La alta demanda que afronta el sistema de salud empieza a generar situaciones que ponen de manifiesto sus consecuencias. Cada vez hay más relatos sobre las dificultades para conseguir camas en los hospitales de Mendoza, más allá de aquellas que genera la atención de la Covid-19.
Esto ha implicado que pacientes que requieren asistencia urgente deban esperar varias horas para conseguirla.
Quienes trabajan en servicios de emergencia son los primeros que perciben esta situación y expresan que el tiempo que les demanda un servicio en ocasiones llega a cuadruplicar el que implica en condiciones normales.
Pablo Fachinelli, gerente de operaciones de ECI destacó que es una realidad que la búsqueda de camas se complica cada vez más. “El sábado estuvimos 7 horas en un hospital para dejar un paciente que no era Covid. Llegamos a las 20 y nos fuimos a las 3 am”, comentó. En condiciones “normales” un servicio demanda entre una hora y una hora y media.
La situación pone en riesgo de vida a quienes están en una situación crítica.
“No nos ha ocurrido que muera alguien pero en 7 horas con un paciente grave puede suceder”, consideró.
En este contexto, los allegados de los pacientes viven momentos dramáticos. “El jueves pasado tuvimos una situación muy crítica con un tío mío con peritonitis, necesitaba atención urgente y no había camas, se iba a morir. Toda la familia se tuvo que poner a llamar a todos lados hasta que apareció un cirujano y una cama en el hospital Italiano. Ya está operado y recuperándose”, relató Pablo.
Consultada sobre el tema, Isabel del Pópolo, titular de la Asociación Mendocina de Profesionales de la Salud (Ampros), dijo que por relatos de colegas saben que a veces faltan camas e incluso le tocó pasar por la experiencia.
“Para una persona conocida pude conseguir una cama limpia gracias a amigos que tengo en salud y que gestionaron, buscaron y trataron de encontrar pero estuvo esperando desde las 4 de la tarde hasta la 1.52 de la mañana, cuando le consiguieron cama. Se logró por la buena voluntad”, contó del Pópolo.
Y agregó: “Esto se desbordó porque la internación Covid ha sido terrible y ha superado la capacidad así como también dejan de atenderse otras patologías. Hay mucha demora en cirugías programadas y problemas con hemodiálisis”.
Por eso la líder sindical consideró: “Creer que el Ejecutivo tiene la verdad en la mano es muy soberbio. Hay que llamar a un encuentro para salir de esta situación sanitaria”.
En el Ministerio de Salud saben que está sucediendo que las ambulancias deban esperar porque no hay camas pero sostienen que sucede en el sector privado.
Desde la Asociación de Clínicas y Sanatorios de la Provincia de Mendoza (Aclisa) vienen advirtiendo que están al límite de la capacidad y sin margen de ampliarse.
Puede suceder esto también en el caso de Covid. Una médica de un efector público relató que, contrarreloj, debieron tender una red de llamados para trasladar un paciente que necesitaba atención más compleja de la que podían darle.
Oscar Menegheli, gerente de Aclisa, también dijo estar al tanto de la situación. “Sé que hay dificultades para conseguir camas pero no hay un registro que conozca y depende de cada clínica”. Aclaró que tener un registro en tiempo real es imposible porque la situación es muy dinámica. Por otra parte, estiman que es más probable que esto suceda en efectores más pequeños.
Menegheli explicó que cuando se pide un traslado ya se tiene el contacto de emergencia para asegurarse que lo están esperando. En este marco, hay que ver con qué asistencia cuenta el paciente y dónde hay lugar.
Casos y consecuencias
Al ser consultado sobre los casos críticos más habituales que reciben y correrían riesgo de vida ante esta situación, el gerente de operaciones de ECI Pablo Fachinelli mencionó que puede tratarse de un traumatismo de cráneo severo, un ACV (que requiere atención cuanto antes, una tomografía y anticoagulante) o un infarto agudo de miocardio. También puede presentarse un paro cardiorrespiratorio recuperado en domicilio tras su intervención, luego de lo cual requiere cuidados intensivos.
Fachinelli relató que en muchos hospitales hacen salir al médico para que lo vea en la ambulancia a ver si lo reciben. Como consecuencia de esto, puede haber pacientes a los que durante la espera se les empeore el cuadro, que no lo superen o que queden con mayores secuelas si se recuperan, como es el caso de un ACV.
Hay que considerar que por la situación epidemiológica muchos pacientes prefieren evitar las consultas e incluso el seguimiento de patologías crónicas, por lo que muchos llegan al extremo de cuadros graves por esta causa.
Pero, por otra parte, esto tiene impacto en la capacidad de respuesta de los servicios de emergencia. Facchinelli explicó que hay una infraestructura armada de acuerdo a la logística y se distribuyen los recursos según estimaciones de llamados. Para ello, se toma un servicio estándar de hasta una hora y media. Este escenario impide estar disponible para otros pacientes con urgencias, que deben supeditarse a más demoras: la llegada de la ambulancia y luego la búsqueda de camas.
Pero, por otro lado, “de este modo se sobrecarga el profesional”. “Sabemos del pluriempleo; quizás tienen que tomar una guardia, entonces se hace una cadena con un compañero que pueda reemplazarlo”, admitió Facchinelli.
A esto se suma que si el paciente fallece deben tomar otras medidas según el caso, como volver al domicilio, ir al Cuerpo Médico Forense o a la Policía.