Lo primero que uno siente cuando llega al salón de clases es que se trata de un lugar en el que cada persona puede expresarse tal cual es y, sobre todo, dejar que el cuerpo mismo sea el protagonista. Individual pero al mismo tiempo colectivo, el “pole dance” (baile en barra o baile del caño) es una disciplina exigente que, por eso, según los que la conocen, otorga muchos beneficios a sus practicantes. Estos se ven reflejados en la mejora de la salud física como así también en el aspecto emocional y mental.
Pero además de ese atractivo, otro factor interesante es el del placer estético que produce observar las destrezas. En Mendoza, uno de los lugares donde se practica este deporte es en la escuela Máquina del Arte. Allí imparte clases Lucía, una joven con larga experiencia en el rubro. “El pole dance es acrobacia en barra vertical. La gente piensa que es un poco de baile pero no”, cuenta cuando se le pregunta cómo define esta disciplina.
Uno de los pilares de Lucía fue su profesor León Moyano, quien la inició en el mundo de esta práctica en 2015. La pasión y el amor que le transmitió su mentor la llevaron a capacitarse y convertirte en una destacada cultora del pole dance. Sus amplios conocimientos hoy la posicionan como instructora, y en ese rol acompaña a un numeroso grupo de aprendices, que concurren al establecimiento ubicado en pleno centro mendocino.
Lucía señala que cada alumno (concurren mayormente mujeres, pero también varones) es particular y adapta las rutinas de acuerdo a las necesidades y objetivos que cada uno persigue. En sus clases hay médicas, enfermeras, estudiantes, mamás, artistas de circo, entre muchos otros. Concurren dos veces a la semana y, según sus testimonios, a pesar de estar agotados por la jornada laboral, el pole dance les da energía y funciona como un “cable a tierra” necesario para lidiar con el estrés o cansancio cotidiano.
Mery, una de la alumnas, señala: “Esto te ayuda un montón a levantar la autoestima. Te hace sentir segura en vos misma. En mi caso, también me ha ayudado a hacer amigos, a encontrar un lugar donde me siento contenida, segura, acompañada. Esto es mucho más que baile, es un deporte”.
Por su lado, Beto, un artista independiente de Mendoza que se ha sumado a las clases, cuenta que se dedica a hacer “malabares, zancos, acrobacias aéreas” y ahora practica esta disciplina porque quiere sumarla a su propuesta.
Una de las estudiantes, se desempeña como profesional de la salud, comparte su experiencia: “Empecé en la pandemia. La verdad, necesitaba un cable a tierra. La verdad, soy muy feliz haciendo pole”. En sintonía, otra de las alumnas se reconoce así gracias a este deporte: “Soy enfermera, tengo dos hijas y una familia que me contiene, me apoyan, me ven feliz”. La joven compartió que trabajó en una institución médica, en el área de terapia intensiva de Covid-19. Según su testimonio, este período fue muy duro y este deporte le sirvió para mejorar su estado de ánimo. “Por ejemplo, hoy dormí una hora y esto me llena de energía, me distrae”, señala.
Victoria, otra de las jóvenes que participa en las clases de Lucía, narra un día de ella gracias a esta pasión en la que se ha sumergido: “Yo tengo dos hijos, recién salgo del trabajo, y me vine directo a hacer pole. De acá salgo con más ganas, con alegría”. Por último, afirma: “Lo que siento es libertad, es como volar básicamente, es hermoso.”
Lucía cuenta que no es ajena a recibir prejuicios y comentarios despectivos que rozan el machismo. Sin embargo, según sus estudiantes, estos esquemas se rompen apenas se entra en contacto con la práctica.
Por otro lado, la instructora, afirma que esta actividad es recomendada por psicólogos para combatir la depresión. Además, explica que “es una disciplina que ayuda mucho en la autoestima. Las chicas se sienten más lindas. Muchas me dicen: ´Yo estoy gorda, no sé si voy a poder ir´. Yo me pregunto: ¿por que te tenés que definir así?: ´hola, yo soy gorda, ¿puedo ir?, Así que les digo: ‘¡Obvio!’“.
Según la profesora, las alumnas suelen ir soltándose a medida que avanzan con las clases. “El primer día de clases, vienen con pantalones, y al último día se compran un culotte. De todas maneras, cada uno puede venir como quiera, pero sugiero algo cómodo para hacer la actividad. Con el tiempo empiezan a tener más confianza”.
La sensación de liberación, al parecer, es muy común, según cuenta: “La disciplina hace que el practicante se conecte de una forma distinta. Ves que tu cuerpo es capaz de hacer cosas que jamás te imaginaste, es por esto que lo empezás a valorar y apreciar. Yo siempre les digo a los estudiantes: ‘vas a llegar un día y vas a logar lo que pensaste que jamás podrías’”.
Según sugiere Lucía, la mejor edad para comenzar con el pole dance es “a partir de los 15 años. De toda maneras algunas comienzan desde muy pequeñas, las clases son similares a gimnasia artística. Pero se puede comenzar a practicar a partir de cualquier edad y hasta que uno quiera. En mi caso tengo estudiantes de 43 y 44 años”.
-¿Se hacen competencias de Pole Dance en Mendoza?
-Acá en Mendoza no. Si se hacen en Córdoba, Buenos Aires y Chile. Para mi los mejores están ahí. Yo por ejemplo hice el instructorado en Chile con Cris Sáez. El vino a Mendoza a dar un workshop, lo trajo mi profesor León. A partir de ese encuentro pude conocer las capacitaciones que daba y decidí instruirme en 2018 con él.
-¿Hay países que te gustaría conocer para aprender más?
-Me gustaría conocer Rusia, Ucrania y Japón. Yo saco todas las acrobacias de afuera y principalmente de esos países.
-¿Qué le aconsejas a los que quiera venir a aprender?
-Tienen que venir. Enterate de qué se trata, vení un mes porque una clase no me alcanza para mostrarte lo que es realmente el Pole Dance. Necesito que abran la mente, que lo practiquen con sus propios brazos y piernas para que sepan lo hermoso que es.
La historia del “pole dance”
En Mendoza esta actividad gana cada vez más adeptos. Sin embargo, se trata de una disciplina histórica que tuvo sus inicios hace varios años, concretamente en el siglo XII. Su lugar de origen fue en la India y en China. Luego en 1890, en Estados Unidos, surgieron espectáculos provocativos como el “baile del vientre” que causaban agitaciones en una época donde las mujeres debían vestir modestamente. Luego de ser utilizado como una atracción circense, el Pole Dance pasa a los clubes y bares nocturnos.
Durante la “revolución sexual” de los años 60, en Estados Unidos y Canadá se instalaron de manera masiva barras en los escenarios para que no faltara el show de bailarinas seductoras con trajes temáticos. Ya en la década de los 80, predominaban el baile erótico y el striptease completo, con desnudez total, como parte del entretenimiento del club, tal como detalla DePoleDancer.
Sin embargo, hoy en día el Pole Dance puede subdividirse en dos grandes categorías: Pole Sport y Pole Exotic. Este último es el que surgió en Norteamérica y tiene que ver con la parte erótica de la disciplina. El primero, por otro lado, los practicantes lo entienden como un arte deportivo que exige un gran esfuerzo y despliegue físico para lograr las formas estéticas en la barra.
Ficha técnica
Horarios de clase:
Martes y jueves: 14:00; 15:00 y 16:00.
Miércoles y viernes: 17:30; 18:30 y 19:30 .
Contacto: 2615184105
Instagram: poledancebazzmendoza
Dirección: Buenos Aires 438, Ciudad.