El patrimonio arquitectónico de Mendoza es invaluable. Los edificios que bordean a la Plaza San Martín, las iglesias más antiguas y las inmediaciones del Área Fundacional son solo algunas de las joyas que se pueden enumerar, pero que están incluidas en un grupo que podrían ocupar un artículo completo; sobre todo un día como hoy, en que se conmemora el Día del Arquitecto en Argentina.
No obstante, hay una esquina que encierra una parte fundamental de la historia de la arquitectura moderna en Mendoza: la de San Martín y Peatonal Sarmiento. Allí reposa el histórico Pasaje San Martín; una construcción inaugurada en 1928, pero que estaba en pie desde principios 1927 (incluso había sido comenzada a construir en 1926). Y que fue la prueba de fuego para las construcciones antisísmicas en Mendoza, ya que soportó un movimiento telúrico a meses de estar levantado.
“El Pasaje San Martín fue el comienzo de la Mendoza en altura. Si bien estaba deshabitado todavía, con el terremoto de 1927 (que no tuvo epicentro en Mendoza, pero se sintió) se observó que el edificio había resistido bien. Y a partir de este sismo se tomaron en Mendoza por primera vez los recaudos antisísmicos, con un código de construcción que modificó al que estaba vigente desde 1902. Al haber resistido bien, este edificio abrió la puerta para la construcción en altura”, destacó el arquitecto e investigador especializado en patrimonio, Jorge Ricardo Ponte.
El referente indicó además que fue un edificio pionero en Mendoza. “Hasta el momento, Mendoza era baja; y lo era porque tenía miedo. En 1903 se había registrado otro sismo que llevó a que se derriben las torres de la iglesia de San Francisco y de los Jesuitas. Pero el Pasaje San Martín fue el que testeó que Mendoza podía llegar a tener edificios en altura”, resumió Ponte. Y destacó que toda esa zona es emblemática para el patrimonio mendocino, ya que en diagonal al pasaje -en la esquina de San Martín y Garibaldi- está también el Edificio Gómez, construido en 1954 y ya con la onda de rascacielos.
“Hay dos edificios en la Ciudad de Mendoza que, con el tiempo, deberá ser el Estado quien se encargue de ellos: el Pasaje San Martín y el Edificio Gómez. Son dos edificios privados, pero Mendoza no puede no tenerlos como patrimonio. Quizás debería facilitarles beneficios a quienes vivan allí, para que se apunte a la conservación”, reflexionó el experimentado arquitecto.
Un ícono
El Pasaje San Martín y su emblemática cúpula se han convertido en un ícono urbano de Mendoza. Junto a la histórica antena del Edificio Gómez -y con la Cordillera de los Andes de fondo-, integran una de las postales más famosas de los edificios mendocinos.
“Es una construcción del estilo modernista, con algún toque de Art Nouveau; ya que en este sitio del mundo nunca llegamos a tener estilos puros. Conecta la Avenida San Martín con la calle 9 de julio por medio de una galería con vitrales, y está inspirado en el modelo de la galería Vittorio Emanuele, de Milán; que es como un Pasaje San Martín, pero a lo grande. Es el mismo estilo arquitectónico, aunque en el medio de la galería de Milán -hay otra igual en Nápoles- hay cafés para que la gente se siente a disfrutar. Al principio, en los pasillos de la galería mendocina no había nada”, sintetizó Ponte. La familia Escorihuela Gascón fueron los primeros propietarios del imponente edificio
En Mendoza no se llegaron a instalar estos pintorescos locales en el centro del pasaje, aunque sí se instalaron cubículos con locales comerciales. A criterio de Ponte, esto le restan valor patrimonial al espacio.
“En la época de la segunda presidencia de Perón, se congelaron los alquileres. Entonces quien era el dueño del edificio en aquel momento construyó los kiosquitos en el centro de los pasillos, y los alquiló a valor nuevo para tener algo de ganancia. Esos son los kioscos que hay hoy en el pasaje”, explicó a su turno el también arquitecto y ex administrador del consorcio del edificio, Juan Yazlli. En su carrera profesional, Yazlli también se abocó al estudio del edificio y se apasionó por su historia.
“Como arquitecto no hay edificio más emblemático para los mendocinos que éste. Mientras fui administrador del consorcio tenía un proyecto de puesta en valor, al estilo Paseo Cervantes en Buenos Aires u otro similar que hay en Londres. Requería algo de inversión que se iba a ver reflejado en la revalorización. Incluía lavada de fachada, revoque, quitar carteles y un plan de señalética; además de reparar el sistema eléctrico. Pero no hubo consenso y no se pudo avanzar”, rememoró quien trabajara durante casi 6 meses en el proyecto, aunque durara poco más de un mes y medio como administrador del consorcio (cuenta con más de 200 propietarios privados).
Secretos
En la esquina de San Martín y Peatonal, donde actualmente hay una reconocida pizzería, hubo distintas confiterías. “Estaba el café Bahía, y abajo hubo también como un sótano que se había convertido en un local del under”, destacó Ponte.
“El principal atractivo del lugar es que, cuando uno entra al Pasaje San Martín, siente que el lugar se ha quedado en el tiempo. Un lugar en pausa en medio de una ciudad que ya tiene envergadura de gran ciudad; y de repente entrás en una especie de cápsula del tiempo donde te abstraés. Hay un sótano que cerró hace 30 o 40 años, y donde funcionaba un boliche donde todo estaba construido con ladrillo; por lo que cuando se fue, todo quedó en el lugar. Hace tiempo entramos, y es una cosa muy mística; porque está todo como el último día. Incluso avanza el espacio por debajo de las veredas de San Martín y de Sarmiento”, acotó Yazlli.
Actualidad
Más allá de que no pudo avanzar con las ideas que tenía en mente, Yazlli se ilusiona con que se encaren ciertos trabajos a futuro en el edificio que atraviesa de este a oeste -y viceversa- la cuadra de Sarmiento comprendida entre San Martín y 9 de julio. “En una época, cuando Fayad era intendente, hubo una ordenanza enfocada a limpiar la fachada del lugar, y a sacar la cartelería que estuviera fuera de norma. Pero no se cumplió a pleno, y hoy está muy desordenada”, resaltó el ex administrador. “Cuando los turistas vienen e ingresan, queda con una cara de fascinación increíble. Yo he podido llevar a algunos turistas a ver la terraza, y se asombran de la cúpula y de la vista de Mendoza. Pero eso no siempre es posible ya que, al ser privado, depende de si los propietarios están de acuerdo con que la gente de afuera suba a la terraza o no”, concluyó Yazlli.
Por su parte, Ponte insistió en la necesidad de que el Estado tenga una mayor presencia en la preservación de edificios como el Pasaje o el Gómez. “La Ley Provincial de Patrimonios hace declaratorias formales, pero es muy poco lo que hace desde la protección efectiva. El patrimonio ha quedado relegado en estos años, como dejado de lado”, concluyó.