Para favorecer la adaptación, la DGE elaboró 25.000 informes personalizados de alumnos que ingresan a primer año

En las escuelas públicas, más de 24 mil estudiantes iniciarán este año con datos del desempeño académico en séptimo grado. El objetivo es detectar dificultades y mejorar el acompañamiento. Se trata de un grupo con mayores desafíos por el cambio de nivel.

Para favorecer la adaptación, la DGE elaboró 25.000 informes personalizados de alumnos que ingresan a primer año
Los cambios que implica el ingreso a la secundaria son un desafío para los preadolescentes. El objetivo es acompañarlos. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes

El primer año del secundario es un gran desafío para los estudiantes debido a todos los cambios que implica en relación a la primaria. Esto hace que a muchos alumnos les resulte difícil adaptarse y por ello desde el sistema educativo se trata de apuntalar el acompañamiento para lograr trayectorias más fluidas y con mejores resultados. En este marco, los alumnos que ingresan este ciclo lectivo a primer año a escuelas de gestión estatal, tendrán un informe personalizado sobre su desempeño en séptimo grado. Se trata de una estrategia implementada por primera vez por la Dirección General de Escuelas (DGE) a través del Programa Provincial de Articulación, en un trabajo conjunto de la Dirección de Planificación y Evaluación de la Calidad Educativa.

El Informe de Articulación de Trayectorias se extiende uno por colegio y contiene a cada uno de los alumnos con sus respectivos detalles: se trata de 272 documentos con información específica sobre los 24.716 estudiantes.

Los indicadores que se ponen a disposición de las escuelas son: escuela de procedencia, nivel de asistencia, resultados obtenidos en el censo de fluidez lectora, participación en el programa “Fortalecimiento de trayectorias” e intensificación de saberes 2021/2022.

La directora de Planificación de Calidad Educativa, Silvina del Pópolo, explicó a Los Andes que el informe se entregó la semana pasada en el marco de una jornada de articulación entre séptimo y primer año. Dijo que es un instrumento de análisis que usaron en la reunión los docentes de séptimo grado y de primer año de escuelas que articulan para analizar estos indicadores de trayectoria.

“Se trabaja qué estrategias funcionaron con estos chicos, por ejemplo en fortalecimiento, y qué estrategias pueden tener continuidad en el nivel secundario”, indicó la funcionaria. Es decir que la escuela que los recibe puede saber de qué trabajo pedagógico viene pero aclaró que esto no implica pasar recetas sino saber qué abordaje tuvieron en séptimo y cómo recibirlos en primer año.

Etapa desafiante

El cambio de nivel es siempre una experiencia compleja para los alumnos, ya que implica adaptarse a nuevos formatos de trabajo, nuevos espacios y formas de vincularse con los docentes, así como una ganancia paulatina en autogestión de sus tiempos para orientarlos al aprendizaje. Así ocurre en el pasaje de sala de 5, en el Nivel Inicial, a primer grado y es claramente palpable entre el nivel secundario y el superior.

En este proceso se enmarca el primer año del nivel medio, atravesado además por cambios físicos, psicológicos, en la forma de vincularse con los pares y adultos y con el probable plus del cambio de establecimiento y comunidad académica.

Por eso, los especialistas en educación vienen enfocando la mirada sobre este segmento, que no es tan difícil que se vea afectado por trayectorias diversas, complejas, desánimo, repitencia - ahora “permanencia”- y hasta abandono en casos extremos.

En una nota publicada en 2019 por este diario, las estadísticas daban cuenta de que al menos uno de cada 10 alumnos de primer año de escuelas públicas y privadas de Mendoza no lograba pasar a segundo, ya sea por repitencia o abandono. Los últimos años, y en gran medida por impacto de la pandemia de Covid, se han implementado estrategias que han apuntado a lograr una mayor fluidez en el tránsito dentro del sistema.

Se ha buscado dar más oportunidades para aprobar los saberes más sustanciales (prioritarios) en tiempos propios de los alumnos, con mayor acompañamiento, enmarcado en un cambio en la forma de acreditación y de la evaluación formativa. En Mendoza se han creado nuevos espacios para alumnos con trayectorias débiles, que reciben el apoyo más personalizado de docentes en un horario extendido por fuera del habitual de clases, y se han creado herramientas de evaluación que han permitido diagnósticos para orientar acciones.

Otra de las inquietudes es lograr disminuir el abandono escolar. Tales medidas pueden haber tenido impacto en la permanencia y trayectoria de los chicos de primer año. El desgranamiento y la repetición son mucho más marcados en el sector público del sistema.

La pedagoga y licenciada en Ciencias de la Educación, Irene Kit destacó en aquella publicación que esta transición siempre ha sido difícil. Incluso sugirió: “No sería tan complicado tener dos niveles de exigencia y adaptarse un poco para que no sea la misma en cuarto que en primer año”.

Emilio Moreno, director de Educación Secundaria de la DGE, dijo por aquel entonces y ahora, coincidió: “Primer año y segundo son los dos más complejos en el secundario y las materias que les resultan más difíciles son matemática, lengua e inglés”.

Kit explicó que los jóvenes de alrededor de 13 años que ingresan al secundario tienen condiciones orgánicas por las cuales se les dificulta más la adaptación y responder a las demandas tal cual está estructurado el sistema. A eso se suma el inicio de la adolescencia, vinculada al plano social.

“Se sabe que ese torrente hormonal tiene consecuencias neurocognitivas y el púber sufre un proceso de reestructuración de su cerebro en el lóbulo frontal y prefrontal, tan drástico como el que ocurre en la primera infancia”, dijo la pedagoga.

Ese proceso afecta su función ejecutiva e impacta en la capacidad de organización y el diferimiento de gratificaciones, entre otros aspectos.

La especialista explicó que no tienen recursos cognitivos para afrontar ciertas demandas que impone la escuela. “Siempre estuvo este estrés entre lo que la escuela secundaria puede ofrecer y lo que pueden hacer los púberes, sólo que no nos importaba o no se cuestionaba”, señaló Kit.

Por eso apuntó a plantear un ciclo básico diferente (primero y segundo año) ya que en Argentina sigue sin ofrecerse esto en lo que ya se ha avanzado en varios lugares del mundo.

Ayudar a organizarse

Parada en el mismo lugar al reconocer que uno de los desafíos de los estudiantes en ese grupo es la dificultad para la organización, Del Pópolo destacó que las acciones que implementan van orientadas al fortalecimiento de esa habilidad.

Admitió que es un año bisagra porque advirtió que es un cambio de nivel en el que los chicos pasan de una escuela con uno a tres docentes titulares de su grupo a distintos profesores que rotan con tiempo, forma y organización de trabajo diferente. “Lo que venimos intentando es que ese pasaje de un nivel a otro contemple los tiempos necesarios para que los chicos se organicen frente a la nueva tarea”, subrayó.

Lo cierto es que ese es un desafío para el sistema. De hecho, la estrategia de articulación entre séptimo grado y secundaria inicia ya desde el primero, tratando de que los chicos se acerquen a las escuelas de nivel medio y su forma de trabajar.

Uno de los recursos que se utilizan son los cuadernillos de Secundaria a la Vista. Del Pópolo explicó que hacen hincapié en el desarrollo de funciones ejecutivas, esto favorece en los chicos la organización para el trabajo. “Una parte se trabaja las últimas semanas de séptimo grado y una parte más en primer año hasta el primer mes del ciclo lectivo. Favorece en los chicos la organización para el trabajo, la organización del tiempo, la regulación del tiempo de aprendizaje, la reflexión sobre lo que les cuesta más y menos”, explicó. Resaltó que compartir la estrategia de planificación permite desarrollar habilidades.

Además, “este año vamos a entregar unos planificadores áulicos que harán hincapié en esa organización y es el mismo modelo que tienen en sus cuadernillos para que se empiecen a acostumbrar a hacer el registro de su planificación semanal de trabajo”, detalló Del Pópolo.

Los nuevos documentos son parte de las nuevas apuestas. Desde la DGE detallaron que el informe presentado ofrece indicadores de trayectoria de cada ingresante al nivel secundario para favorecer el seguimiento articulado y el diseño de estrategias de intervenciones ágiles y situadas, acordadas en un diálogo interinstitucional entre ambos niveles.

A su vez, desde el Programa Provincial de Articulación se brindan estrategias para la contextualización de estos indicadores y su abordaje hacia la atención a trayectorias poniendo a disposición diferentes programas orientados a ese fin.

Otra de las fichas se pone en el desarrollo de trayectorias de alfabetización, en particular para aquellos chicos que han tenido apoyo de talleristas en fluidez lectora. “El tallerista es un recurso que pasa de séptimo grado a primer año, esto implica la posibilidad de continuidad y es un tallerista externo que complementa el horario escolar”, cerró Del Pópolo.

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