Rodolfo Páez, “Fito” Páez para el Gran Manual del Rock Argentino, es uno de los dioses supremos del Olimpo de este género en el país. El 13 de marzo, el rosarino cumplió 60 años y lo hizo viviendo un gran momento: en medio de la gira artística de los 30 años de su más memorable disco -”El amor después del amor”-, con la posibilidad para los fans de disfrutar de este show en el streaming (Star+) y, además, con su propia serie biográfica que -a falta de casi 7 meses para que el 2023 llegue a su fin- ya se posiciona como una de las grandes sensaciones de 2023.
“El amor después del amor” es también el nombre de la serie biográfica de Fito Páez que estrenó Netflix ayer, miércoles 26 de abril, y que consta de 8 episodios de no más de 45 minutos cada uno. La producción repasa la carrera de Fito, su vida personal y pública y su vínculo con grandes amigos y colegas como fueron Charly García, Luis Alberto Spinetta y Fabiana Cantilo -quien, además, fue su novia durante mucho tiempo-, entre otros.
En lo que hace al reparto, Gaspar Offenhenden e Ivos Hochman son los actores que dan vida a Fito Páez (de joven y de adulto, respectivamente), mientras que Andy Chango (Charly García), Micaela Riera (Fabiana Cantilo) y Julián Kartun (Luis Alberto Spinetta) son algunos de los actores y actrices que completan el reparto.
La vida de Fito Páez ha sido, desde siempre, digna merecedora de una serie o de una película. No solamente por su trayectoria y desempeño musical, sino además por las incontables adversidades que debió enfrentar, sobrepasar y que lo llevaron a hacer de la resiliencia su estilo de vida (porque lo que no te mata, te fortalece, como sostiene el refrán).
Uno de los trágicos episodios personales que más marcó a Fito Páez fue el cruel asesinato de su abuela y de su tía abuela - o “sus abuelas”, como él las llamaba- en su vieja casona de Rosario, episodio donde -además- asesinaron a la empleada doméstica de las mujeres. Lo cruento del triple crimen y la manera en que afectó a Fito -quien tenía, por entonces 23 años- dieron vida a uno de los más populares de sus himnos -y, quizás el más dark también-: “Ciudad de pobre corazones”, que fue parte del disco homónimo presentado el 15 de junio de 1987, casi 7 meses después del triple crimen.
El asesinato de las “abuelas” de Fito
Siendo apenas un bebé de 8 meses, Fito Páez perdió a su madre. Por ello mismo, desde niño sus “abuelas” Josefa Páez y Delia Zulema Ramírez de Páez tuvieron un papel clave en la vida y crianza de Rodolfo.
El 7 de noviembre de 1986, un Fito Páez de 23 años y quien se encontraba de gira con su banda por Brasil presentando el disco “Giros”, recibió un llamado telefónico en la habitación del hotel de Río de Janeiro donde se hospedaba. Del otro lado de la línea, una voz fría le dio lo que se convertiría en la peor noticia de su vida (hasta entonces): su abuela “Bella” -Delia Zulema (76)- y su tía abuela “Pepa” -Josefa (80)- habían sido asesinadas a sangre fría en su casa de la ciudad de Rosario. Sus “abuelas”, sus madres postizas. Junto a ellas, la empleada doméstica Fermina Godoy -quien estaba embarazada- había sido ultimada también por el o los asesinos.
La investigación posterior al triple crimen y una confesión contundente permitieron esclarecer el múltiple homicidio un año después: dos jóvenes rosarinos, a quienes Fito Páez y la familia del músico conocían confesaron haber sido los asesinos de las dos mujeres. Se trató de los hermanos Walter y Carlos De Giusti, dos muchachos del barrio que aprovecharon el vínculo de confianza con la familia -Walter había sido compañero de escuela de Fito, mientras que ambos habían hecho algunos arreglos de mantenimiento en la casa- para ingresar a la casa de las mujeres sin necesidad de forzar ni romper nada.
Fue el marido de Fermina quien primero llegó a la escena del crimen y quien se encontró con la macabra escena y los 3 cadáveres, mientras que en la casona rosarina todo estaba en su lugar, como si la vida no se hubiera detenido ni nada irregular hubiese ocurrido. Y aunque este hombre fue el primero en dar aviso a las autoridades, las primeras líneas de la investigación y la falta de pruebas contundentes colocaron al entonces viudo de Fermina como uno de los principales sospechosos del triple crimen.
Incluso, el mismísimo Fito Páez estuvo dentro de la lista de sospechosos también al comienzo, y -en medio de la primera inspección- la Policía informó haber encontrado marihuana en uno de los cajones del músico. Aquella teoría, entonces, llevaba la hipótesis a un crimen vinculado al tráfico de drogas y a Fito como principal involucrado. Pero el propio Páez acusó públicamente a los efectivos policiales de haberle “plantado” la marihuana en el cajón. Y a ello se refirió en uno de los fragmentos de “Ciudad de pobres corazones”, más precisamente en el fragmento donde sostiene: “No quiero empezar a pensar quién puso la yerba en ese viejo cajón”.
Pero si hay algo no incluye esa tétrica canción que describe a la ciudad de Rosario donde asesinaron a las personas que él más quería, a esa “puta ciudad” donde “todo se incendia y se va” y donde “matan a pobres corazones”, son las metáforas ni los eufemismos. Porque Fito Páez vomita toda su bronca e impotencia en su composición. Por ello mismo, después de preguntar por la yerba en el cajón, Fito sigue con su catarsis: “¿Qué es lo que quieren de mí?, ¿Qué es lo que quieres saber? No me verás arrodillado”.
La confesión de los culpables del asesinato de las “abuelas” de Fito Páez
Luego de un año sin novedades ni avances en la causa del triple crimen, unas joyas que habían pertenecido a la abuela “Bella” y fueron encontradas entre las pertenencias de una mujer trans no solamente reactivaron la investigación, sino que permitieron encontrar a los culpables y cerrar el caso.
La Policía de Rosario encontró algunas de las alhajas de Delia Zulema en poder de Paola, la chica trans que era amante de Walter De Giusti. Tras comenzar a atar los cabos, los efectivos llegaron hasta la casa de De Giusti, donde encontraron un grabador que Fito Páez le había obsequiado a su abuela. Cercado y sin escapatoria, Walter De Giusti confesó el triple homicidio y ello permitió reconstruir la violenta jornada de noviembre de 1986.
Ambos habían pasado por la casa de las “abuelas”, quienes les habían abierto la puerta sin preocupación alguna, ya que conocían a ambos hombres del barrio y habían estado en el lugar antes. Además, De Giusti confesó haber sido el autor de otros femicidios.
Para ese entonces, Walter De Giusti ya había ingresado a la Policía de Rosario y se desempeñaba como agente. Tras ser enjuiciado, De Giusti fue condenado a prisión perpetua y, mientras estaba preso, se confirmó su diagnóstico positivo de VIH. Ello le permitió continuar con el cumplimiento de la condena en la modalidad de prisión domiciliaria, aunque regresó al penal. Y en 1998, Walter De Giusti falleció en prisión.
“No puedo calificarlos. Son locos. Pero todos estamos locos. Yo tengo mis rollos y ellos los suyos. Los conocía desde hace muchos años, eran vecinos”, fue lo único que alguna vez dijo Fito Páez sobre los asesinos de sus “abuelas” una vez que se esclareció el triple crimen.
Así nació “Ciudad de pobres corazones”
Las primeras reacciones de Fito Páez tras enterarse el 7 de noviembre de 1986 del crimen de sus “abuelas” fueron de furia profunda, a tal punto de que destrozó todo lo que encontró a su paso en el hotel de Río de Janeiro donde se encontraba.
Luego, encontró en el whisky y en el lexotanil (un ansiolítico) su “refugio”. No por nada, en “Ciudad de pobres corazones”, Fito repite “Buen día, lexotanil”. Pero, ya con el duelo más procesado, aunque sin abandonar la rabia e impotencia interna, Fito Páez compuso esta oda desesperante y pesimista. Le tomó poco más de un mes, ya que el 12 de diciembre de 1986, un Fito -todavía conmovido y hermético en ciertos aspectos- presentó la obra.
Lo hizo durante la presentación de La La La, con “El Flaco” Luis Alberto Spinetta y en el estadio de Obras. Allí el mundo conoció la furia contenida de Páez, que -a la vez- se había canalizado en un furioso riff (el hilo conductor de “Ciudad de pobres corazones”) y en el énfasis que le puso -aquel día y cada vez que cantó la canción después- al fragmento de “en esta puta ciudad”,
“Cuando tocamos por primera vez el tema en Obras, ¡lo que pasó abajo! Lo recuerdo como una imagen dantesca, todo Obras Sanitarias rojo, todo el estadio parándose y empujando con el riff, como si intentaran darme ánimo también, ¿no?, con eso. Esas son las cosas maravillosas que te da este oficio increíble”, contó tiempo después Fito Páez en el programa Entrevista informal, en diálogo con Jorge Guinzburg.
El disco “Ciudad de pobres corazones”, en tanto, fue editado y presentado el 15 de junio de 1987, 7 meses después de aquella fatídica madrugada en que Fito supo que, al igual que su madre y su padre, sus “abuelas” se habían ido. Pero en el caso de ellas, como consecuencia de aquella “puta ciudad”, donde “todo se incendia y se va” y donde “matan a pobres corazones”.
La letra de “Ciudad de pobres corazones”
“En esta puta ciudad, todo se incendia y se va. Matan a pobres corazones... Matan a pobres corazones...
En esta sucia ciudad, no hay que seguir ni parar; ciudad de locos corazones, ciudad de locos corazones...
No quiero salir a fumar, no quiero salir a la calle con vos.
No quiero empezar a pensar quien puso la hierba en el viejo cajón.
Buen día lexotanil, buen día señora, buen día doctor.
Maldito sea tu amor, tu inmenso reino y tu ansiado dolor.
¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Qué es lo que quieres saber? No me verás arrodillado, no me verás arrodillado.
¡Dicen que ya no soy yo, que estoy más loco que ayer! Y matan a pobres corazones, matan a pobres corazones.
No quiero salir a fumar, no quiero salir a la calle con vos.
No quiero empezar a pensar quien puso la hierba en el viejo cajón.
Buen día lexotanil, buen día señora, buen día doctor.
Maldito sea tu amor, tu inmenso reino y tu ansiado dolor.
En esta puta ciudad todo se incendia y se va, matan a pobres corazones, matan a pobres corazones... ¡Matan a pobres corazones!”.