Fabiana Bordón salió de su casa muy temprano el pasado lunes sin imaginar que, a su regreso, iba a encontrarse con la imagen más desoladora de su vida: su casa del barrio Sierras Altas, en La Favorita, que pudo levantar con gran sacrificio, se había convertido en un montículo de cenizas, humo y escombros.
“La vivienda y todo lo que teníamos adentro, incluso el pequeño quiosco que habíamos terminado de armar, quedaron totalmente destruidos”, dijo la mujer en diálogo con Los Andes.
Fabiana tiene 50 años, está casada y es madre de cuatro hijos, uno de los cuales, el menor -y también Priscila, su novia- viven con la familia en la vivienda 13 de la manzana D hasta tanto finalizaran su propia casa.
“Nosotros iniciamos todo esto hace 14 años. En un principio era de palets y nylon, aunque logramos acondicionarlo con trabajo y esfuerzo, sin aflojar jamás”, reflexionó la mujer.
El progreso llegó enseguida a la familia y pensaron en un negocio familiar que les brindara otro ingreso. Así, ampliaron el espacio, compraron heladera, freezer y mercadería y montaron un quiosco que funcionaba muy bien.
La casa sola y el desastre
“Luis, mi esposo y mi hijo Natan se fueron cada uno a sus respectivos trabajos y nosotras salimos con mi nuera al Hospital Central para hacer unos controles. Ella es diabética, insulinodependiente, y teníamos el turno asignado. En la sala de espera, comencé a recibir llamados con mucha insistencia. De pronto alguien me escribió diciéndome que mi casa se estaba prendiendo fuego y salí volando”, relató.
La mujer y su esposo vivían con su hijo menor y la pareja hasta que finalizaran de edificar su propia vivienda, en la misma zona. Allí se mudaron ahora con una estufa prestada hasta que Defensa Civil termine los peritajes y determine si también hay que derribar el techo.
“Recién allí, cuando sepamos qué hacer, nos vamos a poner a reconstruir todo. Tengo a mi hijo mayor que también nos recibe. La sensación es de bronca e impotencia porque somos gente de trabajo, nadie nos regaló nada. Mi marido trabaja en la parte de logística de una papelera y mi hijo entró hace poco a una imprenta”, relató.
“El corto circuito se originó por una baja tensión. Nos dijo la policía que, probablemente, la chispa fue muy grande y comenzó a propagarse. Vivimos en un barrio nuevo, que se está armando y afortunadamente los vecinos fueron muy solidarios y las autoridades se portaron muy bien”, continuó.
Fabiana insiste en que todo el esfuerzo de años quedó hecho trizas en pocos minutos. “No nos quedó absolutamente nada. Ni los muebles, ni el techo, ni los electrodomésticos, ni la ropa… nada. Algunas personas se acercaron a traer alguna prenda y calzado porque nos quedamos con lo puesto. Creo que ni los palos del techo se pueden recuperar, aunque para eso debemos esperar a Defensa Civil”, reiteró.
El barrio Sierras Altas es relativamente nuevo y está habitado por gente trabajadora. Dos años atrás instalaron las cloacas, aunque carecen de agua. Tiempo atrás, Edemsa instaló cables y postes de luz desde donde reciben el suministro muchísimos vecinos, hecho que provoca grandes cambios de tensión.
“Por eso, seguramente, se produjo una chispa o explosión. El problema fue que no había nadie en la casa, caso contrario lo hubiésemos podido controlar. Nada se pudo hacer pese al esfuerzo de mucha gente a la que le estoy agradecida ya que trabajaron para evitar males mayores, como quitar las garrafas que teníamos en el interior”, puntualizó.
Con la denuncia por el siniestro, Fabiana y Priscila volvieron ayer al hospital a recuperar la medicación que no hicieron a tiempo a llevarse en medio de la desesperación.
“Mientras tanto nos estamos arreglando como podemos en medio de la ola polar que nos afecta. Mis hijos tienen viviendas muy chicas, es difícil todo y más comenzar a pensar por dónde empezar. El menor y su pareja estaban con nosotros, justamente por el frío hasta que la vivienda más o menos pudiera habitarse”, continuó.
La familia recibió cuatro colchones, frazadas y una bolsa de mercadería. “Insisto, la sensación es de bronca porque hace 14 años que vivimos acá y empezamos con unos palos de madera y nylon armando nuestro hogar día a día. Logramos que sea de material y en un sector del comedor teníamos el kiosco donde vendíamos de todo, incluso sacábamos fotocopias. La cocina, los dormitorios y el baño los hemos levantado con un esfuerzo tremendo, siempre de a poco y jamás bajando los brazos”, concluyó.
Fabiana necesita todo lo fundamental para reconstruir su hogar: desde ropa, calzado, frazadas, mobiliario y vajilla, además, por supuesto, de un aporte a su Mercado Pago.
“Todo será bienvenido, entiendo que la situación económica es muy difícil para todos, pero estoy segura de que hay gente dispuesta a dar una mano. Mendoza es solidaria. También podemos acercarnos donde sea para retirar las donaciones. Ni siquiera tenemos dónde cocinar”, finalizó.
Cómo ayudar
Fabiana Bordón tiene cuenta de Mercado Pago para quienes puedan realizar su aporte: Fabybordon.mp.
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