Un antes y un después. Un quiebre en la vida de quienes quedan en este mundo, y extrañarán por siempre a quienes lo abandonaron. La vida de los familiares de personas que fallecieron en accidentes de tránsito puede llegar a convertirse en un monótono y hasta insoportable transcurrir automatizado de días. Con más o menos fortaleza para encararla, lo cierto es que en estas personas comienza una nueva vida.
Lo viven Andrés y Andrea, a quienes un conductor imprudente los privó la chance de ver crecer y compartir los incontables momentos que les quedaban por vivir con su hijo, Alan Villouta (quien falleció tras ser atropellado en el Acceso Sur el 26 de agosto de 2017). También lo viven Dora y sus hijos, quienes desde hace casi 11 años debieron acostumbrarse a seguir adelante sin José Nievas -esposo de Dora-, quien falleció luego de que un camionero alcoholizado chocara en contramano en el Acceso Este causando la muerte de 16 personas. Y lo vive Carla, quien no deja de revivir una y otra vez el trágico accidente en que un conductor a toda velocidad subió a la vereda de la Costanera y la atropelló a ella y a sus dos hijos (Abril, de 3 años, y Agustín, de 7). Los dos niños murieron en el acto.
Como cada tercer domingo de noviembre, se conmemora hoy el Día Mundial en Recuerdo a las Víctimas de Accidentes de Tráfico, establecido por la ONU. Con esta fecha se busca recordar a las personas que fallecieron en distintos siniestros, pero -además- concientizar sobre la prevención y el manejo responsable.
“Después del accidente, quedé muerta en vida. No tenía más ganas de seguir, lo único en que pensaba era en dejar de respirar para irme con ellos. Al principio sentía que quedó mi cuerpo, pero que me había ido con ellos”, describe Carla Pagliaricci (46), a un mes de que se cumplan los 6 años de aquel trágico 14 de diciembre de 2018 en que murieron sus dos hijos atropellados en la Costanera.
No obstante, como pudo, la mujer fui intentando rehacer su vida. Y si bien nada ni nadie le devolverá a Agus ni a Abril, hace 3 años fue madre nuevamente, y hoy es Jazmín quien la hace sonreír.
“No es nada fácil perder una persona querida. Por eso hay que pensar un poco más si uno va a salir a manejar. La gente tiene que pensar que no solamente va a arruinarle la vida a su familia si le pasa algo, sino también se la va a arruinar a otras familias que van a pagar los platos rotos”, agrega por su parte Dora Blanco (52), viuda de José, uno de los choferes del colectivo que fue impactado por un camión a contramano el 7 de febrero de 2014 en la ruta 7 a la altura del autódromo de San Martín.
“Alan está todo el tiempo con nosotros. A veces en la vida hay que ser todo terreno, porque la vida no te prepara calles asfaltadas ni jardines de césped para caer y que no te duela. Te golpea, y golpea duro”, describe Andrés Villouta, papá de Alan, quien falleció atropellado el 26 de agosto de 2017 en el Acceso Sur, a la altura de un centro comercial y cuando intentaba cruzar la transitada vía.
BORRACHO AL VOLANTE
Mariano Genesio, brasileño, era el conductor de un camión de carga. El 7 de febrero de 2014, el transportista había salido de un depósito en la zona de Ugarteche con más alcohol en sangre de lo permitido. Tras atravesar el Acceso Sur, empalmó por Acceso Este con dirección a San Martín. Pero lo hizo en el carril equivocado, por lo que hizo varios kilómetros a contramano.
Aunque se dio aviso a la Policía, nunca nadie salió a interceptarlo. Y al llegar a la altura del autódromo Jorge Ángel Pena, el camión -que, además de en contramano, venía haciendo zigzag- chocó de frente a un colectivo de la empresa Mercobus.
Como consecuencia del siniestro, fallecieron 16 personas (Genesio y 15 ocupantes del colectivo). Entre las víctimas fatales del colectivo estaban los dos choferes: Santiago Hernández y José Nievas.
“Me tuve que levantar y enfrentar la vida sola, con mis dos hijos. Salir a trabajar, hacer todo para que ellos pudieran estudiar, que era nuestro sueño”, recuerda Dora Blanco, la viuda de Nievas.
Con Dora quedaron los dos hijos del matrimonio, Gabriel (27) y Daiana, quien cumplió 22 años este jueves.
“Estos años no han sido fáciles. A él se lo extraña mucho, sobre todo cuando es la hora de comer; le gustaba muchos hablar con los chicos en ese momento”, agrega Dora.
SALIÓ DE TRABAJAR Y NUNCA LLEGÓ A CASA
A la 1:50 del 26 de agosto de 2017, en el momento en que intentaba cruzar el Acceso Sur para tomarse el colectivo que lo llevara a casa tras salir de trabajar en una pizzería, Alan Villouta (21) fallecía en el acto tras ser atropellado por Alejandro Verdenelli.
“Al Alan lo tenemos presente todos los días. Siempre hay una anécdota para retomar sobre él, y siempre desde el lado positivo. Porque era un pibe que ni siquiera tenía maldad”, describe Andrés Villouta, padre del joven.
Desde aquella fatídica madrugada, Andrés se puso al frente de distintas campañas de concientización para que la gente no maneje si ha bebido alcohol. Incluso, fundó su propia asociación -”Rey de corazones”- con la que también ha ayudado a merenderos y comedores. Además, la familia tiene su propia panadería.
Otra de las iniciativas que encabezó la familia de Alan fue la de pedir una pasarela peatonal para cruzar aquel tramo del Acceso Sur donde murió Alan. Pero eso también quedó en “veremos”. “Si no volvemos a tener noticias, te juro que voy a salir a vender tortitas para juntar plata. Y aunque tenga que estar 150 años vendiendo, voy a juntar la plata para que se haga la pasarela”, asegura Villouta.
Reflexivo, aclara que no tiene tiempo ni energía para guardarle rencor a Verdenelli. “No puedo llevar en paralelo el odio hacia él y amor a mi hijo. Y elijo querer a mi hijo y seguir como familia”, concluye.
IBAN A JUGAR A LA PLAZA Y LOS ATROPELLÓ UN AUTO EN LA VEREDA
El 14 de diciembre de 2018, Agustín (7) y Abril Kruk (3) aguardaban en la esquina de Costanera y Matienzo (Guaymallén). Junto a su madre, Carla, esperaban el verde en el semáforo para ir a jugar a la plaza.
Repentina y bruscamente, un Ford Farlaine -conducido por José Caccia- que circulaba a alta velocidad subió a la vereda donde estaban y los embistió. Agustín y Abril fallecieron en el acto.
“Mis hijos se fueron con ilusiones, con proyectos de vida. De un momento para otro, me los arrebataron de forma injusta”, repasa Carla Pagliaricci.
La mujer describe que, desde hace casi 8 años, sus emociones son “una montaña rusa”, y que “el tiempo sigue pasando, y sigue doliendo”.
“Es mentira eso de que el tiempo todo lo cura”, agrega la mujer.
En un principio. Caccia fue condenado a 6 años de prisión. Incluso, se cambió la imputación de “homicidio doloso” a “homicidio simple”. Pero en febrero del 2023 la Justicia revisó el fallo, y ordenaron la libertad de quien atropelló y mató a los hermanitos Kruk.
En la medida en que se acerca el 14 de diciembre, Pagliaricci comienza a recordar las últimas cosas que hizo con sus hijos. Y la tristeza no tiene fin.
“La gente no sabe el daño que puede hacer manejando, y que puede ser irreparable. Si lo supieran, manejarían con más cuidado” cierra la mujer.