Este martes 7 de noviembre es el Día del Canillita, fecha que homenajea la labor de los vendedores ambulantes de diarios -entre ellos, Los Andes en su 140° aniversario- y revistas.
El origen del Día del Canillita
La fecha comenzó a conmemorarse desde el 7 de noviembre de 1947 en recuerdo de la muerte de Florencio Sánchez (1875-1910), dramaturgo uruguayo que dio origen a esta denominación en su obra “Canillita”, donde designaba así a un chico de piernitas flacas que vendía diarios en la calle.
Luego, el término llegó a la vida cotidiana y se transfirió a los vendedores de diarios, conservándose hasta nuestros días.
En 1947, el 7 de noviembre quedó oficializado como feriado para los trabajadores de esta actividad. Por ello, no hay circulación del diario en esta jornada. Se retoma el miércoles 8 con normalidad.
Hoy Los Andes saluda con afecto a todos sus queridos canillitas, esos colaboradores “de fierro” que, día a día, llegan a las casas de los lectores con el diario.
Canillitas mendocinos
El historiador Carlos Campana escribió que cuando Los Andes apareció en Mendoza, el 20 de octubre de 1883, nació aquí un nuevo oficio, el del canillita.
La distribución era totalmente diferente a la que se conoce actualmente. Como era un periódico de corte político, los muchachos (que en ese entonces todavía no se conocían como “canillitas”) lo distribuían en bares, comercios y teatros. Con el tiempo, Los Andes pasó a ser el diario masivo e informativo que conocemos hoy. Fue entonces que se empezó a contratar a jóvenes para su distribución con el clásico voceo.
En un comienzo, éstos eran niños que los vendían en las calles y se ganaban sus “chirolas”. Tenían sus cuadras marcadas.
A principios del siglo XX, la redacción de Los Andes se encontraba ubicada en San Juan y Lavalle. Desde la mañana temprano, los muchachos comenzaban su tarea ofreciéndolo en las esquinas o distribuyéndolo casa por casa a los suscriptores. Uno de los más recordados canillitas de aquel entonces fue un niño llamado Pablo Acevedo, quien vendió en un solo día la cantidad de 600 ejemplares, todo un récord para ese entonces, cuando la tirada no llegaba a los 1.000 diarios.
Otro legendario canillita fue don Tomás Rivero, un viejo diariero del departamento de La Paz que se inició casi con la fundación del diario.