Se conoce bajo el concepto de “seguridad psicológica” a la noción de hablar abiertamente y ser fiel a uno mismo sin temor a sufrir consecuencias negativas en su imagen, carrera o estatus. Es decir que la seguridad psicológica en el lugar de trabajo es la capacidad de fomentar una cultura que permita a cada uno expresar sus ideas, plantear preocupaciones y hacer preguntas sin sentir el miedo a experimentar un impacto desfavorable por parte de su equipo.
En principio, es importante aclarar que la violencia en el lugar de trabajo no sólo se refiere a la violencia física, verbal y otros medios comúnmente reconocidos, sino que también hay que tener en cuenta cualquier comportamiento perturbador que pueda afectar al bienestar mental y psicológico de la persona.
Bajo este contexto, los sentimientos de aislamiento, impotencia y falta de control sobre las cosas que suceden simultáneamente son algunos de los retos y desencadenantes más comunes para muchos.
Dado que el estado psicológico de una persona también puede afectar al cuerpo, estar bajo estrés debido a esta condición puede causar ansiedad, pérdida de concentración, disminución de la productividad, enfermedad y agotamiento.
Por eso, una de las prácticas claves para garantizar la seguridad psicológica es la diversidad y la inclusión en el lugar de trabajo. A medida que más y más organizaciones siguen reconociendo su importancia, va de la mano de la seguridad psicológica, ya que ayuda a fomentar un espacio para denunciar abiertamente la desigualdad y las diversas formas de injusticia que se producen en los empleados y en la dinámica del equipo.
Además, no ser capaz de asegurar a los empleados que sus ideas son valoradas puede paralizar el crecimiento de la empresa a corto y largo plazo.
De hecho, al construir un espacio psicológicamente seguro para sus empleados, una empresa gana en beneficios como un mayor compromiso de los empleados, cultura inclusiva, mejor creatividad, mayor colaboración y bienestar, reducción de la rotación de personal y aumento del rendimiento del equipo.
Para lograrlo, expertos explican que la seguridad psicológica consta de cuatro etapas: seguridad de la inclusión, conexión y pertenencia; seguridad del alumno, aprendizaje y crecimiento; seguridad de los contribuyentes, para marcar la diferencia; y seguridad del challenger, para mejorar las cosas.
Cada una de estas etapas, que puede llevarle diferente tiempo de adaptación a cada miembro del equipo, son esenciales para crecer en confianza y libertad, y que así puedan hacer contribuciones valiosas a su propio crecimiento, a sus compañeros de equipo y a la organización.
