No es ninguna novedad que el ejercicio es beneficioso para nuestro cerebro ya que, se sabe, lo que es bueno para nuestro corazón es bueno para nuestro sistema nervioso. Pero lo que también se conoce es que algunos tipos de actividad física tienen más ventajas que otra.
Una de ellas es la natación, que constituye uno de los ejercicios más completos para mejorar la salud física y mental. En principio, los beneficios físicos de la natación son indiscutibles: se trata de un ejercicio muy completo que pone en marcha a los principales grupos musculares del cuerpo.
Además de estimular el sistema cardiovascular, el trabajo realizado resulta mucho mayor que en otras actividades gracias a la resistencia del agua. Otra ventaja es que el cuerpo, al estar sumergido, recibe menos impacto físico, y resulta más fácil moverse
Pero lo que no se sabe tanto es por qué la natación es tan buena para la salud mental. Los estudios al respecto explican que esta actividad “promueve la liberación de sustancias en el cerebro que mejoran la cognición y la memoria, gracias en parte a que contribuye a establecer nuevas conexiones cerebrales”.
Así, nadar ayuda a nuestro organismo a luchar contra el estrés oxidativo y los radicales libres, reduce los niveles de estrés y mejora nuestro sistema inmunitario. Todo esto, en conjunto, mejora el estado de ánimo. En resumen, estos son los beneficios que hacen que la natación sea tan buena para cuidar el cerebro:
Liberación de endorfinas
Como buen ejercicio aeróbico –aquel que requiere un esfuerzo del corazón y los pulmones para proporcionar oxígeno a los músculos–, la natación produce la liberación de endorfinas. Estas sustancias son conocidas como “la droga natural del cerebro”, puesto que reducen la percepción del dolor, nos proporcionan placer y una inmensa sensación de bienestar y felicidad.
Entre otras cosas, se ha demostrado que las endorfinas son efectivas para tratar la depresión, e incluso algunos estudios han evidenciado que resultan mucho más eficaces que algunos fármacos antidepresivos. En este sentido, la natación como terapia mejora el estado de ánimo y reduce los síntomas de quien sufre ese trastorno, lo que permitiría reducir e incluso eliminar la medicación en algunos pacientes.
Parte del efecto antidepresivo podría deberse a la formación de nuevas neuronas en el hipocampo, algo que ocurre tras practicar natación. El hipocampo también es la zona del cerebro encargada de la memoria y el aprendizaje.
Entrenamiento cerebral para todas las edades
Se conoce que la actividad física contribuye a mantener la mente ágil a medida que envejecemos, pero no sólo en personas mayores: algunos trabajos han descubierto que la natación ayuda a desarrollar el cerebro infantil. En concreto, según publicó The Conversation, un estudio reciente ha demostrado que niños de entre 6 y 12 años tienen más capacidad para recordar vocabulario tras haber nadado varios minutos. Esta actividad, por tanto, parece reforzar la memoria en personas de todas las edades.
Otra de sus grandes virtudes es que estimula la función cerebral. Este es el resultado al que se ha llegado después de un estudio realizado en nadadores adultos, quienes, tras 20 minutos de natación, mejoraron dicha función.
Rélax y desconexión
Los medios líquidos, como el agua, producen relajación, y a esto se le suma el movimiento rítmico de la natación nos hace entrar en un estado meditativo, en parte también porque durante la actividad el nadador se desconecta de los sonidos que lo rodean y siente solo su respiración.
Así, la natación reduce la tensión emocional a través de la disminución de los niveles de cortisol, la hormona del estrés. También aumenta la producción de serotonina, una de las “hormonas de la felicidad” que ayuda a combatir la ansiedad, la depresión y el estrés.
Freno al deterioro cognitivo
De acuerdo a The Conversation, un estudio ha demostrado que la natación suprime el deterioro cognitivo de ratones obesos. El propósito de este trabajo fue reproducir en animales lo que ocurre en humanos al aumentar de peso como consecuencia de una mala alimentación. Esto se traduce en un deterioro de la capacidad de aprendizaje y memoria, lo que está muy relacionado con la inflamación del tejido nervioso y la disminución de factores neurotróficos o de crecimiento en el cerebro.
La natación revierte estos cambios anormales y, en consecuencia, rescata del deterioro de la capacidad de aprendizaje y memoria a los ratones obesos, reduciendo la obesidad, disminuyendo la inflamación del hipocampo y aumentando la producción de factores neurotróficos como el BDNF.