El Boletín Oficial de Mendoza sorprendió hace unos días con una particular “baja” autorizada por un decreto firmado por el gobernador Rodolfo Suárez: la de dos canes del Servicio Penitenciario. En otras palabras, se trata de una jubilación para este par de perros que, así, celebrarán su primer día del animal sin pertenecer a la fuerza y dedicado a menesteres un tanto menos recios: tal vez sólo a jugar con sus dueños, a acurrucarse en el living o a mordisquear a sus anchas un hueso apetitoso.
Los perros que actúan en la División de Canes de la Policía de Mendoza son bienes del Estado, que incluso están inventariados. Son bienes “semovientes” (que se mueven por sí mismos), para ser más precisos. Así que cuando, por alguna razón, ya no pueden seguir formando parte de ese cuerpo, el Estado debe darles de baja, como a cualquier otro bien material, para que puedan ser donados a quien pueda hacerse cargo de ellos.
Eso es lo que sucedió con Grinch –un recio ovejero alemán de la variedad sable– y con Ciro –un “apuesto” labrador mestizo–, quienes dejarán su trabajo para la fuerza policial por cuestiones de salud.
La jubilación de los canes tiene razones claramente piadosas, ya que ambos perritos estaban empezando a padecer algunos problemas propios de su edad. Tal como explicó Julio Lucero (coordinador General de Seguridad en el Ministerio y máxima autoridad de la División de Canes), “en el caso de Grinch, los veterinarios informaron que debía dejar de prestar servicio porque tiene una enfermedad degenerativa en la vista”. Este ovejero tiene ocho años, y una carrera destacada entre los canes. Su función ha sido ser compañía de un policía guía, para quien ha cumplido tareas de seguridad en perímetros y de corredera. “El perro en este caso tenía que hacer vigilancia y alerta, y sólo cuando ha sido necesario, hacer tareas de ataque, que sirven más que nada de intimidación, ya que, dado su porte, es capaz de hacerlo”, explicó Lucero.
A pesar de su labor de “patovica canino”, en absoluto se trata de un perro peligroso, según Lucero. “Nunca fue peligroso, sólo a orden del guía. Ha sido siempre muy dócil, tanto que ha participado en muchos eventos sociales de la División de Canes mostrando sus destrezas y ha estado en escuelas rodeados de chicos”, ejemplifica el Coordinador General de Seguridad.
En cuanto a Ciro, de 9 años, su trabajo fue muy diferente: “El can trabajó hasta ahora en la detección de sustancias y narcóticos. Lo hizo principalmente en lugares de accesos a servicios penitenciarios”, explicó Lucero. Como a esos lugares “suelen ingresar civiles, mujeres y niños”, era importante un perro como Ciro, que ha trabajado (en palabras del funcionario) “de manera impecable, por su carácter. Ha sido amigable y cariñoso en el comportamiento, sin dejar de hacer su trabajo”.
Ciro estaba padeciendo problemas en una pata delantera, tan grande que ya se le hacía difícil caminar. Nada que ver con lo que cierto mito urbano sobre los perros detectores de sustancias dice. “Los perros como Ciro aprenden a detectar sustancias sin tener contacto con ellas. Se utilizan cebos que tienen el mismo olor que las drogas a detectar, pero nunca aspiran las mismas drogas”, aseguró Lucero.
Ahora jubilados, el ovejero y el labrador tendrán destinos diferentes. Ciro será adoptado por una familia relacionada con el Servicio Penitenciario. Grinch, en cambio, quedará a cargo del mismo guía al que ha acompañado en toda su carrera policial. Es que, como explica Lucero, “la relación afectiva entre hombre y animal en la División Canes es fundamental. El animal acompaña al personal durante todo el tiempo, y cuando se produce una muerte el personal siente vacío y dolor, porque se establece una relación parecida a la de un compañero humano”.
En números
La División Canes cuenta con 17 perros operativos, encargados de tareas de seguridad y de detección de sustancias.
Actualmente hay 8 cachorros de aproximadamente un año y medio de edad, ya preparados para reemplazar a los que se van retirando.
El personal policial (humano) de la División Canes cuenta con 16 efectivos.