El registro del viento Zonda en Mendoza no indica valores llamativos o novedosos para el análisis ya que, como resumió el meteorólogo Federico Otero a Los Andes, “no se ve un cambio muy brusco en la cantidad de eventos, por lo menos tomando 1981-2000 y 2001-2020″.
Sí se puede deducir, por ejemplo, que las mayores frecuencias de este fenómeno en la provincia se dan entre septiembre y octubre, según indicó el especialista. ¿Pero por qué es tan importante investigar y pronosticar el Zonda?
Como lo indican las primeras palabras de su tesis, “el pronóstico de viento Zonda sigue siendo un desafío para los meteorólogos”, y pese a que se trata de uno de los fenómenos meteorológicos diferenciales de la provincia, a Mendoza todavía le queda mucho camino por recorrer en investigación, herramientas, educación y articulación organizacional.
Hasta ahora, los únicos datos oficiales de Zonda en Mendoza “son los del Aeropuerto, ya que están avalados por la Organización Meteorológica Mundial”, aunque otras entidades también lo midan, como el Centro Científico Tecnológico (CCT) de Conicet.
Justamente allí trabaja Federico Otero, donde “más allá de entender el fenómeno, que es complicado, lo que tratamos de hacer es generar herramientas de pronóstico y tratar de pronosticarlo”, comentó. Tras recordar las consecuencias fatales que tuvo un día de este viento en Mendoza hace 3 años, el meteorólogo manifestó que “el Zonda tiene una peligrosidad bastante importante para la población”, en referencia a los incendios, la baja de presión y los destrozos que pueden generar las ráfagas de más de 30 km/h.
“Es mucho más peligroso que otros fenómenos, entonces la mano viene por ahí: tratar de entenderlo y de pronosticarlo. Tratar de dar un pronóstico lo más certero posible es el fin último”, aseguró Otero. Las dificultades para hacerlo, sin embargo, son muchas, empezando por la falta de solidez en los registros.
El meteorólogo explicó, además, que “tiene una predictibilidad de 36 horas en Los Alpes -acá no se ha hecho ese estudio-” y que “es un fenómeno cortamente predecible y de escala espacial chica”: “Por ahí baja en el centro pero no en el aeropuerto, es muy localizado y eso presenta una dificultad muy grande, sobre todo acá en Mendoza que no presenta muchas estaciones meteorológicas”.
Otro de los inconvenientes de Mendoza es la falta de articulación entre las organizaciones involucradas con el tema, ejemplo de ello fue la recordada y criticada decisión de la DGE de suspender una mañana de clases por advertencia de Defensa Civil, cuando el Zonda recién llegó al llano pasado el mediodía.
“Con la DGE no tenemos mucha relación, ellos hacen sus alertas. En algún momento quisimos hacer algo en conjunto con la DACC pero no funcionó”, contó Otero, en una breve y clara descripción de la nula relación entre las entidades.
Raúl César Pérez, doctor en Física y especializado en atmósferas y nubes, ex director de Contingencias Climáticas de la Provincia, agregó que “es el Servicio Meteorológico Nacional quien tiene las herramientas para pronosticar, por lo que Defensa Civil debería consultarle y, en función de eso, hacer un seguimiento”. Sobre la DACC, por su lado, explicó que “no es un ente meteorológico”.
Federico Otero coincidió: “El organismo oficial siempre va a ser el SMN, ellos son los encargados de hacer las alertas. Si Defensa Civil o la DACC hacen sus alertas, es cuestión de ellos”. Por eso, para el meteorólogo, “poder orquestar Defensa Civil, Servicio Meteorológico, DACC y Conicet sería el fin último. Falta mucha articulación entre todos los organismos, y de ahí a educar a la población, otro tanto”.
Ambos profesionales coincidieron, además, en que los mendocinos no conocen bien el fenómeno: “Sopla un viento fuerte y acá ya dicen que es Zonda. Se levanta una nube de tierra, que son características de los frentes fríos, como pasó hace un tiempo, y dicen que es Zonda aunque no tiene nada que ver”, expresó con simpatía Otero. Pese a la descoordinación entre organizaciones y el desconocimiento popular, “nunca se pierden las esperanzas”, concluyó el meteorólogo.