Detrás de un país visible, hay uno invisible, latente y desconocido
Eduardo Mallea, 1937.
La de una Argentina visible y otra invisible, fue la imagen que usó Eduardo Mallea para caracterizar un país cuyas olas inmigratorias en las grandes ciudades estaban silenciando a la Argentina que se formaba a " la orilla de los ríos interiores, los cerros y el gran espacio triste tendido bajo los cielos”.
Con frecuencia nos reencontramos con esa antinomia poco invocada en este país de grietas. Es el caso del primer poema escrito en Mendoza, que pertenece al cacique pehuenche Currilipi y que se incluye en una carta enviada a Rafael de Sobremonte por el General Amigorena. Allí transcribe esos versos y da cuenta del Tratado de Paz del Río Salado, ocurrido el 12 de octubre de 1787.
Al hacer acuerdos de paz con españoles, los pehuenches encontraban una estrategia de supervivencia frente al asedio araucano. El final de este poeta y cantor fue trágico; cayó asesinado y despojado de su corazón por un malón de huiliches.
Currilipi podría ser considerado uno de los fundadores de la poesía mendocina, marcada desde sus inicios con el sello distintivo del asombro ante lo cósmico. Otros testimonios de los primeros pobladores del sur mendocino son de tradición oral como la leyenda de la laguna de la niña encantada o la del pozo de las ánimas, que relata la huida de un grupo cuyos perseguidores desaparecieron en ese sitio.
Iverna Codina (1912-2010), es quien ha retratado con mayor realismo la vida de los pobladores de ese espacio social. Esta literatura inspirada en los relatos de su padre arriero, nos da a conocer un mundo impresionante y áspero donde resulta difícil la supervivencia entre el frío y el viento. El documental “El arreo” es un precioso testimonio de esa vida.
La soledad, el apego a la tierra y las tareas de pastoreo caracterizan a esos personajes, diferentes de la vida que suele identificar a grupos de la Araucanía. En el sur mendocino, hasta ahora hay más evidencias de víctimas de los mapuches, como lo fue nuestro primer poeta, que de arraigo de esta comunidad de cuyo espíritu combativo tiene testimonios la literatura desde el siglo XVI con La Araucana de Alonso de Ercilla.
Huarpes, puelches, pehuenches y mapuches no son lo mismo, constituyen construcciones antropológicas que deben ser comprendidas en su complejidad. La entrega de tierras mendocinas a una comunidad sin personería demuestra el desconocimiento acerca de la riqueza de esta Argentina invisible. Este error podría ser subsanado con una entrega de escrituras a puesteros malargüinos arraigados, según las evidencias que tengan los organismos municipales y provinciales.
Por otra parte, en contradicción con lo que expresara el presidente: los argentinos no llegamos de los barcos. Así como es mestizo Jones Huala, la mayoría de la población argentina proviene de un mestizaje del que debemos sentirnos orgullosos. Invisibilizar ese origen es un modo de desvalorizar nuestra identidad.
La Argentina subsiste y a tientas, gracias al trabajo cotidiano y anónimo de tantos invisibles o borrados por la mirada del poder. Como los hubiera nombrado un gran poeta, son esos hombres y mujeres justos que sostienen un país que se tambalea.
Antu pagegén
Neyú Mapú
Butá Gunegén
Amún Tutú
Ufchin quillén
eime curé
guhín medún
Waranka huaglén
huenú mapú
gen.
En español se traduce: Sol que eres luz/ aliento de mi tierra / gran Dios / que te vas para dormir/ la adorada luna / tu mujer / guardará tu sueño / y mil estrellas / en el cielo / dueño.