Los y las paleontólogas nos hacemos la misma pregunta: ¿por qué se hicieron gigantes los dinosaurios? Pero, sinceramente aún no sabemos con certeza la respuesta. A través de los descubrimientos fósiles de distintos lugares del mundo -aunque principalmente de Argentina-obtenemos algunas respuestas. Hoy conocemos diferentes estrategias que tuvieron los dinosaurios para hacerse gigantes, pero el por qué aún sigue siendo una de las incógnitas más fascinante a resolver.
Los dinosaurios son conocidos por varias razones: por su rareza, su ferocidad, pero probablemente el haber alcanzado tamaños colosales sea uno de sus rasgos más distintivos. Hablamos de los animales más grandes de toda la historia de la vida en la Tierra. Nunca antes, ni después, algún animal llegó a tener semejantes tamaños corporales.
Pero no todos fueron gigantes. Los primeros dinosaurios aparecieron en el periodo Triásico, hace unos 200 millones de años, y se caracterizaron por ser pequeñas formas bípedas, de menos de 10 kilos. A partir de ese momento comenzaron un camino evolutivo de millones de años que llevó a un grupo particular, llamados saurópodos, a ser los dinosaurios más grandes que vivieron en la Tierra. Los saurópodos, de cuello largo y cuatro patas, alcanzaron casi las 100 toneladas. Los descubrimientos revelan que fue un grupo de dinosaurios herbívoros muy exitoso en términos evolutivos, ya que dominó los ecosistemas terrestres por más de 140 millones de años. Los homínidos, por ejemplo, llevamos en el planeta unos 3.5 millones de años.
Súper continente
Por esa época, hace 200 millones de años, los continentes se encontraban unidos formando un único “súper continente” llamado Pangea. Y si bien los saurópodos vivieron en todo ese territorio, este hito en la evolución de los vertebrados (de pasar de 10 kg a 100 toneladas) está muy bien documentado en especies fósiles de Sudamérica y Sudáfrica, es decir, en el sur de Pangea.
En 2018, un equipo de paleontólogos y paleontólogas encontramos en la provincia de San Juan, una nueva especie de dinosaurio que cambió la historia que conocíamos acerca de cómo se hicieron gigantes. El descubrimiento resultó ser el primer registro de gigantismo en la Tierra, y fue bautizado como Ingentia prima.
Ingentia significa “grande, colosal” y prima “primera”. Cuando encontramos un dinosaurio no tenemos forma de saber si era macho o hembra, pero tradicionalmente se los bautiza en masculino. Entonces pensamos “¿por qué no podía ser una hembra el origen de algo ‘grande’ que cambió la historia de la evolución?”. Y así bautizamos el descubrimiento del origen del gigantismo con un nombre científico en femenino.
Hasta ese momento sabíamos que, para ser gigantes, los dinosaurios tuvieron que experimentar importantes cambios corporales. Pasar de ser pequeños bípedos (similar a un pequeño ñandú) a ser enormes cuadrúpedos equivalente a más de diez elefantes africanos, implicó que la evolución modificara, a lo largo de muchas generaciones y millones de años, gran parte de su esqueleto. Por ejemplo, elongaron e incorporaron vértebras en el cuello y perdieron falanges de sus manos que ya no utilizaban para manipular alimento. Esto, a su vez, les permitió modificar sus brazos y patas a rígidas columnas para soportar grandes toneladas de peso.
Neumaticidad
Ingentia evidencia que estas transformaciones corporales se dieron mucho antes de lo que se pensaba, y que una de las innovaciones claves fue neumatizar sus huesos. La neumaticidad ósea es una de las características más relevantes que hoy se observa en sus descendientes, las aves, e implica que los huesos estén huecos o “aireados”. Cuando comemos pollo podemos observar que sus huesos son ahuecados.
La neumaticidad les sirve a las aves actuales, y en su momento a sus “inventores”, los dinosaurios, a alivianar el peso de su esqueleto. Pero, en realidad, esta innovación evolutiva está principalmente relacionada con el sistema respiratorio. La respiración aviana -ya presente en los dinosaurios- es el sistema más complejo y eficiente que se conoce entre los vertebrados actuales. Cuando un ave inhala, parte de la bocanada de aire se dirige a los pulmones para obtener oxígeno, y otra parte es almacenado en “bolsas” (sacos aéreos) que se encuentran en el interior de su cuerpo para reserva de oxígeno.
Estas bolsas se extienden por el interior del cuerpo, al punto de invadir los huesos. Por lo tanto, las cavidades óseas de las aves son una extensión del sistema respiratorio. Esto tiene una importancia radical en muchos aspectos, por ejemplo, en aves migratorias que vuelan a gran altura con escases de oxígeno. Pero lo cierto es que los dinosaurios saurópodos no volaban.
Haber diseñado (no ellos, sino la naturaleza a través de la evolución) un sistema respiratorio tan complejo en un momento temprano de la historia trajo incontables ventajas. Las cavidades huecas en los huesos de Ingentia, como en muchos otros dinosaurios, tuvo mucho que ver, se cree, con haber logrado tamaños gigantes. Tener aire fresco en el interior del cuerpo, e incluso en los huesos, funcionó como un sistema de refrigeración en animales gigantes, que se hubiesen recalentado si esto no existiera.
Ambiente hostil
Además, creemos que las reservas de oxígeno pueden haberles sido útiles en momentos de gran hostilidad ambiental, como la constante actividad volcánica de la época que llevó a extinciones masivas en Pangea. Haber perfeccionado este sistema de ahuecar los huesos produjo, a su vez, alivianar sus esqueletos. Se hicieron tan gigantes, al punto que no toda la vegetación estaba a su alcance. Comer a 20 metros de altura requiere necesariamente vivir entre grandes y tupidos bosques.
Cuando las condiciones ambientales cambiaron drásticamente a fines de la era Mesozoica (hace 65 millones de años), la acumulación de gases tóxicos -producto de la actividad volcánica- se acumuló en la atmósfera creando nubes oscuras. Esto, además de producir un ambiente hostil por efecto invernadero, impidió el ingreso de la luz solar durante mucho tiempo en todo el planeta.
Las plantas fueron los primeros organismos en ir pereciendo, por ende, los herbívoros y consecuentemente los carnívoros acompañaron este deceso. Y como si fuera poco, en un verdadero golpe de gracia, un mega meteorito chocó en la Tierra. Así, en poco tiempo, muchas especies de plantas y animales comenzaron a desaparecer. Y aquellos especialistas gigantes en comer plantas a grandes alturas, como Ingentia y otros, se extinguieron para siempre.
*La autora es paleontóloga, docente e investigadora de Conicet. Universidad. Nacional de San Juan.
Producción y edición: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar