publicó:
“Mi pequeño pasajero se aloja en mi cuerpo, cerquita de mí corazón. Desde un primer momento se convirtió en su medio de transporte y lo será durante 9 meses. En su transporte tiene todo lo que necesita: amor, cariño, calor, oxígeno, alimento y muchos corazones que lo aman y lo esperan”.
“Mi cuerpo es su transporte; yo su chofer y mi misión es asegurarme que el traslado se de en condiciones; cuidar que las rutas sean seguras para su bienestar; que siempre tengamos el combustible necesario. El sólo tiene que agarrarse fuerte y seguir su viaje”, continuó.
Agregó: “Cuando llegue a destino, en esa terminal estarán dos papás esperándolo... Sí, dos papás que compraron su boleto a la vida apostando que sería la aventura más grande de sus vidas. Se aseguraron buscar con el corazón a la persona que los pueda ayudar a llegar a este milagro”.
“Dios es amor en todas sus formas y Gaspi es mi pasajero. Usar mi don de dar vida para poder hacer realidad un sueño es un milagro. Es devolverle al universo la bendición que me dio con mi maternidad”, concluyó.
Damián, Facundo y Mónica esperan ansiosos el mes de julio, cuando Gaspi llegará al mundo en Buenos Aires. Todos se preparan para la gran experiencia. Y ellos ya se sienten familia.
La imperiosa necesidad de que rija una ley
La subdirectora de Derechos Humanos de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, Eleonora Lamm, dijo a Los Andes que en Argentina no existe regulacion de la gestación por sustitución. Aunque se intentó incorporar a través del Código Civil y Comercial y se han presentado numerosos proyectos de ley desde 10 años, ninguno ha prosperado.
“En Mendoza, los casos se judicializan y luego de una sentencia judicial que autoriza el procedimiento, se provoca el embarazo y se garantiza la filiación respecto de quienes recurren a la gestación por sustitución, desplazando la ´maternidad´ de la persona que gesta, que no es madre, aunque para la ley en principio lo sería. De allí la necesidad de que intervenga la Justicia”, opinó.
Dijo la funcionaria que en CABA rige un amparo que tiene varios años que llevó a una resolución del Registro Civil y que hace que el procedimiento sea más sencillo y no se requiera una acción judicial.
“Hay unas 70 sentencias en Argentina que autorizan estos casos. La jurisprudencia se muestra muy favorable, pero sigue faltando uniformidad de criterios y la seguridad jurídica que solo garantizaría una ley”, aclaró.
Expresó que nuestra sociedad ha madurado en términos de entender y asimilar lo que implica esta figura. “Son cada vez más las personas que recurren a ella y se necesita una ley que esté a la altura para garantizar la protección de los derechos de todas las personas que intervienen, no solo la filiación de la persona que nacerá, sino también y, especialmente, de la persona que gesta”, amplió.
Finalizó: “Debemos recordar que si nos preocupan los derechos de la persona que gesta hay que brindar marcos que otorguen seguridad y protección. La clandestinidad nunca ha sido una aliada para los derechos de las mujeres y menos cuando se trata de derechos reproductivos, como en este caso”.
Por su parte, la abogada Mariel Molina, titular de la cátedra de Derecho de las Familias en la Facultad de Derecho de la UNCuyo, explicó a Los Andes que en el país estas prácticas “no están reguladas pero tampoco prohibidas”.
“En la actualidad existen decenas de casos en que los jueces autorizan a llevar adelante. En Mendoza hay algunos tramitados y autorizados”, comentó.
Explicó que, sin la autorización, quien da a la luz sería la madre, aunque en el caso de la gestación subrogada sería solo la “persona gestante”.
“Damián y Facundo no necesitaron la autorización por llevar adelante todo el proceso en CABA, donde existe una resolución que autoriza a inscribirlos sin pasar por ese proceso previo”, diferenció.
La letrada expresó, finalmente, que los controles judiciales resultan clave para evitar la explotación de la mujer en contextos de vulnerabilidad y hacer valer sus derechos.