Placer y privación: qué son los dispositivos de castidad que se utilizan en los juegos sexuales

Si bien son poco conocidos en Mendoza, en el resto del mundo se utilizan con mucha frecuencia para juegos de dominación - sumisión y pueden estar colocados hasta para ir al trabajo

Placer y privación: qué son los dispositivos de castidad que se utilizan en los juegos sexuales
Un viejo dispositivo que actualmente se usa para prácticas sexuales BDSM.

La erotización puede tener muchas formas y todas son aceptadas, en el contexto del juego, la conquista y la seducción. En este marco, hablar de castidad podría considerarse un contrasentido, sin embargo lejos de eso, la práctica consensuada y el uso de dispositivos para tal fin tienen cada vez más adhesión por parte de las personas con preferencias BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo).

Entre los objetos de uso cotidiano, se cuentan arneses, fustas, esposas, chokers, catsuits, máscaras y más. Pero uno de los objetos que ha ido cobrando notoriedad en los últimos tiempos es el cinturón de castidad.

“Estos dispositivos son mayoritariamente masculinos. Los femeninos son más complicados, porque tiene que ser tipo de bombacha inviolable”, explica Patricia, de Buenos Aires Sexshop.

Que el cinturón de castidad para mujeres -que antiguamente se utilizaba con los fines a los que remite el nombre- sea menos frecuente, puede deberse a que el uso de la prenda sea más difícil de disimular en la mujer, además de tener que ser demasiado grande para cumplir su cometido. Las versiones mini -mucho más sexys- son fácilmente vulnerables y no terminarían de cumplir con el objetivo: que la persona no pueda tener ningún tipo de placer sexual.

“Los dispositivos de castidad se usan mucho en el sadomasoquismo, en donde hay una persona dominante y otra persona que es sumisa”, ahonda Patricia. “La sumisa acepta usar este dispositivo, que queda puesto todo el día”.

En el caso de los hombres, el artefacto es fácilmente disimulable ya que suelen tener la forma del pene y no producen malestar a menos que la persona tenga una erección.

“Se puede ir a trabajar, ir a las actividades diarias”, y añade que en el caso de tener algún tipo de estímulo sexual “es muy doloroso, porque tiene una forma muy especial, que si el pene crece empieza apretar. Por lo tanto no puede tener relaciones, ni masturbarse”.

En Argentina, este tipo de dispositivo se consiguen de dos tipos de materiales: acero quirúrgico y plástico, y cuentan con un candado y llaves que se entregan a quien posea el control sobre el cumplimiento sexual de ambos, negando al portador del dispositivo la posibilidad de obtener placer hasta que sea liberado.

“La persona dominante decide cuándo la sumisa puede sentir o no placer. Es una relación de poder bastante importante”, agrega la encargada del sexshop.

Así, quien tenga las llaves tendrá un control total sobre el placer de quien use el dispositivo evitando que su pareja masculina obtenga todas las sensaciones que el dispositivo restringe.

La idea del juego erótico es que con esta restricción, la pareja deberá complacer al dominante en todo, para que lo libere y obtenga por fin la felicidad que no puede tener mientras tenga puesto el dispositivo.

El candado tradicional nunca falla

En nuestro país es frecuente encontrar el dispositivo clásico, con candado metálico y llave. Sin embargo, en otros lugares del mundo se puede conseguir el mismo artefacto pero de manejo electrónico que por medio de una app conectada vía wifi o bluetooth, permite a una persona bloquear o desbloquear el dispositivo a distancia.

Aunque pueda parecer más sofisticado, lo cierto es que millones de usuarios se han visto decepcionados en los últimos tiempos, ya que una falla en el sistema permite desbloquear el cierre automático, dejando al portador y su pareja dominante sin la gracia del fetiche, o lo que es peor, bloquearlo en forma permanente.

Al ser un dispositivo wereable, como los relojes inteligentes que se ocupan del cuidado de la salud, utilizan el protocolo Bluetooth low energy (baja energía). Sin embargo, el fabricante dejó esa API abierta y sin contraseña, permitiendo que cualquiera tome completamente el control del dispositivo de cualquier usuario, según publicó el sitio TechCrunch.

Los mendocinos no se animan

Si bien este es un producto muy conocido y bastante utilizado en otros lugares, en nuestra provincia no hay demanda (al menos en los comercios locales) del dispositivo de castidad masculino.

María Emilia Marín, educadora sexual, explicó que “los hombres siempre les compran algo a sus parejas, pero desconocen la enorme cantidad de objetos que hay para ellos”. Por su parte, Patricia, del local porteño rescató “tenemos muchos clientes de Mendoza”.

Por lo que se podría inferir que si alguno lo adquirió, fue mediante el discreto comercio online con entrega a domicilio.

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