El tortugo Jorge, el más popular’habitante del Acuario Municipal de Mendoza, ha sido destinatario de un recurso judicial que pretende lograr su libertad y la vuelta al mar, pero dentro de ciertas condiciones de protección. En las últimas horas tres abogados del foro mendocino -María Aguilar, Vanesa Lucero y Oscar Alejandro Mellado- presentaron un hábeas corpus a favor del animal en la mesa de entradas del Juzgado Penal Colegiado 1.
Puede ocurrir que el magistrado al que le toque intervenir se decida en un plazo perentorio o, por el contrario, que se tome un tiempo para determinar qué hacer.
Los letrados, que militan la causa del bienestar animal, especialmente el doctor Mellado con una larga experiencia en tal sentido, plantean que por el estado de salud y edad, la tortuga macho (que tendría unos 80 años) merece ser liberada de su encierro y derivada a un medio natural o reserva, donde podrá vivir sus últimos años. Los profesionales que elevaron el hábeas corpus piensan que podría ser trasladado a reservas de Uruguay o México, donde lo cuidarían.
Procedimientos similares se llevaron a cabo con Sandra, una orangutana que estaba en Buenos Aires, y la chimpancé Cecilia, que habitaba el ex zoológico de Mendoza.
El doctor Mellado aclaró que el tortugo es cuidado en el acuario de Mendoza pero, no obstante, merece la oportunidad de abandonar los escasos límites del recinto donde nada actualmente. En tal sentido, no tienen ningún reproche al personal de esa institución.
El abogado se extendió en la explicación sobre la medida solicitada: “Sí, es bien tratado donde está pero la situación no pasa por eso sino por su libertad, por su locomoción. Este réptil, que de eso se trata, es un sujeto de derecho como persona no humana y posee, entre otras cosas, su capacidad de desplazamiento cercenada. Además, está vigente en Mendoza la ley (7.887/08) que prohíbe la exhibición de animales en circos o espectáculos, cualquiera que sea su especie, y aquí estaríamos frente a un caso de esa naturaleza. Somos intransigentes en los derechos esenciales: la vida, la libertad, la integridad física y la dignidad de estos animales”.
Mellado agregó que el Gobierno de Mendoza ya ha cerrado el ex zoo, dándole la libertad a diversos animales. “En este caso hay que proceder de la misma forma que se hizo con Cecilia y otros ejemplares”, resumió.
El tortugo Jorge llegó a su actual ‘residencia’ hace más de 30 años, cuando se desempeñaba como director del complejo Alejandro Víctor Nacevich, una autoridad en la materia de animales en cautiverio.
Nacevich recibió la tortuga marina en 1984 y la cuidó desde entonces, improvisando una pecera, calculando la salinidad del agua donde estaría sumergida y cómo alimentarla.
El nombre surgió de un niño de unos 10 años que era un visitante frecuente de las instalaciones de la calle Ituzaingó de Capital (Parque O’Higgins), hijo de inmigrantes, de nombre George, cuya versión en español se decidió aplicar al gigante marino.
Difícil adaptación
No es la primera vez que se intenta devolver al animal a un medio natural. En el año 2000 se discutió por primera vez si dejarlo en el océano. Pero los expertos coincidieron en que en el mar hay más machos que hembras. Además, tuvieron en cuenta que las tortugas bajan para buscar alimento y las redes de arrastre de los barcos las enganchan y mueren.
El médico veterinario del acuario, Federico Correas se refirió a las acciones encaradas. “No vamos a ser necios; si hay una alternativa de llevarlo a un ambiente donde pueda sobrevivir, no nos opondremos y apoyaremos esa posibilidad”, le dijo a Los Andes . Confirmó que el animal está bien, pesa unos 85 a 90 kilogramos y estimó su edad en ocho décadas.