A Ignacio Abdala le dicen “Nachito”, tiene seis años, nació en el Hospital Lagomaggiore y sus graves dificultades de salud fueron tantas que toda su vida la pasó internado.
Los dos primeros años los transcurrió entre el Notti y el Fleming y, de allí en adelante, con internación domiciliaria en su casa del barrio San Pedro, en San Martín.
Nacho, que se alimenta por sonda. Nació prematuro y padece traqueomalacia, una debilidad y flacidez de las paredes de la tráquea.
También sufre laringomalacia, enfermedad en la que el tejido blando que está por encima de las cuerdas vocales cae en la vía respiratoria cuando un niño respira, lo que provoca respiración ruidosa.
También sufre hiperinsulinemia, que significa que la cantidad de insulina en la sangre es mayor que la que se considera normal y, por lo tanto, necesita estar conectado siempre al alimento.
Más allá de las constantes idas y vueltas al hospital a raíz de sus recaídas, desde hace dos meses presenta quilotórax, una complicación caracterizada por la acumulación de quilo en la cavidad pleural.
Es por eso que permanece nuevamente en el Fleming, donde intentan compensarlo y extraerle el líquido, aunque el panorama parece complicarse día a día. Sufrió un paro cardíaco en el quirófano y, como si fuera poco, contrajo un virus intrahospitalario.
Si bien el niño –que es hijo de una mamá soltera y tiene una hermana mayor—posee la obra social Osep que cubre buena parte de sus tratamientos e internaciones, nada alcanza para hacerle frente a todos los inconvenientes que se van sumando día a día y que parecen no tener fin.
De hecho, su mamá, Andrea Fiore, que trabajó durante más de 10 años en el casino de San Martín, tuvo que abandonar para dedicarse de lleno a su hijo. La familia, además, no tiene vivienda propia.
“Nunca he salido a pedir ayuda, pero esta vez todo se prolongó más de la cuenta y no damos más. Aprovecho para agradecer a la gente de Mendoza que me está dando una mano”, agregó la mamá. La joven contó que “Nacho siempre fue un niño delicado, aunque nunca antes había estado grave tanto tiempo”.
Nachito nació el 23 de diciembre de 2015 en el Hospital Lagomaggiore. Su mamá se enteró durante su embarazo que el nacimiento sería complicado. “Por eso mi hijo nunca llevó una vida normal. No fue al jardín ni a la escuela. Todo estaba listo para iniciar primer grado, ya sea presencial o con escuela domiciliaria, pero este traspié en su salud fue mucho más prolongado que lo esperado”, reflexionó.
El último cuadro se desencadenó en febrero, cuando se le detectó líquido en los pulmones y un síndrome que todavía se está evaluando.
“Le extrajeron por día un litro y medio de líquido linfático, algo que lo decaía muchísimo y, además, lo complicaba por la falta de proteínas. En el quirófano hizo un paro cardíaco, que es el cuarto desde que llegó al mundo”, relató Andrea. Y agregó: “A veces llora y es comprensible, se siente agotado de tanto hospital, pero seguimos dando batalla. Es un nene súper simpático que, aunque no puede hablar, se hace entender con señas”.
Conectado con cables y sondas, Nacho transcurre sus días con una gran fortaleza y espíritu de lucha.
El sueño de Andrea es que pueda interactuar con otros niños y llevar una vida lo más normal posible dentro de su cuadro.
Insistió que nunca antes había pedido ayuda económica hasta que sus familiares comenzaron a viralizar la condición del niño para conseguir colaboración. Andrea destacó: “Me di cuenta de lo importante que fue sentirnos acompañados, sentir la oración de mucha gente y poder afrontar todos los gastos necesarios”.
Cómo ayudar
Andrea Fiore, tel. 2617 00-6071 / Mercado Pago. CBU 0000003100008478329850 / Alias: jopo.coplas.vaca.mp.