Una de las plazas más queridas de la Ciudad de Mendoza nació con un fin estético, histórico y como uno de los cinco pulmones verdes. Pero, sobre todo, como un imprescindible resguardo ciudadano ante los temblores y terremotos que azotan la provincia. El emblemático paseo ubicado entre las calles Gutiérrez, 9 de Julio, España y Necochea, cumple nada menos que 120 años.
En 1861 Mendoza fue devastada por el mayor sismo registrado en la historia de la provincia, con una magnitud de 7,2 en la escala sismológica de Richter, motivo de reconstrucción de una ciudad nueva, con un nuevo ordenamiento territorial y un nuevo sistema de defensa. En caso de temblores, todos debían correr a un espacio no riesgoso, motivo por el cual las plazas se convirtieron en estratégicas.
“La historia comienza desde la construcción de la nueva ciudad, donde el espacio se convirtió en uno de los cuatro equidistantes alrededor de la plaza central Independencia. En este caso, la denominación de San Martín se da recién cuando se coloca el monumento”, explica Elsa Dora Rodríguez, jefa de Patrimonio Cultural en Municipalidad de la Ciudad de Mendoza.
Desde siempre ha sido el lugar por el que miles de vecinos y turistas transitan a diario, se sacan fotos y recorren. Con una gran forestación, su pintoresca fuente, sitios de descanso y contemplación, con detalles únicos.
“Si miramos la plaza en detalle, nos sugiere un camino en el piso, orientando nuestra mirada hacia la Basílica de San Francisco, donde se encuentran las placas que contienen las máximas sanmartinianas y la tumba de Merceditas”, recalca Rodríguez.
Una historia de más de un siglo
Caminar por la plaza es caminar por más de 160 años de historia, comenzando por 1863 como un proyecto arquitectónico de crear cinco espacios públicos para los vecinos ideado por Julio Balloffet como parte del damero.
Originalmente se la denominó plaza Cobo, en homenaje a Juan Francisco Cobo, quien introdujo el álamo en Mendoza. Más tarde, en 1883, se inauguró en el centro de la plaza una torre, con un reloj de cuatro esferas, esto hizo que se la conociera popularmente como Plaza del Reloj: “Marcaba la hora de entrada y salida de los de los empleados de los bancos”, relata Elena Tito, geógrafa y vecina de la zona.
Hasta que en 1903 se decidió demoler la torre para colocar en su lugar una estatua ecuestre del general San Martín. “Hoy la torre está guardada en una vitrina vidriada, en el patio de la nueva escuela Patricias Mendocinas”, cuenta Rodríguez a Los Andes.
El monumento al General
La idea de levantar el monumento llegó de la mano de Bartolomé Mitre y fue apoyada por el fraile chileno Pacífico Otero. “El fraile fue un personaje importante porque era muy defensor de la historia de sanmartiniana”, explica la funcionaria. Y agrega: “Hasta ese momento, en la provincia no había ninguna escultura que lo inmortalizara”.
Durante la gobernación de Elías Villanueva fue la gran inauguración de la plaza el 5 de junio de 1904. Según explica la jefa de Patrimonio Cultural, “se calcula que había más de 10.000 personas. Era totalmente sorprendente la cantidad de gente que se había acercado a rendir homenaje a San Martín. Ese día se repartieron placas, recordatorios y también medallas de distintos metales como homenaje″.
En el medio de la plaza se luce la escultura realizada por el artista José García, en bronce fundido. Se trata de la figura del General, montado a caballo, con su dedo índice señalando el horizonte hacia el Oeste, donde realizó el cruce de los Andes. Es una réplica de la original, de José Luis Daumas, que se encuentra en la plaza homónima de la Capital Federal.
A partir del 1913 comenzaron los preparativos a cargo del ingeniero Jacinto Anzorena. “La base de la escultura está hecha de piedra de granito, traída desde el Valle de Uspallata y transportados por el Ferrocarril Trasandino a la Ciudad”, relata la geógrafa Elena Tito.
Según explica la responsable del departamento de Patrimonio Cultural de la provincia, la escultura es única en el país ya que puede soportar un intenso movimiento sísmico. “Existen estatuas similares, como en Santa Fe, las cuales se fueron replicando a lo largo del país con el mismo modelo”, recalca Rodríguez, licenciada en turismo. Y explica que fue muy criticado en la época: “Se quería algo más original y no de molde, pero era bastante más barato en ese entonces”.
Escenario de batallas
La plaza además de ser un espacio de recreación, fue escenario turbulento, en 1905 hubo una revolución radical con un alzamiento armado cívico militar, dirigido a nivel nacional contra el presidente Manuel Quintana. “En nuestra provincia fue encabezada por José Néstor Lencinas, quien tomó por decreto el cargo de gobernador y contó con la participación del pueblo, aunque sólo triunfó por horas”, dijo Rodríguez.
Por lo que el espacio se convirtió en un campo de batalla entre las tropas del ejército y los revolucionarios, ni la estatua de San Martín se salvó de las balas: “La escultura fue baleada en este intercambio de tiros y resultó dañada principalmente en sus brazos”, agregó la licenciada en turismo.
Además, en 1929, ocurrió el asesinato del ex gobernador Carlos Lencinas, cuando estaba dando un discurso, frente al actual edificio Buci. Según relata la responsable del registro de bienes patrimoniales, luego de algunas ovaciones al terminar el discurso, se escuchó un grito diciendo: “¡Viva Yrigoyen!” (con quien el político estaba enfrentado), dando inicio a una balacera. Finalmente, el trágico hecho dejó como saldo a 15 personas heridas y un muerto.
Posteriormente, en 1925, se implantó en la plaza un hijuelo del pino del convento de San Lorenzo (Santa Fe) histórico árbol debajo del cual se cree, San Martín redactó el parte de la victoria del combate de San Lorenzo. Según la Municipalidad de Mendoza, hasta 1968 -cuando se decide su remodelación-, la plaza había conservado su estilo original, sencillo y afrancesado, con farolas de hierro fundido y una vegetación de añosos árboles y palmeras. Por lo cual, los mayores recuerdan esa plaza con muchos desniveles.
Luego, en 1970, se inauguraron las flamantes obras que estuvieron a cargo de la arquitecta Graciela de Pagés y el arquitecto Carlos Caporalini. En ese momento se dotó a esta plaza de desniveles pronunciados, escalones y jardines asimétricos.
Entre otros trabajos, durante el 2011 se hizo un monolito hecho en memoria de las abuelas de la plaza de Mayo.“Un momento importante también para no perder la memoria de lo que sucedió en Mendoza, además fue realizado por los internos del penal San Felipe”, recordó Tito.
Hoy, punto de encuentro para mendocinos
Finalmente el 25 de mayo de 2018, la plaza fue remodelada y reinaugurada, bajo la gestión de Rodolfo Suárez, en la cual se unificaron los niveles de veredas con las calles perimetrales. Además, se conservó como lugar de ceremonias, enfatizando el monumento, el sector del pino de San Lorenzo y la placa ubicada en la esquina NE.
El espacio “libre de barreras arquitectónicas” se ha adaptado a las necesidades de la era, brindando una mejor accesibilidad y contando con luminarias modernas de energía solar. Incluso cuenta con conexiones USB y WI-FI, terminales de micros inteligentes y pantallas interactivas.
La apariencia de los edificios que circundan la plaza dan testimonio de la evolución de la ciudad, con variados comercios alrededor, restaurantes, museos y bancos. Entre ellos, el ex Hipotecario.
“La plaza para los mendocinos es un ícono. Además de su historia, es un espacio para disfrutar de eventos culturales y compartir”, menciona orgulloso uno de los vecinos de la zona.