El amor y el sexo van de la mano en las parejas plenas, en las que la pasión amorosa se traduce con el cuerpo a través de las relaciones íntimas.
Sin embargo, muchas veces, la rutina o la costumbre, el estrés de la vida diaria y el aburrimiento, hacen que las parejas distancien sus relaciones o no se sientan atraídos igual que al principio hacia su pareja. Sienten que la llama del deseo se ha debilitado.
“Hasta que la muerte los separe” es una sentencia fuerte que suena más a una condena que a la promesa de una hermosa convivencia juntos. Quienes eligieron la vida en pareja, con o sin “sentencia” y lograron superar las diversas dificultades que presenta esta elección, pueden sentir en algún momento que aunque todo esté bien falta algo, esa pasión que antes compartían con frecuencia y que se llama sexo.
Mantener la llama de la antorcha sexual encendida después de 10, 20 o 30 años de convivencia puede parecer difícil, pero en realidad no lo es.
“Cuando la pareja entiende que encender el deseo sólo requiere dedicación de tiempo y prestar atención a los detalles, se relajan y es más fácil que se produzca el encuentro”, asegura el sexólogo José Luis Rodríguez.
La fantasía de que el sexo debe ser espontáneo, no sólo está muy alejada de la realidad sino que además es impracticable. Con frecuencia las parejas añoran las épocas de noviazgo, en las que los encuentros eran inesperados, sin tener en cuenta que los años pasaron para ambos y que ya no se pueden reencontrar desde el mismo lugar de cuando tenían 20.
“El sexo no es espontáneo, puede ser deliberadamente espontáneo, pero es muy difícil que a una pareja en la que los integrantes funcionan distinto, se les despierte el deseo al mismo tiempo” asegura el sexólogo.
De hecho, las parejas que llevan mayor cantidad de años juntos, no cuentan al sexo entre las cosas más importantes, no porque no lo sea, sino porque aprendieron a construir otros vínculos que los ayudaron a mantenerse unidos.
Un grupo de investigadores británicos entrevistó a 4.494 personas de entre 18 y 65 años para saber qué funciona y qué destruye una relación. En esta investigación se preguntó a todos los participantes cuáles eran las diez cosas que más les gustaban de su relación de pareja. Y resulta que el sexo no apareció en la mayoría de las respuestas.
Pero también es que el desgaste de la convivencia, los hijos, el estrés laboral y el cúmulo de obligaciones acaban rebajando al sexo de la lista de prioridades. “A lo mejor, con suerte, le dedican dos horas por semana, porque se vuelve totalmente rutinario. Si las cosas que nos gusta hacer se complican o se vuelven aburridas, dejamos de hacerlas. Eso es lo que pasa con el sexo”, asegura el especialista.
Para reanimar una relación de años, hay que ponerle onda. Algunas revistas especializadas recomiendan que antes de intentar cosas extremas, como la práctica del poliamor o el intercambio de parejas, hay que empezar por algo más simple: hablar abiertamente de las fantasías más íntimas con la pareja, consumir pornografía juntos o introducir juguetería erótica.
El sexo durante la pandemia
Si bien al inicio del aislamiento había una fuerte sensación de que la posibilidad de estar encerrados y sin mucho que hacer iba a favorecer los encuentros, lo cierto es que la situación vivida especialmente en 2020 por la pandemia (aislamiento prolongado, problemas de trabajo, de dinero, roces de convivencia) no colaboró como se esperaba. “La realidad es que la gente estaba hecha pelota, porque era una situación de confinamiento, de intimidad obligada, entonces el entusiasmo por lo sexual no se daba”, asegura José Luis Rodríguez.
En algunos casos, la posibilidad de comprar juguetes eróticos por delivery facilitó que las parejas -que antes eran reticentes- accedieran a comprar estos artículos. Daniel, de Enfasy Sex Shop coincide y agrega: “Con la cuarentena de 2020 empezaron a concurrir muchas parejas queriendo experimentar cosas nuevas porque había tiempo para hacerlo”.
También pasó eso parejas en proceso de ruptura, que buscaban en los juegos eróticos la posibilidad de recuperar lo que alguna vez los unió. Con frecuencia concurren a los sexshops en busca de geles, lencería y algunos artículos que los ayuden a encontrarse desde otro lugar.
Los problemas frecuentes se pueden salvar
Otro desafío es la suposición de que las demás parejas tienen mejor vida sexual o la comparación de la sexualidad actual con la que había al principio de la convivencia. En este sentido hay que tener en cuenta que la vida pasa, y algunas cuestiones físicas también influyen en la libido:
- Enfermedades como el dolor de espalda, la artritis y la depresión se vuelven más comunes con la edad.
- Aumento de peso: Es más difícil ponerse en forma y mantenerse en forma después de los 40 años, por lo que es posible que no tengan tantas energías para mantener relaciones o que alguno de los integrantes se sienta cohibido por la apariencia.
- Cansancio y aburrimiento: la fatiga es un síntoma de muchas condiciones, y es un efecto secundario de varios medicamentos y de la vida moderna en general. Pero pasar más tiempo en la cama (dormido) podría ayudar al aumento de la libido.
- Estrés: La tensión constante puede dificultar la concentración en el sexo e incluso desencadenar cambios hormonales que disminuyen la libido.
- Ira y resentimiento: El equipaje emocional, ya sea en forma de viejos rencores, hostilidad persistente y resentimiento, celos o culpa, puede hacer imposible mantener el deseo.
Ponerse de acuerdo
Para las parejas que sienten que el sexo es rutinario y no llegan a un acuerdo, es importante que ellos sepan que ninguno de los dos está contento con la situación y que los dos la quieren cambiar. “Lo fundamental en sexualidad no son los medicamentos, sino la palabra y la escucha”, asegura el sexólogo, y cuenta que uno de los recursos más efectivos en sus terapias es hacerlos ser protagonistas de su propia historia erótica: “cada uno debe hacer un guión por separado, luego los veo en la consulta y les intercambio los guiones. Así, se ven como protagonistas del deseo del otro”.
En este sentido, lo que se da con mayor frecuencia no es la falta de deseo sino la Discrepancia de Deseo Sexual (SDD por su siglas en inglés). Significa que un miembro de la pareja no desea tener relaciones sexuales tan a menudo como el otro, y cuanto mayor es la diferencia, más probable es que uno de los cónyuges no sea feliz.
Muchas parejas deciden hacer rituales, acuerdos o establecer ciertas reglas para poder moverse con confianza dentro de la relación. Mientras ambos estén de acuerdo y las consignas sean claras, todo es válido, aseguran los especialistas.
“Siempre les recomiendo que busquen un momento en que los hijos no estén, porque se durmieron o se fueron a la casa de un amigo o de una abuela, y eroticen los espacios comunes, como el cuarto o la cocina”, dice José Luis Rodríguez.
Otros, optan por compartir actividades como “ver videos porno juntos, nos ayudó a reavivar la llama después de unos años en los que casi habíamos abandonado el sexo”, dice Alfredo (48 años, profesor, dos hijos).
En algunos casos, basta con recuperar el romanticismo: “Hacer escapadas sin celular, sin computadora, ni redes sociales, ni televisor”, asegura Lorenzo (41 años, diseñador gráfico).
“También es importante dedicarle tiempo a la pareja, y esto ayuda a darse cuenta en qué se pierde tiempo durante el día”, concluye el sexólogo.
Así, la fórmula mágica parece ser el tiempo, pero no el que pasó hace años, ni el que se pierde en redes sociales o haciendo zapping, sino el que se dedica especialmente a encontrarse con el otro y reconstruir la atracción desde un lugar de madurez y seguridad afianzada con los años de convivencia.