Rubén Ippoliti, el Merlí mendocino: trabaja sobre las emociones de los alumnos en el aula

El doctor en Filosofía Rubén Ippoliti, director del IES 9-009 de Tupungato, a cargo de un proyecto del impacto del afecto en el aula, sostuvo que ningún plan de estudio focaliza sobre la mirada humana de la educación. Dijo que el futuro para cambiarlo es hoy.

Rubén Ippoliti, el Merlí mendocino: trabaja sobre las emociones de los alumnos en el aula
Rubén Ippoliti filósofo y profesor Foto: Orlando Pelichotti

Los planes de estudio o los cursos de capacitación no tienen en cuenta el costado humano de las personas y muchas veces se termina desestimando el impacto que las emociones pueden generar en el aula. Así lo sostuvo, en diálogo con Los Andes, Rubén Ippoliti, profesor, licenciado y doctor en Filosofía quien se desempeña como vicerrector y docente en el Instituto de Educación Superior 9-009 de Tupungato. Ippoliti es autor de varios libros, entre ellos Evolución emocional, donde focaliza en esta cuestión.

“Suponer que las cuestiones humanas están contempladas en la estructura actual de la educación lleva a que no podamos desarrollar las habilidades emocionales indispensables para una sana convivencia”, fundamentó este docente que, por su preocupación por este aspecto, recuerda al de otro profesor de Filosofía famoso: Merlí, el personaje de la serie española que puede verse en Netflix.

Ippoliti Michelán halló en su tesis doctoral que el comienzo de toda filosofía tiene relación con los afectos y que toda filosofía resulta verdadera cuando nace del amor. “Lo mismo sucede con la educación. Una educación que brota de la relación pedagógica del amor, es efectiva. El amor es una palabra que tiene muchas maneras de señalar distintos sentimientos, no debe confundirse con erotismo, a veces somos analfabetos emocionales y muchas veces no sabemos nombrar a nuestras emociones o afectos”, señala, para explicar el impacto que tienen las emociones a partir de un proyecto que elaboró junto a un grupo de investigación formado también por Carlos Donaire, Johana Osorio, Johana Muñoz y el sociólogo Pablo Elías Gómez. Los tres primeros integrantes son profesores de Educación Primaria y todos forman parte del observatorio sobre educación de los afectos en las escuelas, proyecto que lleva a cabo el IES 9-009.

A la hora de contar cuán importantes son las emociones en el aula, Rubén asegura que este tema es ”determinante”. “La pedagogía tradicional ha transitado el camino del miedo, el docente, históricamente, es quien tiene el poder en el aula, califica, disciplina, siempre tiene la última palabra. Las evaluaciones, tradicionalmente, transcurren en el miedo. El estudiante siente miedo a la prueba, a ser evaluado”, asegura. Y sigue: “Pensemos en un aula que transcurra en el amor, la alegría, el gozo, la motivación, la estima, la colaboración. Estamos acostumbrados a competir en el aula, a ver quién es el mejor, comparamos un estudiante con otro, cuando deberíamos comparar a cada estudiante consigo mismo. Cada estudiante debe mejorar en relación con él mismo, con el propio aprendizaje, con sus propias limitaciones personales o culturales. Esa sería la manera de hacer de cada trayecto educativo una motivación personal, con la idea, en todo caso, de competir ‘conmigo mismo’, es decir, ningún otro estudiante es contrincante o enemigo. Así como un niño con hambre no puede aprender, un niño en un aula donde siente miedo o enojo no puede aprender. Si se siente querido, valorado, estimado, amado crece, avanza, se motiva”.

–¿Qué sucede con docentes cansados, desmotivados, entristecidos?

–En esas condiciones les será muy dificil desarrollar mejores clases y estar atento a sus estudiantes. Los niños y los jóvenes en sus casas muchas veces atraviesan situaciones emocionales conflictivas, gritos, maltrato, etc. La escuela puede y debe ser un ámbito de contención y debe mostrar que otra sociedad es posible, una sociedad más humana. Días atrás una estudiante llegó muy cansada al instituto que dirijo (Instituto de Educación Superior Tupungato 9009, en Tupungato). La chica se quedaba dormida en el aula. Un profesor, tal vez con un tono irónico, supuso que había estado de “joda” y lo manifestó. La llamamos, conversamos con ella y nos confesó que se levanta muy temprano y trabaja durante todo el día en la cosecha del ajo, en las fincas y que llega agotada al instituto. A veces no aguanta el sueño y se queda dormida. Conversamos con el docente y con sus compañeros para que, definitivamente, modifiquen sus miradas, para que le ayuden a seguir adelante...

–¿Ese ejemplo hablaría de la ‘escuela humana’?

–Exacto, la que transforma burlas en colaboración. De esto, hay mil ejemplos. Como un niño que llega triste a la escuela porque sus padres pelean todo el día y en su casa solo hay gritos, su mamá atraviesa una depresión por el maltrato de su papá. Obviamente, su rendimiento escolar disminuye. Ese niño necesita imperiosamente sentirse cuidado, protegido y contenido en la escuela. Si su docente se enoja porque no lleva la tarea al aula o le pone una mala calificación, no solo significa que la maestra no conoce la situación del niño, sino que éste sentirá que carece de un ámbito donde pueda desarrollarse amorosamente. Por eso pienso que las escuelas deben ser ámbitos de mucha valoración por parte todos los actores que intervienen.

–Lo que plantea en su investigación ¿difiere entre clases sociales?

–Las carencias afectivas están en todas las clases sociales, y en todas las escuelas. Raramente se abordan, o se abordan no integralmente. Por otra parte, muchas escuelas tienen hoy otra función, que es atender la necesidad del hambre. Lo hacen y muy bien. No podemos decir que una escuela se transforma en comedor porque da de comer, simplemente cumple esa función para que el niño pueda estudiar.

–¿Es necesario un cambio?

–El futuro es hoy. No hay futuro sin presente. Debemos cambiar hoy mismo. Pero ojo, también el docente debe ser cuidado y valorado. Debe llegar a una escuela que lo acompañe en su labor docente. Por eso necesita más formación, darle la oportunidad que desarrolle sus ideas y proyectos. La formación debe ser práctica, no quedarse en la teoría sino llevar al aula cada cosa que se aprende.

–¿Qué plantea en su libro “Evolución emocional”?

–Nace de la necesidad percibida diariamente en el andar social, de las falencias emocionales que tenemos las personas a la hora de relacionarnos, tanto de modo personal como profesional. Muchos expertos tienen conocimientos profundos de sus propias titulaciones, pero les falta una formación humana que les permita adquirir las habilidades emocionales y sociales para el ejercicio diario, efectivo y exitoso de su profesión. Algunos de los inconvenientes que se suscitan durante el desarrollo profesional no tiene que ver con cuestiones intelectuales sino humanas. Existen problemas afectivos y emocionales profundos, no intelectuales, que generan ambientes laborales tóxicos. Se percibe en las empresas, en las escuelas, en las instituciones una incapacidad de visualizar la necesidad de trabajar con el otro como un equipo. Priman las relaciones egoístas, la competencia desleal, las mentiras, los celos, odios, rencores que minan las relaciones humanas en el trabajo.

–¿Qué provoca todo esto?

–Que no sepamos convivir. No sabemos respetarnos y como consecuencia valorar al otro. No sabemos quiénes somos ni para qué trabajamos. La finalidad de este libro-taller que se desarrolla en tres etapas es colaborar para que cada persona, profesional o trabajador, desarrolle la estructura humana indispensable para desplegar con éxito la tarea que desempeña. Los planes de estudio o los cursos de capacitación no tienen en cuenta esta estructura indispensable porque simplemente la suponen recibida en el entorno familiar, o en el ámbito escolar. Pero esta cadena de supuestos lleva a que no podamos desarrollar las habilidades emocionales indispensables para una sana convivencia.

Perfil de un docente que se preocupa por los afectos

Rubén Ippoliti Michelán tiene 56 años y es oriundo de Godoy Cruz. Es licenciado y doctor en Filosofía de la Facultad de Teología y Filosofía de San Miguel y ejerce como docente de distintos niveles. Tiempo atrás elaboró un proyecto denominado “La Educación de los afectos dentro de la planificación áulica y el clima institucional”, aprobado por la Resolución 004/2015 de la DGE. También fue creador de una diplomatura superior en innovación educativa y autor de numerosas investigaciones.

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