Silvina Alcalde es enfermera de vocación, de cuerpo y de alma. Y luego de muchos años de sacrificio y obstáculos de todo tipo, hoy puede decir, con orgullo, que a través de su profesión pudo devolverle a su departamento lo mucho que recibió.
Nacida y criada en La Junta, un paraje a 30 kilómetros de Malargüe, Silvina es hija de Jorge, tractorista -ya fallecido- y de Silvia, criancera y luego cocinera de la escuela “Petroleros del Sur”, donde ella, la mayor de cuatro hermanos, cumplieron sus estudios primarios.
“Una escuela rural donde se aprende, se educa y se crece como en una buena familia”, evoca, para agregar que luego pasó a la secundaria en la “Dr. Daniel Hugo Pierini”. En todos los casos Silvina sobresalió con calificaciones brillantes. Desde muy chica anhelaba un futuro como veterinaria o ingeniera.
“Cuando estaba 5to año mi papá se enferma y muere. Mis sueños, gestados de tanto andar entre la tierra y con los animales, se abortaron de un día para el otro. Mi vida cambió en ese preciso instante, ya que me tocó ponerme la camiseta de hermana mayor. Sin embargo, estaba segura de que lo mío seguiría siendo el estudio a pesar de las adversidades. Y así, mi día no tenía 24 horas, sino muchísimas más…”, grafica.
Silvina consiguió empleo en un café de la ciudad de Malargüe y así, salía de la escuela al atardecer y comenzaba su jornada laboral hasta la madrugada. Nuevamente se levantaba temprano para ir a la escuela de La Junta, todos los días. Tras rechazar una beca en el secundario, siempre apremiada por los tiempos y ayudando a su madre a sacar adelante a la familia, en 2006 pensó en la carrera de enfermería: para ella fue una opción; jamás imaginó que sería su vocación.
“No lo soñé ni me agradaba. Era la opción a mano. Sin embargo, me dí cuenta cuán equivocada estaba. En aquellos años haber sido elegida Reina Nacional del Chivo le permitió crecer, capacitarse, viajar y sumar experiencias”, recuerda. Mientras tanto, la tecnicatura en Enfermería en el Instituto de la Docencia, Investigación y Capacitación Laboral de la Sanidad de Malargüe y luego la licenciatura en la UNCuyo, ya formaban parte de sus aspiraciones. Lo que era una simple opción se había convertido, sin querer, en todo lo que siempre había anhelado.
Ingresó a la Municipalidad de Malargüe y sintió que estaba en su propio hogar devolviendo lo mucho que había recibido en todo su proceso de la niñez y la adolescencia. “Me otorgaron un premio que me permitió tener mi computadora. Becaron mi carrera de enfermería y, a la vez, trabajaba en la planta de extracción de miel por mucho años”, recuerda.
Tras finalizar enfermería, pensó en más: se anotó en la licenciatura y obtuvo el ansiado título en 2011. Ya con su familia, formada por Facundo, su esposo, y sus hijos Nahuel y Josefina, volvió a La Junta y se convirtió en la inspiración de muchos jóvenes que creían que el futuro sería la cosecha de papa y ajo. Allí estuvo hasta 2021. Silvina es hoy “la enfermera” del Centro de Salud 129 de Malargüe, donde se la puede ver, inquieta, de lunes a viernes en las mañanas. Por las tardes se dedica a visitar paciente en sus domicilios, la mayoría de ellos sin posibilidades de llegar a ser asistidos en las instituciones. La joven asegura:”Todo buen enfermero que brinda seguridad y confianza puede darse por realizado”.