El Carnaval es tiempo de fiesta, una celebración popular que atrae por su particular color y efervescencia y el pintoresquismo que suman comparsas, murgas y disfraces. Se suma la diversión de algunos juegos con agua y espuma lo que lo transforma en un evento muy convocante con el plus del feriado.
Es la causa de este fin de semana largo que se extenderá hasta mañana. El festejo había sido abolido por la última dictadura cívico-militar (1976-1983) pero desde 2010 los Carnavales volvieron a ser reconocidos como parte de riqueza cultural y a ser feriado en la Argentina.
Aunque no hay certeza sobre su origen, los historiadores atribuyen sus inicios a hace 5.000 años.
Celebraciones como estas se realizaban en el Imperio Romano y en Grecia. El origen de su celebración provenía de las fiestas paganas, como las que se realizaban en honor a Baco, el dios del vino, o del toro Apis en Egipto. Pero por otra parte está asociado mayormente a países de tradición católica y cristiana.
Orígenes del Carnaval
Es que es una festividad asociada a la Cuaresma, que es el periodo de cuarenta días desde el miércoles de ceniza hasta la víspera del domingo de Resurrección, tiempo de ayuno y penitencia en memoria de los cuarenta días que ayunó Jesús en el desierto, y en preparación de la Semana Santa y la Pascua, explica Infobae en una publicación.
Es una fiesta vinculada al calendario cristiano en tanto estaba pensada como un periodo de excesos y desenfreno antes de la Cuaresma, época de austeridad y abstinencia. La expansión del cristianismo llevó la fiesta a muchos lugares de América, donde se mezcló con diversas tradiciones locales.
La celebración tiene particularidades según el país, así como también cambia la extensión del festejo. En algunos países dura 4 días, desde el sábado de Carnaval, pero en otros puede extenderse 6 días y comienza el jueves anterior.
En Buenos Aires, los carnavales comenzaron a celebrarse en el siglo XVII en una síntesis entre el legado español y la cultura africana aportada por los esclavos negros. Originalmente organizado en casas particulares, se trasladó luego a clubes barriales. Las primeras comparsas y corsos datan de fines del siglo XIX. A partir de 1915 surgieron las murgas, más grotescas y picarescas. En 1997, la Legislatura porteña declaró estos festejos como Patrimonio Cultural de la Ciudad.