La madrugada del 30 de noviembre de 2023, el guía de montaña mendocino Ignacio Lucero (50), el intendente de la localidad pampeana de General San Martín, Raúl Espir, y el escribano Sergio Berardo -también de La Pampa- partieron en lo que, se suponía, sería el último tramo de la expedición que los llevaría a la cumbre del cerro Marmolejo (6.100 msnm).
Ese mismo día por la tarde, Lucero, Espir y Berardo fallecieron a metros del punto cúlmine de este pico, que tiene acceso por Argentina (Mendoza, a la altura del Valle de Uco) y por Chile. Los cuerpos de los tres andinistas fueron identificados recién el 4 de diciembre, luego de que los rescatistas los avistaran desde un helicóptero. Y cuando lograron bajarlos, la autopsia confirmó que los montañistas habían perdido la vida a causa de hipotermia accidental (congelados).
Nacho era un guía muy querido y conocido en Mendoza. A un año del fallecimiento, su pérdida todavía duele, y mucho.
“Hay momentos en que lo sigo esperando todavía. Y después me doy cuenta de que no va a volver. Pero con Salvi lo vemos en todos lados. En casa hay una lámpara que el trajo de Pakistán, y Salvi la mira, me mira y dice: ‘Ese es el papá'”, reconstruye María Fernández Martínez Thierry, la pareja de Nacho y madre de Salvador, su único hijo.
A un año de la muerte de Nacho, Fernanda y amigos y conocidos de Lucero tienen pensado homenajearlo de una manera particular: reuniéndose en la casa de la mujer, en un encuentro donde cada uno podrá llevar lo que quiera comer y beber, y donde aprovecharán para leer libros, repasar fotos de Nacho y recordar anécdotas del querido Nacho.
“No es una fiesta, es un homenaje. Para que cada uno que lo quiso pueda juntarse a recordarlo y no se quede llorando en su casa. Quien quiera venir a mi casa, podrá venir y recordar lo más bonito que nos dejó”, cuenta la mujer, quien vive con Salvi en El Challao y casi al pie del Cerro Arco, uno de los lugares donde Nacho disfrutaba permanece.
“Él hubiese querido que lo recordemos así”, acota.
Además, la pareja del montañista se emociona al contar que hace unos días pudo confirmar que el último mensaje que Nacho quiso enviar desde su dispositivo GPS -y que quedó almacenado en el equipo sin llegar al destinatario- se lo había querido mandar a ella.
“Decía: ‘Ahora sí estoy emprendiendo mi viaje’. Me lo había querido mandar a mí, pero con el frío se le habían pegado los lentes de contacto y no podía ver, por eso no lo mandó”, repasa, emocionada, Martínez Thierry.
“Te admiro por esas ganas de volar. Te fuiste antes dejando gente que te ama, dejando a Salvi que siempre te va amar... ¡Sigue volando, caminante!”, agrega la mujer, quien, aunque pareciera ser que le habla al viento, siente que jamás dejará de hablarle a su pareja. Así como el tampoco dejará de oírla.
UN AÑO SIN NACHO
La autopsia confirmó que Nacho y sus dos acompañantes fallecieron el 30 de noviembre del año pasado. Hasta el 29, Ignacio y Fernanda estuvieron en contacto, de forma esporádica, ya que el guía de montaña enviaba mensajes desde su GPS cuando podía.
Distanciada por completo de los padres y hermanos de Ignacio Lucero -y con marcadas diferencias que surgieron luego de la tragedia-, Fernanda y Salvador se acompañan en todo momento, en especial en aquellos de mayor complejidad emotiva. Juntos, han transitado este largo y sinuoso camino sin Nacho, aquel que comenzó hace ya un año.
“Este primer año que se cumple desde su muerte es muy duro. Pero creo que fue más duro el cumpleaños de Salvi, porque ese día también se cumplían años del momento en que fue papá”, repasa Fer.
El 8 de septiembre pasado Salvador cumplió 3 años, y fue el primero sin su papá.
“Ignacio hablaba todo el tiempo de la muerte, y él y yo sabíamos que se iba a morir en cualquier momento. Pero eso no significa que no duela”, recuerda la mujer, quien -incluso- a raíz del dolor y del pozo anímico en que cayó también perdió su trabajo en este último año.
Los días posteriores a la confirmación de la muerte de Lucero, Fernanda y Salvador comenzaron terapia. Y ello también permitió que lograran aclarar un poco su panorama.
“Sigo un poco enojada al cuestionar por qué él no bajó cuando bajaron los demás (NdA: al comienzo de la expedición, junto a Lucero, Espir y Berardo iban otros expedicionarios, aunque decidieron bajar cuando vieron que el panorama se complicaba por las nevadas). Pero también pienso en que él era montañista, y quería seguir con sus compañeros para hacer cumbre”, agrega Martínez Thierry.
VENTAS PARA SALDAR DEUDAS
En los últimos meses, María Fernanda Martínez Thierry se vio en la necesidad -casi urgencia- de vender parte del equipamiento y los equipos de montaña de Ignacio Lucero. Solamente le queda un reloj con GPS, unos esquíes y algunos cuadros.
“No me quedó otra que salir a venderlo. Cuando Ignacio murió, salió a la luz que él tenía una deuda en monotributo desde hacía muchos años. Y eran como 2 millones de pesos. Necesitaba esa plata para ponerme al día”, reconoce Fernanda, quien está en etapas de entrevistas laborales para volver al circuito laboral.
A estas complicaciones económicas se suma el detalle de que la compañía con que Nacho Lucero tenía contratada su póliza de seguro no respondió por el fallecimiento del andinista, por más que su pareja recurrió a la Justicia.
“La verdad es que se lo extraña mucho. Pero yo puedo seguir adelante gracias a Salvi, por él. Ya tiene todas las cosas de Ignacio, duerme en el piso, en el sillón, anda a caballo y está todo el día jugando con sus amigos y en la tierra. El mismo Salvi me veía llorar y me decía: ‘Mamá, no llores. Papá está en la estrellita’”, concluye con lágrimas en sus ojos.
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