Este lunes se cumplen 170 años del paso a la inmortalidad del Padre de la Patria. Por ello, la historiadora e investigadora del Conicet, Beatriz Bragoni; y la presidenta de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Mendoza, Liliana Llorca reconstruyeron cómo fueron sus últimos años, luego del encuentro con Bolívar, hasta los últimos días de su vida en Boulogne Sur Mer (Francia).
La propuesta fallida
Según detalló Bragoni -quien ha especializado su obra en el prócer-, el cambio del modelo de organización política de las provincias argentinas mientras el Libertador estaba en Perú fue determinante. “En 1820, el Gobierno de las Provincias Unidas colapsó; ese gobierno central al cual San Martín había sido leal en la crisis de 1815 y que le había permitido organizar el Ejército de los Andes mediante el apoyo del director supremo Pueyrredón para emprender la Campaña a Chile. Con el colapso, las provincias quedaron desvinculadas y sin un Gobierno general que las aglutinara. En simultáneo, San Martín ya había cruzado la cordillera para encabezar la expedición militar al Perú”, destacó la referente.
Incluso, también en Perú el escenario se presentaba dispar porque la independencia sólo se afianzó en las intendencias de la costa, y en Lima; donde San Martín encabezó el Protectorado de los pueblos libres. Sin embargo, quedaba aún una porción que seguía todavía en manos de la Corona Española. “Este contexto es muy importante para entender por qué San Martín abdicó después a esa función de Protectorado; una figura administrativa basada en un viejo esquema en la Inglaterra de Cromwell o con Napoleón, quien la había utilizado en Europa central. Esa figura se instaló para el gobierno de los pueblos libres peruanos, y San Martín concentró el poder político y militar, y adoptó una serie de medidas favorables a indígenas y esclavos. Incluso, promovió un debate muy intenso sobre posibilidad de instalar una monarquía constitucional en Perú”, reconstruyó Bragoni.
Aquí se dio uno de los primeros quiebres en el protagonismo público de San Martín: con el debate sobre si se adoptaba la monarquía constitucional o la república. San Martín recomendó entonces enviar una misión a Europa para que se reconozca la independencia, gestionar un empréstito para financiar el Estado naciente; pero también para concertar la venida de un príncipe que encabezara el edificio político peruano. “En el Ejército no cayó muy bien, ya que muchos de quienes lo habían acompañado eran partidarios de la República”, agregó la investigadora.
El escenario convulsionado y los escasos recursos para avanzar contra los realistas marcaronla entrevista en Guayaquil con Simón Bolívar, en 1822. “San Martín había perdido peso entre los propios, mientras que Bolívar había sumado fuerza...ello lo llevó a darse cuenta de que su tiempo político había terminado. Incluso Bolívar no tuvo una buena imagen de los planes monárquicos”, dijo Bragoni.
Sin lugar en la política argentina
Luego saberse derrotado en su propuesta de modelo, San Martín decidió regresar a Valparaíso. “Supo que iba a ser cuestionado. Se quedó en casa de Bernardo O’Higgins; quien también era cuestionado políticamente. Desde Chile, San Martín cruzó la cordillera y cuando llegó a la Ciudad de Mendoza no se encontró con grandes manifestaciones de júbilo. Posteriormente se refugió en la chacra de Los Barriales. Y allí permaneció varios meses en los que se escribió con amigos, respondió a las críticas que se levantaban en Lima por su abdicación y escribió que no se volvería a involucrar en política”, se explayó la investigadora. Sobre el retiro de San Martín de la política en Argentina, Bragoni lo adjudicó a la desconfianza que le generaba la rivalidad que implica un gobierno republicano. “Se suponía que debía haber elecciones, y para él esa competencia era riesgosa; ya que podía alterar la posibilidad de crecer y generar riqueza”, agregó.
También estando en su chacra juninense, San Martín recibió la noticia de que en Buenos Aires su esposa, Remedios de Escalada estaba muy enferma; aunque demoró la decisión de viajar a su encuentro: “había una enemistad muy fuerte con Rivadavia. Mientras San Martín estuvo en Mendoza, planificó regresar a Buenos Aires. Pero Rivadavia no solo que no lo autorizaba; sino que hasta había enviado matreros para que lo mataran en el camino”, recapituló Llorca.
Sobre la enemistad entre ambos, “San Martín había contribuido con el golpe que había derribado al Primer Triunvirato. Pero es interesante destacar que cuando San Martín llegó finalmente a Buenos Aires, visitó a Rivadavia y hasta le regaló un tinterito de Lima”, aclaró Bragoni.
La ida a Europa
Cuando San Martín llegó a Buenos Aires -en diciembre de 1823-, Remedios ya había fallecido. “Tomó la decisión de irse del país cuando cayó en la cuenta de que su figura implicaba un peligro para el orden político”, relató Llorca; quien agregó que esa partida tuvo lugar el 10 de febrero de 1824.
Tras inscribir a su hija en un colegio de Inglaterra e instalarse en Bélgica; en 1828, San Martín intentó regresar a Argentina: Rivadavia había renunciado a su cargo, y el puesto de gobernador había quedado en su ex compañero en el Ejército de los Andes, Manuel Dorrego. “Pero cuando San Martín llegó a Río de Janeiro, supo que en el ínterin del viaje, Dorrego había sido derrocado y asesinado por los partidarios de Juan Lavalle (también ex soldado del Ejército de los Andes). Entonces decidió no bajar del barco, y se dirigió a Montevideo a la espera de poder regresar a Europa... era enemigo de desenvainar su espada para luchas civiles”, continuó Llorca.
Bragoni, por su parte, explicó que el propio San Martín llamó “ostracismo voluntario” a su partida. “Cuando decidió irse, no fue porque no lo dejaron quedarse; él sentía que no tenía lugar en Argentina”, siguió Bragoni.
Tras algunos años en Bruselas, en 1831 San Martín se instaló en Francia. Allí se reencontró con el banquero español Alejandro Aguado “un andaluz que se había convertido en partidario de José Bonaparte. Con los años, se convirtió en un gran banquero y en una especie de benefactor de San Martín”, siguió la investigadora.
Aguado nombró a San Martín albacea de su testamento y lo dejó a cargo de sus hijos luego de su muerte en 1842; además de legarle parte de sus bienes. “La muerte de Aguado coincidió con la muerte de OHiggins, y ambas lo afectaron”, resaltó Bragoni.
La llegada a Boulogne Sur Mer se dio en 1848, y las condiciones climáticas a orillas del mar le fueron beneficiosas. Tras dos años, el 17 de agosto de 1850 falleció en compañía de su hija, su yerno y sus dos nietas.