En la oscuridad de la noche, acostado en una cama, las horas se hacen largas. Los sonidos se amplifican y hasta el latir del corazón parece un ruido insoportable. Se repiten los intentos, se cambian las posiciones, pero nada permite, al cerrar los ojos, poder entrar al esperado mundo de los sueños. Son sensaciones que todos han experimentado por lo menos alguna vez en la vida y que, sin lugar a dudas, se han multiplicado en los más de cuatro meses de aislamiento.
El malestar por la situación económica, la incertidumbre del futuro, las limitaciones a las libertades individuales, la posibilidad de contagiarse, entre otras preocupaciones, se suman a una rutina totalmente modificada, que ha provocado que a gran parte de la población mendocina le esté costando dormir.
Tanto es así que desde la Cooperativa Farmacéutica de Mendoza (institución que maneja el 50% de la distribución de medicamentos en la provincia), han observado un aumento del 63% en unidades de productos que tienen como base la melatonina, la hormona que regula el sueño. Se trata de una comparación entre abril, mayo, junio y julio de 2020 en relación con los mismos meses de 2019. Estos medicamentos se venden sin receta en las farmacias.
En paralelo, también ha crecido alrededor de un 20% en unidades, la dispensa de ansiolíticos, tales como benzodiacepinas, cuyos referentes más conocidos son el clonazepam y el alprazolam. En este caso sí se necesita prescripción médica para adquirirlos y no tienen como principal función la de regular el sueño, pero habitualmente se los suele utilizar con este propósito.
En los consultorios psiquiátricos no sorprende este aumento en la venta de estos fármacos, ya que allí observan en primera persona las afectaciones que está produciendo la pandemia en la salud mental de la población. Y si bien reconocen que en algunos casos han tenido que recetar más de estos medicamentos, remarcan que hay mucha automedicación, lo que puede ser muy perjudicial.
Elisa Sbriglio, psiquiatra y vicepresidenta de la Asociación de Psiquiatras de Mendoza (Apsim), comentó que, por un lado, han tenido que aumentar las prescripciones en muchos pacientes que ya estaban en tratamiento por haberse intensificado sus síntomas y que, por el otro, tienen nuevos consultantes a los que la cuarentena les ha desencadenado cuadros de ansiedad. “La verdad es que no damos abasto, tanto en lo público como en lo privado, por la cantidad de consultas que tenemos”, expuso la profesional.
Por su parte, el médico psiquiatra Emiliano Leytes aseveró haber notado en este tiempo una inversión del ciclo sueño-vigilia, lo que afecta a una gran parte de la población. “Pero sobre todo a aquellos que no tienen que realizar un trabajo presencial que implica cumplir los horarios típicos. Se levantan más tarde, se inician las actividades más tarde y se acuestan más tarde, por lo que se empiezan a invertir las horas de sueño”, indicó.
Pero además, para el psiquiatra, se agregan otros factores. “Más de cuatro meses viviendo en estas situaciones de encierro, familias con niños pequeños tratando de entretenerlos, adultos mayores sin contacto con sus seres queridos, preocupación por enfermarse, desempleo o reducción de ingresos, entre otros”, enumeró. Para él, todo esto empieza a convertirse en situaciones de tensión, estrés, agotamiento y ansiedad que contribuyen a la dificultad a la hora de dormir. “Puede presentarse de dos formas: el insomnio de conciliación, que se da cuando la persona tiene dificultades para quedarse dormida, o el insomnio de mantenimiento, que se da cuando se tienen despertarse precoces”, diferenció Leytes.
Medicamentos sin prescripción
Ante este tipo de situaciones no todos acuden a un especialista, sino que muchos avanzan en la automedicación. “Estas personas ahogan síntomas con ansiolíticos automedicados y no resuelven los problemas de fondo. Lamentablemente nos llegan tarde, cuando los cuadros están instalados con mucha virulencia”, relató Sbriglio. Remarcó que hay una subestimación de los efectos de los ansiolíticos, los que generan dependencia.
Asimismo explicó que están indicados para trastornos de ansiedad, tienen una función anticonvulsivante y, por ende, funcionan como relajantes musculares, pero que no son específicamente para dormir.
Con respecto a los productos con melatonina, la psiquiatra precisó que si bien es una medicación natural, tiene muchos fundamentos científicos que lo avalan. “Indicada en dosis adecuadas tiende a producir un ordenamiento, pero si no es sólo un placebo”, aseguró Sbriglio.
La médica también se refirió a otros medicamentos que son utilizados habitualmente para conciliar el sueño, tales como los hipnóticos de vía corta, como el zolpidem, que se utilizan en periodos acotados ya que producen acostumbramiento. También mencionó a los relajantes musculares que tienen efectos colaterales y que muchas veces se emplean con este propósito.
En tanto, Leytes coincidió al observar un gran consumo de ansiolíticos sin prescripción médica, pero también subrayó que puede estar asociado al consumo desmedido de alcohol y comida. “Ocupa un lugar de droga, lleva al sobrepeso o ir desarrollando un camino hacia el alcoholismo, lo que agrava más estos cuadros de dependencia”, sentenció. Según su visión, la afectación a la salud mental en el contexto actual es otra pandemia, pero está totalmente descuidada en el discurso político.
Mercado farmacéutico
Observando los datos Cooperativa Farmacéutica de Mendoza (institución que maneja el 50% de la distribución de medicamentos en la provincia), su gerente general Federico Böhm reconoció que las tendencias de aumento tanto de los productos con melatonina como los ansiolíticos ha sido muy marcada este último periodo. “Los productos con melatonina tienen una demanda bastante estable y a partir de abril se nota increíblemente como da el salto que se mantiene en los siguientes meses”, comentó el referente. En cuanto a los ansiolíticos “el escalón”, es menos marcado pero que no deja de ser elocuente. “Esta variación está asociada totalmente al tema de la pandemia, ya que no hay otra variable”, manifestó. En cuanto a las unidades globales teniendo en cuenta medicamentos con o sin receta, más perfumería, entre otros, Böhm aseguró que se encuentran igual que el año pasado o hasta con una leve baja.