Las necesidades económicas de las familias por el aumento de la pobreza impacta severamente en las escuelas, que han debido modificar sus raciones alimentarias para el 50% de la matrícula total de Mendoza que recibe alguna ración, ya sea desayuno, almuerzo o merienda.
Según precisó Franco Pulido, director de Alimentación Escolar de la Dirección General de Escuelas (DGE), se brindan 230.000 raciones por día en concepto de desayuno o merienda y 60.000 almuerzos. En términos de presupuesto, explicó que mientras el año pasado se destinaron $3.000 millones a la comida en escuelas, este año el presupuesto se duplicó.
“Las necesidades en las escuelas son crecientes y eso lo vemos a diario con el aumento de la pobreza y las consecuencias de la inflación”, explicó el funcionario.
En diálogo con Los Andes, agregó que esto se disparó especialmente durante los últimos dos años. “Hubo que aumentar las raciones y en escuelas donde en otras épocas se brindaba alimento a una parte de los alumnos, hoy se brinda a toda la matrícula”, comparó Pulido.
En ese sentido, explicó que si bien las prestaciones alimentarias están pensadas en la población vulnerable, hoy se extiende a la totalidad del alumnado en numerosas escuelas, incluso céntricas. “Hemos adaptado el presupuesto en función de esta situación que excede a nuestra provincia y se registra en todo el país”, puntualizó.
Cambios en el menú
Pulido anunció que a partir de este mes se modificaron algunos aspectos del menú que se les brinda a los niños para cumplir con la Ley de Etiquetado Frontal 27.642, eliminando todo tipo de endulzantes con azúcares o agregado de grasas.
“Siempre la leche entera en polvo fue parte del menú, sólo que ahora hemos modificado el acompañamiento. Por ejemplo, ofrecemos malta sin azúcar y cacao amargo, además de leche, lácteos y frutas”, enumeró. También dijo que se eliminaron las vainillas y los turrones y se reemplazaron por panificados artesanales.
De este modo, el directivo sostuvo que Mendoza ya está en concordancia con la citada ley, que busca promocionar la alimentación donde los productos con exceso de nutrientes críticos deberán presentar octógonos negros (sellos) alertando sobre su composición.
Las viandas, en números
Son 1.500 los colegios estatales que reciben viandas, entre meriendas y almuerzos. Dentro de las escuelas alcanzadas por el plan nutricional del Gobierno mendocino, 950 reciben también prestaciones de comedor, en tanto que a 250 les son enviadas las viandas preparadas previamente en bandejas.
Estos son los casos en que los establecimientos no cuentan con espacio y/o personal para que funcione un comedor. En total, 150 proveedores (pequeñas y medianas empresas locales) son prestadoras de estos servicios.
“En el aula se percibe el hambre”
Vanesa Querio es docente de una comunidad muy carenciada, la escuela San Martín de Porres, en Lavalle, que cuenta con 91 alumnos. “Todos reciben su ración diaria, el desayuno cuando llegan, y luego el almuerzo. No podemos estar totalmente seguros, pero deducimos con mis compañeras que en muchos casos este alimento que reciben en la escuela representa el único que ingieren en el día”, explicó la maestra. Señaló que son familias muy pobres, con padres puesteros y, en algunos casos, desempleados.
Carmen Laffont, docente de gran trayectoria en Maipú que convivió durante años con comunidades vulnerables, sostuvo que el desayuno y la merienda son fundamentales en una institución educativa. “Hay muchos niños que no tienen este hábito en su casa por distintos motivos, entre ellos la pobreza, y algunos estudios indican que, quienes no desayunan, tienen más probabilidades de tener sobrepeso u obesidad”, dijo.
“Con hambre no se puede estudiar y muchas familias no pueden acceder a los alimentos básicos que necesita un niño, de manera que afecta el rendimiento escolar. Por eso el desayuno en escuelas carenciadas es fundamental, ya que permite en la matrícula un nivel de concentración y de energía”, continuó Laffont.
Su experiencia en la docencia, dijo, indica que los niños que no desayunan se encuentran “ausentes” en el aula. “He trabajado muchos años en el turno mañana y se percibe de inmediato cuando un niño llega a la escuela sin comer. Es una clase perdida. Todavía puedo ver las caritas cuando llegaba la leche a la mesa”, señaló la docente que fue elegida dos años atrás como docente inspiradora del año en el concurso Clarín-Zürich.