Regreso a clases presenciales en Mendoza: entre la incertidumbre y el reencuentro de los alumnos

Cómo recibieron las nuevas normas de la escuela nuestros hijos: protocolos, grupos reducidos, semanas divididas, clases presenciales y virtuales.

Regreso a clases presenciales en Mendoza: entre la incertidumbre y el reencuentro de los alumnos
Escuela Arístides Villanueva / Orlando Pelichotti- Los Andes

El comienzo de clases en este 2021 fue para niñas y niños, adolescentes y padres como una eclosión de sentimientos contradictorios despertados por un cambio rotundo de costumbres, después de un año en el que la casa fue -en gran parte del año pasado- una burbuja.

La pandemia por coronavirus cambió las vidas de una sociedad acostumbrada a la muchedumbre, al contacto y, en el caso de los más pequeños, a los juegos. Y si bien muchas de las actividades se intentan reestablecer, nunca volverán a ser como antes. La normalidad será ahora con exigentes protocolos de salud y bajo esta regla, las escuelas abrieron sus puertas.

Todos con barbijos, distanciamiento, con celadores y maestros recibiendo a los alumnos con el alcohol para desinfectarlos, mientras saludos de lejos a mano alzada se dirigieron a los papás. Después, un toque de puños o codos entre los compañeritos, fue símbolo del reencuentro.

Johana (42) dio un panorama general sobre la información otorgada por el colegio de sus dos hijos, Bautista de primer año del secundario y Lorenzo, quinto grado de San Luis Gonzaga, quienes “tuvieron muchos nervios e incertidumbre por quienes les tocarían en los grupos. Pero a su vez, estaban contentos”.

Escuela Infanta Mendocina/  Orlando Pelichotti- Los Andes
Escuela Infanta Mendocina/ Orlando Pelichotti- Los Andes

Desde la escuela estuvieron anticipándose con “reuniones virtuales y correos para informarnos a los padres cómo se iban a regir con los protocolos. Nos dijeron que este año no se usarán libros, se iba a pedir los útiles elementales, no iban a enviar listas porque no sabían hasta cuándo continuará la presencialidad y no querían generar gastos a las familias”, detalló.

Por su parte, en las salitas de Nivel inicial, se comenzó con una hora de adaptación. Para los más chiquitos, los días previos fueron de gran ansiedad y después, esos 60 minutos con la nueva seño y los nuevos compañeros se fueron volando.

“Los días previos fueron charlas para convencerla, porque no quería ir a la escuela. El año pasado cursó salita de 4 en casa, no se vio con ningún compañerito. Y ahora se resistía. Pero una vez adentro, se soltó: quería jugar, bailar, saltar, y participaba en todo. Después no se quería ir”, confió Vanina, la mamá Luci, quien se animó a la entrevista: “Lo que más me gustó es hacer las tareas y aprender”, expresó la pequeña de 5 añitos, de la escuela Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.

Y luego contó qué aprendió en el primer día de clases: “Que no tenemos que compartir la merienda, el jabón, el agua ni el alcohol de sirena”.

Por su parte, Catalina que comenzó la salita en el Colegio Maristas dijo que “lloré un poco al venir porque quería quedarme con mis compañeritos. Me gustó la escuela porque voy a hacer muchos amigos. Mi seño también nos dijo que no debíamos compartir el vaso ni la merienda”, agregó al testimonio de su amiga.

“Los más chicos, es una nueva generación. Ellos ya son parte de esta sociedad que cambió. Sin embargo, cuando Mateo vio a sus compañeros, noté la ansiedad. Fue raro, no sabían cómo saludarse, pero lo resolvieron con un toque de puños, confió Analía, mamá del alumno, de cuarto grado.

Entre los más grandes, los encuentros son lo importante. Aunque los nervios comenzaron desde hace semanas. Los adolescentes mantuvieron contactos mediante sus teléfonos, por videollamadas, pero verse cara a cara les generó un tremendo entusiasmo.

Jeremías (12), cursa el séptimo grado de una escuela de Las Heras, a la que no quiso nombrar. Y aseguró que si bien él comenzó en el grupo de clases virtual “no me podía dormir, estaba nervioso. Me había acostumbrado a estar en casa. Al séptimo grado no lo veo tan difícil, me tiene más ansioso hacer las cosas bien para poder entrar al secundario”, confió el joven.

En tanto que, sobre el reencuentro dijo “me entusiasma un montón poder ver a mis amigos, es decir, tenerlos cerca después de un año. Estamos por empezar momentos inolvidables, el de egresados, con todo lo que significa: vestir las camperas, poder tener un viaje, tener una fiesta, etc., claro, siempre que se pueda. Falta varios meses, igual. Ojalá que podamos cerrar el año así, festejando con amigos”, concluyó el alumno del último año del primario.

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