Mendoza, la tierra del sol y del buen vino, se caracterizó por el desarrollo de una amplia matriz productiva que hizo próspera a nuestra provincia: pujantes industrias vinculadas al agro (especialmente la vitivinicultura), la metalmecánica y explotación petrolera; comercio y desarrollos inmobiliarios dinámicos con las veredas más limpias del país; nevadas regulares con los Nihuiles, Reyunos, Valle Grande, Agua del Toro, Carrizal y Potrerillos asegurando el agua y energía para el desarrollo.
Muchas cosas cambiaron. Hoy el agua es escasa, los yacimientos petroleros entraron en retracción, el vino se consume menos; las industrias sufrieron las consecuencias de las promociones industriales en las provincias vecinas y la competencia muchas veces despareja de productos importados; varias de nuestras principales actividades históricas muestran falta de dinamismo. Nuestra composición económica cambió, y casi sin darnos cuenta fuimos perdiendo protagonismo en el escenario económico del país.
Vivimos tiempos de cambios profundos: tenemos que renovar el esfuerzo e inteligencia que nos han caracterizado, encontrar los mecanismos para recuperar y apuntalar las actividades tradicionales, y potenciar las nuevas. Con reglas claras y estímulos necesarios, garantizando el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales. Formando y cuidando nuestros talentos para que gestionen con apertura y modernidad.
En materia energética, los pozos petroleros maduros pueden optimizarse con la gestión de empresas ágiles y eficientes: es el modelo para acelerar y profundizar. El potencial del petróleo no convencional en el sur provincial debe apuntalarse con infraestructura y audacia público-privada para acelerar su concreción. Esta matriz hidrocarburífera debe complementarse con las posibilidades que nos brindan las fuentes renovables de energía: aprovechamiento íntegro de los ríos de montaña para generar energía eléctrica, administrar el riego y desarrollar el turismo; instalación de grandes parques solares de generación fotovoltaica que hoy se facilitan por la inversión pública en infraestructura eléctrica; miniturbinas en los canales de riego, etc.
La actividad minera, con la confirmación de grandes yacimientos en nuestra tierra, tiene todo para convertirse en un motor de crecimiento. Para ello es imprescindible que se lleve a cabo bajo los más altos estándares de control, garantizando que no haya contaminación de ríos y napas, sin impactos ambientales negativos y con licencia social. Como complemento de la etapa extractiva que se proyecta para el mediano plazo, en especial en el consensuado Distrito Minero Malargüe, sería estratégico fijar como objetivo la instalación de una planta de refinación como se hizo en Chile con el cobre en la Planta de Chuquicamata. Tenemos aquí la oportunidad de sacar provecho del RIGI avanzando en la cadena productiva.
La vitivinicultura, ejemplo de integración y desarrollo social en todos los oasis productivos, logró un saltó de valor agregado y competitividad extraordinario y ha encontrado en el enoturismo y la gastronomía sus aliados estratégicos proyectándose a nivel internacional. El vino es un atributo fuerte y creciente que ha dado a Mendoza una sólida identidad, glamour, una marca mundial y millones de visitantes: tenemos que cuidarlo y consolidarlo con los mejores servicios, hotelería, rutas adecuadas, mayor conectividad. La madurez del Malbec permite a la industria incorporar nuevas variedades, y entendiendo las nuevas tendencias enfocarse también en vinos jóvenes, livianos, blancos y espumantes; con packaging moderno y búsqueda de innovación para todos los segmentos socioeconómicos.
Nuestros recursos y talentos son el moderno maridaje de Mendoza. La industria del conocimiento y las industrias culturales han demostrado que tienen campo fértil para crecer. El futuro del trabajo requiere integrar desafíos y habilidades, que combinadas con la industria permitirán mejorar los procesos, generando productos y servicios más inteligentes y con mayor valor agregado. La tecnología es transversal: subiéndonos al tren de la innovación seremos más competitivos.
Como eje estratégico de la conexión entre el Atlántico y el Pacífico es imperioso desarrollar la multimodalidad a través de los hubs logísticos de Palmira, Luján y San Rafael: promover nuevos y mejores servicios al transporte internacional de cargas, zonas primarias aduaneras, depósitos de logística y almacenamiento modernos, tecnología, personal especializado, diversidad de cargas incorporando competitivamente el ferrocarril; concluir la Variante Palmira; poner en valor el Paso Pehuenche; mejorar la infraestructura vial y administrativa en los pasos internacionales; ampliar la capacidad, frecuencia y velocidad del transporte; desarrollar un plan de inversión para reconstruir y mantener la Ruta Internacional a Chile que seguramente tendrá gran interés de los privados.
Para avanzar en el desarrollo de Mendoza y atraer inversiones, es esencial que el gobierno coordine su plan de acción estratégico con la activa y comprometida participación del sector privado a través de sus instituciones. Este plan debe incluir normativas claras y condiciones adecuadas para el desarrollo y control de las actividades productivas, como así también incorporar incentivos concretos que estimulen la inversión en áreas estratégicas. Es fundamental que estos incentivos se orienten hacia sectores clave, con miras a maximizar su impacto en el crecimiento económico y el empleo; con foco en la reducción de la creciente desigualdad y promoviendo un crecimiento económico equitativo en toda la provincia.
*El autor es presidente de la Federación Económica de Mendoza (FEM)