La Laguna de la Niña Encantada, en el sur de Mendoza, guarda entre sus aguas la leyenda de un amor prohibido que terminó en tragedia. Se volvió uno de los relatos orales identitarios de la historia mendocina, ornamentado de una mística que conforma la cultura popular.
La historia es oriunda de Los Molles, a 40 km de la zona urbana de Malargüe.
Se remonta a tiempos antiguos de los pueblos originarios de la zona.
Elcha, era la hija de un cacique pacífico que estaba enamorada de un joven de su pueblo.
Cuentan los relatos que su nacimiento trajo mucha prosperidad a la tribu y que esta princesa, desde niña jugaba con quien luego sería su enamorado.
Así pasaba sus días este pacífico pueblo de nativos que comenzaron a ser invadidos por los pehuenches, una tribu muy aguerrida. Esto alteró la paz con la que vivían. La hechicera del pueblo, envidiosa del amor de los jóvenes, sugirió que la chica fuese dada en matrimonio al hijo del patriarca pehuenche. Con la intención de evitar conflictos, los líderes de ambos pueblos acordaron que Elcha se casaría en la siguiente luna nueva.
La historia cuenta que ya era de noche cuando la chica se enteró y fue a contarle a su amado. Ese no era el plan de los jóvenes, no estaban dispuestos a ser separados. Por eso decidieron escaparse en una noche en que, dicen las voces que llegan desde muy lejos, que arreciaba una gran tormenta. No fue como lo planearon y fueron ferozmente perseguidos. Así llegaron al borde del precipicio, acorralados y ante la desesperación de pensar en una vida separados tomaron la decisión de suicidarse juntos. Saltaron desde el borde de las paredes que rodean el espejo de agua y se confundieron con las frías aguas de la laguna.
“Llegados al punto más alto sobre la laguna se arrojaron a las heladas aguas, confundidos en un abrazo final. Los perseguidores alcanzaron a presenciar aquel salto e iracundos vociferaron amenazas, hasta que súbitamente los conjuros aullados por la hechicera de la tribu fueron contestados con un rayo celestial que la petrificó por siempre en la cima de la montaña”, relata El portal de Mendoza.
Hasta hoy llegan los vestigios de aquella historia: “Aún puede vérsela en su prisión de piedra, condenada a presenciar cómo en las noches de luna el reflejo del agua devuelve la imagen de Elcha, la niña encantada, que se reencuentra eternamente con su amado”.